Desarrollo integral del niño

El ejercicio físico en el niño contribuye a los procesos de desarrollo y maduración de su potencial genético, y entendido como juego o actividad lúdica que implique movimiento, mejora significativamente las funciones cardiovasculares y ayuda a la maduración del sistema músculo esquelético y las habilidades psicomotoras.

La actividad acompañada de una dieta equilibrada, ayuda a la regulación del peso corporal, evitando la aparición de obesidad, tanto en la infancia como en la vida adulta. También previene la aparición de enfermedades degenerativas como la arteriosclerosis, estrechamente relacionada con las cardiovasculares. En el niño un entrenamiento regular produce beneficios en las habilidades motoras y cognitivas, en las relaciones personales y en el grupo social que lo rodea, al mismo tiempo que aprende a integrarse obteniendo bienestar físico y psicológico.

Los resultados de una vida activa son especialmente significativos a partir de la pubertad. Los datos científicos arrojados por investigaciones realizadas, han mostrado que las clases de educación física son el medio más eficaz e integrador para transmitir a los niños habilidades, modelos de pensamiento, valores, conocimientos y comprensión necesarios para que practiquen deporte a lo largo de la vida, además de contribuir para un desarrollo tanto físico como mental.

La educación física es la única asignatura escolar que tiene por objeto el cuerpo y el desarrollo físico: ayuda a los niños a familiarizarse con las actividades corporales y les permite desarrollar el interés necesario para cuidar la salud; aprenden a respetar el cuerpo y el de los demás; fortalece la autoestima y el respeto por sí mismos; desarrolla la conciencia social al prepararlos en situaciones de competición para enfrentarse a victorias y derrotas; enseña el sentido de colaboración y el espíritu de compañerismo proporcionando habilidades y conocimientos que podrán utilizarse más adelante en otros ámbitos de la vida.