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 domingo, 23 de mayo de 2004

Editorial
Otro fracaso estudiantil

Los desastrosos resultados de una evaluación de cultura general realizada en la Universidad Nacional de La Plata volvieron a exponer con crudeza el patético nivel de conocimientos con que los jóvenes acceden al estadio superior de la educación en la Argentina. Las fallas en el sistema son causa principal del drama, pero la familia también debe comprometerse.



Como si fuera un nuevo eslabón de una larga, casi interminable cadena, se acaba de registrar en la Universidad Nacional de La Plata otro fracaso espeluznante de un grupo de estudiantes, esta vez no en un examen de preingreso, sino en una prueba de cultura general “ad hoc” que tomó el profesor de Derecho Romano, preocupado por el bajo nivel que exhibían los alumnos. Que Auschwitz haya sido “un biólogo”, que la batalla de Tucumán fuera ganada por San Martín, Rosas o “Caseros”, que la herradura y la montura constituyan partes del caballo o que un analgésico sea una droga que calma dolores en el sistema digestivo fueron algunas de las barbaridades que se contestaron a los sencillos interrogantes planteados, y que redoblaron la profunda preocupación existente en torno de los bajísimos conocimientos con que los jóvenes acceden al nivel superior de la educación.

   Es que como resulta bien conocido, la presente dista de ser una excepción a la regla. Por el contrario, tras la sucesión de bochazos masivos acaecida en todo el país, la sorpresa sería que las respuestas a un examen de cultura general fueran mayoritariamente aciertos. Por cuestiones que no resulta sencillo definir, y por responsabilidades que tampoco es fácil atribuir, la realidad es dramática y sobre ella puede tenerse una única certeza: llevará mucho tiempo modificarla.

   Sin dudas, y tal como lo aseguran en forma unánime numerosos especialistas, es en el nivel medio donde se detectan las fallas más agudas. Pero tampoco es justo cargar exclusivamente sobre sus espaldas el peso de la mochila: ya desde los primeros años de su educación los niños sufren las consecuencias de sistemas pedagógicos cuya falta de eficiencia para inculcar informaciones y herramientas básicas es alarmante. ¿O la enorme cantidad de faltas de ortografía y el desconocimiento de la historia argentina que ostentan muchos chicos deben ser considerados normales?

   Sin embargo, y tal como lo aseguró el decano de la Facultad de Derecho platense, “ni el Estado forma bien a los alumnos ni los padres a sus hijos, y para comenzar a revertir la situación debe haber un cambio de actitud en toda la sociedad, inducido por el Estado con una mejor distribución de la riqueza”. El funcionario señaló aquí un elemento clave, porque así como el compromiso docente debe ser reforzado, también es necesario acentuar el compromiso familiar, haciendo hincapié en la cultura del trabajo y del esfuerzo.

   Tampoco puede eludirse en el somero análisis de este asunto la pérdida de categoría que ha sufrido en el país la crucial tarea docente. El aumento salarial oficializado días atrás debe ser visto como el primer y tímido paso que se da en una dirección que el actual gobierno necesita profundizar si es que en verdad aspira a mejorar la deteriorada calidad de la educación argentina.

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