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 domingo, 25 de abril de 2004

[Anticipo]
"Ideas falsas": La experiencia de pensar
El columnista de la Rock and Pop propone una desmitificación de lugares comunes sobre el pensamiento

Alejandro Rozitchner

En determinados momentos de nuestras vidas todos hemos tenido la sensación de que si lográramos dejar de pensar las cosas serían más fáciles, que el pensamiento es una complicación constante, un enroscarse sobre sí que hace más mal que bien, una especie de vicio personal con el que habría que terminar de una vez por todas. Como quien deja de fumar: dejé de pensar, hace dos semanas; ahora respiro mejor, estoy un poco ansioso y como mucho más, pero creo que me va a hacer bien. Pero dejar de pensar no se puede. Es como dejar de comer: uno adelgaza, pero termina muriéndose.

* No es una opción real: ser una persona es estar pensando todo el tiempo. Tenemos conciencia, ¿qué es la conciencia? Esa voz que tenemos en la cabeza, esa voz que somos, que nos habla y con la que hablamos. Esa voz es nuestro pensamiento constante, nuestro locutor personal, el que relata, comenta, dirige y juega el partido de nuestra vida personal. Métodos para dejar de pensar: matarse. Es el único efectivo, un poco drástico. Otro que se intenta mucho: usar sustancias que alteran la conciencia (alcohol, drogas, dogmas) pero eso no logra en realidad hacer callar el pensamiento, y a veces lo hace más difícil. O lo obnubila por un rato, pero después este reaparece con peor aspecto. Otro método: obsesionarse con alguna idiotez. Estar todo el día pensando en algo que no tenga demasiada importancia.

* Hay una frase en un poema de Rilke que siempre me gustó. Dice: "Tu no tienes que entender la vida, entonces será como una fiesta". La idea es que las cosas se ponen difíciles cuando uno trata de entender, que si lográramos ser un poco más simples podríamos andar por ahí más tranquilos y felices. En parte es cierto. "Entender" quiere decir aquí ver el trasfondo, pero la vida, según Rilke, no tiene trasfondo, es mera superficie. No te preguntes de donde viene todo, aquí está, vivilo. No quieras entender por qué te quiere tu mujer, o tu novio: te quiere, aceptalo, punto, viví ese amor. Hay un tipo de pensamiento que quiere ir más allá de donde se puede: ese pensamiento, dice Rilke, obstaculiza la felicidad posible en la vida. Creo, de todas formas, que queda abierto el espacio para un buen pensamiento, para un pensamiento que conoce sus propios límites, y que parte de la idea de que la vida no es para ser entendida sino vivida. A lo sumo: entender algunas cosas es parte de la vida.

* ¿Pero por qué se desea en realidad no pensar? Creo que se desea no pensar cuando lo que uno está viviendo es muy difícil. La vida es bastante difícil y hay momentos en donde esa dificultad es especialmente encarnizada. Cuando uno desea dejar de pensar en realidad lo que desea es dejar de vivir determinada situación, difícil, que se le viene encima todo el tiempo. No es malo que se te venga encima: si la cosa es importante sería absurdo hacer como si no pasara nada. El pensamiento ahí está tratando de abordar el tema y de apostar a solucionarlo. A veces el pensamiento no puede lograr nada, cuando uno sufre un duelo, por ejemplo. Ningún pensamiento va a resucitar a un ser querido, y te das la cabeza contra la pared. De todas formas: a veces pensar determinadas cosas te deja en paz, te permite encontrar una paz o una manera de seguir adelante.

* Otra cosa que se suele decir: el pensamiento es cosa de la cabeza. Nos gusta creer que una cosa es la cabeza y otra el cuerpo. Pero como se habrá notado, la cabeza es una parte del cuerpo. Esto no quiere decir sólo que se trata de cosas complementarias (el cuerpo sería la emoción y la cabeza la racionalidad) sino de algo aún más integrado: el cuerpo es el que piensa, en sus emociones, sus sensaciones, sus palabras, incluso con sus órganos y sus enfermedades. Pensar no es algo racional, es un comportamiento del cuerpo. Lo que llamamos pensamiento es la representación en la conciencia de un proceso que sucede en la totalidad del cuerpo, en la totalidad de uno mismo. Una palabra más clara sería la de elaboración. La vida elabora su camino en ese proceso de mirar, mirarse, crear nuevas formas, plantearse hipótesis y responderlas, cocinar la forma de la vida propia. (...)

* Entender qué es pensar: un proceso que pasa por momentos de oscuridad, una inmersión en problemas que parecen no tener solución, que luego da lugar a momentos de claridad y fuerza. Para llegar a la claridad hay que meterse en el problema. Pensar es hacer el camino de perderse y encontrarse. No te pueden decir dónde queda la salida porque sólo uno conoce su problema: hay que vivirlo, no hay escapatoria. Hay que tener confianza y seguir pensando, dándole vueltas a las experiencias, considerándolas desde distintos puntos de vista, hasta que la perspectiva que buscamos aparece. Ejemplo: cuando empezamos un proyecto hay mil problemas que no podemos aun entender ni solucionar, pensarlo es tener la calma para adentrarse en esa oscuridad e ir mirando esa confusión hasta que empiezan a verse las formas que la organizan, el sentido al que responden.

* Aprender a pensar: esta propuesta puede querer decir muchas cosas. Desde servirse del pensamiento de otras personas con más experiencia en el trabajo con las ideas, hasta hacer terapia si el pensamiento es tu principal enemigo, utilizar técnicas de creatividad o servirse de la escritura y tomar notas sobre las cosas que se nos ocurren. Aprender a pensar tiene que ver también con no dejarse llevar por la facilidad del pensamiento crítico, con aprender a mirar las cosas como son y no estar enamorado de la fantasía al punto de rechazar la realidad, con aprender a saber y decir lo que uno quiere. Aprender a pensar es lograr utilizar el mecanismo de elaboración a favor de uno, como si fuera una máquina personal de producción de sentido.

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