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 sábado, 19 de junio de 2004

Identidad y enseñanza. La crisis económica muestra una escuela diferente: más ligada a lo asistencial que a lo educativo. El tema fue debatido en un congreso de educación
Abanderado: más que las buenas notas los chicos valoran el compañerismo
Invitados a opinar los alumnos dicen que ser responsable es condición para llevar la bandera

Marcela Isaías / La Capital

Cuando el vecino de Rosario Cosme Maciel fue elegido por Manuel Belgrano para izar la bandera celeste y blanca por primera vez, quizás no imaginó que ese ritual se reiteraría a lo largo de los años, en especial en las escuelas. Tampoco que el abanderado pasaría a ser una figura clave en la constitución de la identidad nacional, tarea que recayó en la institución escolar. Pero, hoy por hoy, ¿quién es para los alumnos el mejor representante para llevar la enseña nacional?

"Un buen compañero". La respuesta no tarda en llegar por parte de los chicos que cursan el 9º año de la EGB en la Escuela Nº 133 "20 de Junio", la que lleva el nombre en honor al Día de la Bandera y al general que la creó. Y para esa razón tienen explicaciones: "Importa la calidad de persona, también que sea buen alumno y responsable", dice Alexis seguido por otros compañeros.

Y, por si quedaran dudas, agregan que por esos mismos motivos eligieron a Juan José Vigetti como el abanderado de la escuela, a su hermano gemelo Juan Carlos Vigetti como primer escolta y a Daniel Duarte como segundo.

Cuando les toca opinar a los propios designados, coinciden con las palabras de Alexis: "No nos sentimos solamente los de mejores notas, sino buenos compañeros y eso es lo que importa".

El grupo del noveno año se muestra unido y sólido en sus opiniones. Esa misma firmeza parece darle otro peso a las mil veces reiterada afirmación que sostiene que la bandera "es el símbolo que nos representa como país y también a la escuela". Lo dicen convencidos.

Marina, Romina, Claudio, Hernán, Caterina, entre otros alumnos del 9º año, defienden la idea con ejemplos cotidianos: "Nos gusta esta escuela, los profesores nos contienen, desde chicos venimos aquí y nos sentimos bien". No es raro entonces que ese sentido de pertenencia haya sido bien evaluado para la elección del abanderado. "Todos estuvimos de acuerdo con que fueran ellos", dice el grupo de estudiantes reunidos para la charla.


Una buena razón
La escuela 20 de Junio está ubicada en la zona norte de Rosario -Vieytes al 2900-. Es como tantas otras: modesta, con cientos de preocupaciones y tareas que deben atender a diario. En un clima familiar que se respira desde la misma entrada, concurren desde el nivel inicial hasta el 9º año de la EGB 850 alumnos. Seiscientos cincuenta de ellos asisten al comedor escolar (ver aparte).

Los 58 alumnos que cursan el 9º año tienen ahora un sueño: contar para el año próximo con el polimodal en ese mismo edificio. Para ello armaron un proyecto que contempla utilizar el edificio a partir de las 17.30 para dictar este último ciclo no obligatorio de acuerdo con la ley federal. "Eso permitiría a los chicos estudiar y trabajar al mismo tiempo", dice Silvia Mazzolini, la tutora de la escuela.

Muchos de ellos no tendrán otra oportunidad para seguir estudiando Primero porque para llegar a la escuela más próxima deben tomar colectivos, los cupos en ese establecimiento no siempre alcanzan y los horarios diurnos conspiran contra las posibilidades de asistir y ayudar a la economía de su hogar.

La realidad de esta escuela no difiere de tantas otras, en donde la función de educar se diluye a diario entre tantas otras, básicamente de asistencia y contención.

La escuela argentina del siglo XXI ya no es la misma que se pensó a fines del siglo XIX para delinear la idea de nación, donde los símbolos patrios -bandera, himno, poesías a la patria- eran eficaces para formar ciudadanos y la institución escolar contribuía enseñando cotidianamente en esta tarea.

¿Qué pasa en la actualidad? "Un complejo escenario social y económico de la Argentina entra en colisión con los sentidos fundantes de la escuela pública", sostiene la investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) Sandra Carli en un trabajo titulado "Educación pública. Historias y promesas".


Empobrecimiento
Según la especialista, el empobrecimiento de la sociedad argentina, y sus evidentes consecuencias estructurales, tuvo su reflejo en la escuela, palpable en la agudización asistencial de su función, el ausentismo, la deserción escolar, la caída de rendimiento de los alumnos, la sobreedad y el desplazamiento creciente de su tarea de construir conocimientos y contribuir a la cultura.

No es casual entonces que los alumnos rescaten hoy valores como la solidaridad o "ser buena persona" para representar a la escuela llevando la bandera (a pesar de que subsistan al mismo tiempo instituciones donde el estricto promedio determina quién será el abanderado o abanderada). "Ser bueno y responsables" pasan a ser razones esenciales en espacios donde la pelea por sostenerse es diaria.

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Los alumnos del 9º año de la Escuela Nº 133.

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