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 domingo, 23 de mayo de 2004

Caso Cabrera. Un informe reservado revela turbios lazos de la policía federal con narcos locales
Una pasión riesgosa para los negocios de la Federal como móvil del crimen
Los investigadores creen que el oficial detenido, Diego Parvluczyk, mató a la líder de Ammar porque el romanceentre ellos amenazaba a la trama de corrupción de Drogas Peligrosas en Rosario y también a su familia

Jorge Salum / La Capital

Sandra Cabrera estaba muy enamorada del oficial antinarcóticos de la Policía Federal Diego Parvluczyk y lo presionaba para que se fuera a vivir con ella. Como eso se estaba convirtiendo en una amenaza para su vida familiar y para su trabajo, él la asesinó. Para quienes conocen la marcha de las investigaciones sobre el crimen de Cabrera, es lo que sostienen los detectives encargados de esclarecerlo y también el juez que lleva la causa. Desde el miércoles, Parvluczyk está detenido, imputado de homicidio calificado por alevosía de la ex líder local de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar).

Hay un dato que circula en voz baja entre las prostitutas que trabajan en el área de la terminal de ómnibus, la misma zona donde se movía Cabrera, y que refuerza esa hipótesis. Cabrera estaba tan decidida a quedarse con Parvluczyk que un día se presentó en la casa del oficial, en la calle Vucetich del barrio La Florida, a exigirle que se fueran a vivir juntos. "Armó un escándalo y él se puso muy nervioso", es el comentario que circula entre sus compañeras.

La comprometedora visita ocurrió en octubre del año pasado y le abrió al policía dos frentes de conflicto muy graves: con su esposa y también con el comisario Alberto Lomonte, su jefe en la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Federal en Rosario. Lomonte le exigió a Parvluczyk que cortara la relación con Cabrera porque intuyó que era peligrosa para ambos. A ninguno de los dos les convendría caer en la mira de una persona habituada a denunciar pública y judicialmente ciertos hechos.

Como el oficial no pudo manejar la situación, el propio Lomonte se reunió con Cabrera para advertirle que se alejara de Parvluczyk. Por aquel encuentro, que se realizó en un bar, ahora Parvluczyk pudo declarar ante el juez Carlos Carbone, en la indagatoria que le tomó el miércoles, que su jefe conocía personalmente a Cabrera.

Quienes tienen la oportunidad de hablar con el equipo de detectives que investiga el asesinato de la prostituta aseguran que, para ellos, comenzaba a hilvanarse así el móvil del crimen. "No pudo o no supo cómo cortar con ella y por eso la mató", razonan.

Es que, además del problema familiar que representó aquella visita de Cabrera a su casa, Parvluczyk enfrentaba la ira de Lomonte, un oficial del que se dice que trataba pésimamente a sus subordinados.

Hasta ese momento Parvluczyk funcionaba como virtual subjefe de la Superintendencia de Drogas Peligrosas en Rosario y eso le proporcionaba privilegios que probablemente no estaba dispuesto a ceder. Según él mismo reveló en una entrevista con La Capital un mes antes de quedar detenido, llevaba 10 años trabajando en Rosario, uno o dos más que el propio Lomonte. Un informe de inteligencia reservado que preparó una de las fuerzas que intervienen en la investigación del crimen de Cabrera, al que tuvo acceso este diario, sugiere que a lo largo de esos años ambos construyeron una relación estrecha con narcos locales, a quienes extorsionaban todo el tiempo con operativos policiales que no contaban con autorización judicial o incluso les vendían retazos de procedimientos.

Los policías llaman retazos a la droga que secuestran en algunos allanamientos y que jamás consignan en el sumario. Luego usan ese remanente para pagar a sus buchones, para hacer sus propios negocios o para inventar nuevos procedimientos cuando se ven obligados a mostrar resultados de su gestión.

Lo cierto es que los detectives que tratan de cerrar el círculo sobre Parvluczyk piensan que toda esta trama de corrupción corría el riesgo de quedar al descubierto si Cabrera seguía presionando al oficial para que se fuera a vivir con él. Es que el virtual segundo de Drogas Peligrosas de la Federal conocía bien la personalidad de la ex líder de las prostitutas rosarinas, célebre por su temperamento fuerte y su decisión de enfrentarse a lo que fuera. Por todo ello el oficial tenía motivos para eliminarla, intuyen los sabuesos que ahora siguen sus pasos.

Otros indicios refuerzan la hipótesis de los investigadores de la Brigada de Homicidios, las Tropas de Operaciones Especiales, la Gendarmería Nacional y la Prefectura Naval. Algunos son de la escena del crimen, y otros de la casa de Cabrera. Es claro que a Cabrera la mató alguien a quien ella conocía y en quien confiaba. También que el asesino la sorprendió y no le dio tiempo a defenderse. Fue un crimen prolijo, ejecutado por una persona fría y calculadora (cualidades que los detectives del caso atribuyen en privado a Parvluczyk), sin testigos y sin rastros físicos que puedan conducir a su autor.

Además, es probable que el homicida pasara luego por la casa de Cabrera. Hay un dato, conocido desde el primer día de la investigación, que refuerza esta hipótesis: junto al cadáver no estaban las llaves de su casa. Una explicación posible sería que el asesino diera una vuelta por ese segundo escenario para borrar, también de allí, indicios que lo vincularan a la víctima.

¿Si fue así, por qué sospechar de Parvluczyk? Porque en la casa había objetos que irremediablemente lo asociarían a ella. Por último, la conducta del oficial desde que se convirtió en sospechoso no hace más que reforzar la hipótesis de que se trata del homicida. Su intención de dirigir las sospechas hacia Lomonte y otros compañeros de la Federal no parece haber convencido a los investigadores, quienes lo verían como maniobras de distracción de alguien que sabe que está muy comprometido.

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Diego Parvluczyk, el oficial inspector de la Federal que está preso desde el miércoles.

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