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 domingo, 11 de abril de 2004

Con Diego en la cancha, Newell's goleó a Gimnasia

José M. Petunchi / La Capital

A sólo 8 días del clásico, Newell's se regaló una fiesta. Con un segundo tiempo notable, con jugadores que se mostraron en un nivel superlativo y con una diferencia abismal frente a su rival, tanto individual como colectiva, los rojinegros armaron una goleada, impensada en la previa, ante Gimnasia (5-2), saldaron ampliamente la deuda que tenían con su gente -hacía cinco partidos que no ganaban de local- y ahora empiezan a dibujar un torneo más lógico de acuerdo a los nombres que posee y a sus antecedentes. Estos datos serían suficientes para explicar el significado que esta victoria tiene, pero esto tiene como valor agregado que logró hilvanar su segunda victoria al hilo cuando en el horizonte inmediato asoma el clásico ante Central, el próximo domingo en el Gigante. Pero como para que la fiesta tenga mayor esplendor y espectacularidad, todo esto se vivió con Diego Maradona como el nuevo amuleto rojinegro en el Coloso.

Más allá de la contundencia que marcan las cifras y de la diferencia de rendimiento de los dos equipos en el complemento, lejos estuvo de ser un trámite el partido para Newell's, a quien en el primer período se le hizo complejo, hasta que el golazo de chilena de Marino abrió el partido y armó otro desarrollo.

Pero sin dudas el quiebre del partido llegó con el golazo de un encendido Jairo Patiño, el tercero de Newell's, el segundo de su cosecha personal, que desnudó las falencias de Gimnasia y encendió definitivamente las virtudes de los jugadores de Newell's, que a partir de ese momento armaron una sinfonía del contraataque.

A esa altura, Marino había aportado un gol determinante para el desarrollo del encuentro y el propio Patiño había empujado al gol, una buena jugada colectiva que terminó con Olave ahogándole el festejo a Paulo Rosales. La alegría y el alivio le duraron poco a los leprosos, que seis minutos después tropezaron con un golazo impensado de derecha del zurdo Lucas Licht desde fuera del área que sacudió la estructura y generó algunas inseguridades en los dirigidos por Gallego. Porque Ñuls se dejó llevar por la vorágine que le propuso un Gimnasia urgido, y en lugar de aquietar el trámite y de hacer correr la pelota, empezó a cambiar golpe por golpe. Una secuela de esto fue un remate de Scotti que se fue apenitas desviado y que podría haber cambiado la historia.

Por suerte para el pueblo leproso, Patiño la colgó de un ángulo en el momento más apropiado, y los triperos quedaron con el corazón partido y a expensas de las bondades rojinegras. Así, llegaron los dos gritos de Mauro, por sendos tiros libres que no hicieron más que agrandar la emoción y la expectativa de cara al futuro.

El descuento de Marcelo Goux terminó siendo una anécdota en la que el Coloso fue testigo de la fiesta leprosa. Por la actuación del equipo y por la presencia de Diego. Y también porque ya empezaron a jugar el clásico ante los canallas. "Dale Ñuls, lo vamo' a co... a Central ...", se fueron gritando los hinchas en la locura que se transformó la caldera del Parque, en una noche en que tuvo un amuleto muy especial.

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Diego vivió el triunfo rojinegro a full.

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