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 domingo, 02 de mayo de 2004

Editorial
Energía: reacción oportuna

La iniciativa del gobierno nacional de premiar a los usuarios que consuman menos gas y luz, y castigar en contrapartida a los que gasten más, se erige como saludable en el marco de la preocupante crisis energética, que podría afectar la reactivación económica. De esta manera, y por medio de un estímulo material, se persigue la administración más racional de los recursos.

La crisis energética que inesperadamente puso en riesgo la recuperación de la economía argentina debe ser enfrentada con la velocidad y eficiencia que amerita el caso. Sin embargo, a la imprevisión inicial el gobierno le sumó desorden en las primeras medidas adoptadas con el objetivo de superar la emergencia. Y de tal modo se comprometió el crecimiento de la actividad industrial en un momento en que el país evalúa la posibilidad de atar el pago de bonos de la deuda en default a la reactivación que se verifica en todos los indicadores.

   Así, las chispas que surgieron en la desde hace mucho tiempo armónica relación bilateral con Chile son consecuencia de una mirada cortoplacista, que no avizoró los peligros de desabastecimiento que se corrían. Sin embargo, tras el desconcierto del principio parece estar asomando un proyecto destinado a superar con éxito la compleja coyuntura. Parte central de la estrategia del Ejecutivo tomó estado público el pasado jueves, cuando se divulgó la política de premios y castigos a los usuarios de luz y gas.

   El plan de incentivos y sanciones se instala sobre una base transparente: quienes consuman menos que el año pasado, serán recompensados; en contrapartida, quienes gasten más se verán perjudicados. El dato central de la iniciativa es que afectará de manera directa a la gente, ya que alcanzará a las casas de familia y también a los pequeños comercios. Para estos últimos y para los hogares de mayor consumo, justamente, existe un piso más exigente que el destinado a las viviendas donde se gasta menos, ya que deberán ahorrar por lo menos un cinco por ciento en relación con el año pasado.

   Aunque aún no existen precisiones en cuanto al monto de los premios y castigos, así como tampoco sobre cuáles son las barreras que separan a las casas de familia de mayor consumo de aquellas de menor gasto, la medida reviste claros aspectos positivos. Fundamentalmente porque se estimula una racionalización del gasto en la población, estimulando al usuario a comprometerse en un objetivo común, y provocando indirectamente una toma de conciencia cultural y hasta un beneficio ecológico. Resulta pertinente recordar que por medio de una política similar Brasil logró reducir hasta un veinte por ciento el consumo.

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