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 domingo, 02 de mayo de 2004

Ayuda solidaria. El primer equipo de asistencia que llegó a Santa Fe fue el del Sies
Médicos en emergencia recuerdan sus vivencias en la inundación del Salado
A un año del trágico desborde, profesionales del área de Salud municipal de Rosario narraron sus experiencias

Carlos Pulvirenti / La Capital

Pasó un año en la vida de los inundados de la ciudad capital, pero el tiempo no puede borrar vivencias y dolores marcados en lo más íntimo de los recuerdos de cada habitante. La catástrofe hídrica por su severidad y magnitud requirió de la ayuda de especialistas en distintas áreas, quienes también vivieron experiencias únicas. El primer equipo humano de asistencia en llegar a Santa Fe fue el del Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias (Sies) de Rosario, quien en las primeras dos semanas movilizó un grupo de 150 personas. Médicos, enfermeros, estudiantes voluntarios y choferes conformaron una importante red de contención.

El director del Sies, Jorge Stettler, y el coordinador médico, Juan Carlos Ciarrocca, viajaron con el primer contingente de 30 personas para asistir a los inundados desde la primera noche. "Hace un año presenciamos imágenes tremendas de la catástrofe hídrica, nos quedarán grabadas para toda la vida. Cuando llegamos vimos gente desorientada, hombres llorando, histeria, angustia y pánico", afirmó Stettler. Ante una situación de tal magnitud -que generó daños humanos y materiales a más de 130 mil personas- los médicos del Sies hicieron en ese momento un análisis y organizaron un equipo de trabajo para dar una respuesta coordinada.


Imágenes imborrables
"Las recorridas por las zonas inundadas siempre nos asombraban por lo increíble del panorama que veíamos, por ejemplo un chico transportándose dentro del agua con una heladera y empujándola con una escoba como si fuese un remo, o una chica durmiendo entre los pasillos de los nichos del cementerio, con todo lo traumático que representa ese lugar para una criatura. Observar a una anciana con el agua al cuello y llevando sus pertenencias conmueve. La magnitud de las imágenes que veíamos superaba a dantescas películas de ficción", reflexionó Ciarrocca.

"En un consultorio uno atiende a un paciente, ve que es necesario internarlo y a los pocos días lo visita, le hace un seguimiento. En vez aquí cuando volvimos de Santa Fe teníamos la sensación de que dejábamos al paciente por la mitad del tratamiento, como que faltaba mucho por hacer y en realidad -aunque la emergencia había pasado- era cierto", comentó Stettler.

Los médicos del Sies estuvieron en barrios carecientes y considerados muy peligrosos, pero afirman que nunca tuvieron un problema de robo o de violencia. "Cuando llegábamos a un lugar nunca éramos agredidos, pese a los nervios y a la tensión de la gente, al contrario nos aplaudían. Hubo gestos solidarios, los que eran vistos como tipos pesados en la zona fueron los que más nos acompañaron y ayudaron. Tratamos de ser lo más organizados, con un objetivo claro y la gente vio el trabajo en equipo que se hizo y lo respaldó. Todos dormíamos donde podíamos y vacunábamos desde los botes y hasta arriba de un árbol atendimos a los inundados. Con el correr de los días aumentaban las carencias. Los casi 300 centros de evacuados fueron vitales. Era más que emotivo el encuentro de personas que hacía días que estaban pérdidas y se encontraban allí".


Docentes, madres y enfermeras
"Un párrafo aparte fue la labor extraordinaria que desarrollaron las maestras y las escuelas que en Santa Fe son amplias. Las docentes se multiplicaban y tenían bien claro cuál era su tarea, hacían de madres, enfermeras, cocineras..., daban una gran contención a todos", sintetizó Ciarrocca.

Las vivencias a un año de la catástrofe se suman. Los médicos recordaron que "el tercer día de mayo salió el sol y en el barrio Roma la gente comenzó a sacar las cosas mojadas de sus casas, roperos, colchones, papeles... su historia. Los cuadernos de sus hijos, las fotos, todo mojado, roto. Personas grandes, rudas, lloraban por horas y miraban a la nada en silencio. Ver llorar a un hombre es fuerte. Como un señor que con lágrimas en los ojos nos dijo: «Sabe, hoy es mi cumpleaños y mire...». Estaban paralizados, tenían que empezar de nuevo a reconstruir un recuerdo".

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Desde las lanchas los médicos vacunaban a los inundados en las terrazas de sus casas.

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