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 domingo, 11 de abril de 2004

Puertas afuera. Un politólogo analiza el Concejo "móvil"
"No se pueden crear expectativas en la gente y luego no cumplirlas"
Para Roberto Ford las sesiones deben ser regulares, "si no sería un circo"

Carina Bazzoni / La Capital

¿Se acortará la distancia entre concejales y vecinos cuando el Concejo Municipal comience a sesionar en los barrios? Esta es la primera inquietud que dispara el anuncio de trasladar ese cuerpo a los distritos de Rosario. Si bien la respuesta todavía es incierta, pueden aventurarse opiniones. "En principio la idea me parece interesante. Pero con estas cosas hay un gravísimo problema, que es crear expectativas y no cumplirlas. Porque esto no te deja en el mismo punto en el que arrancaste, te deja peor que antes. Y al Concejo le pasaría esto: no saldría inmune", advierte el profesor de Teoría Política de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Alberto Ford.

Ford es licenciado en Ciencia Política y basó su tesis doctoral en las formas de acción colectiva que se desarrollaron en la ciudad con posterioridad a diciembre de 2001. Reflexionó mucho sobre lo que considera "una clave en la historia argentina", sobre la deslegitimación con que desde esa fecha cargan los actores políticos institucionales, y las respuestas -"algunas acertadas, otras lanzadas y oportunistas"- que se ensayaron desde aquellos días.

Por esto, si bien a priori tiene expectativas sobre el papel que jugará la presencia del Concejo en los barrios, lo hace con algunos reparos. Y lo marca claramente. "Qué resultará de esto no lo podemos ver hasta que no funcione. Yo no sospecharía ni les daría un cheque en blanco por anticipado. Hay que ver cómo se desarrolla", sostiene.

-¿Cómo debería llevarse adelante esta experiencia?

-Me imagino que por un lado se tendría que garantizar cierta regularidad en los encuentros. Si piensan hacer una sesión sólo una vez por año en los barrios me parece francamente ridículo. Y sería básicamente un circo. Sin ninguna duda.

-¿Y aparte de esta continuidad?

-Me parece también importante garantizar la información previa, permitir que la gente se entere de que esto va a suceder en su distrito, que sepa sobre qué temas se van a discutir y cuáles serán las reglas de participación. Quizás no sea tan importante hacer una sesión del Concejo, sino que se pongan en marcha allí distintas comisiones donde los vecinos organizados o individualmente se puedan acercar a discutir temas concretos. Y que después, esos mismos vecinos se encarguen de ir a la sesión de los jueves para seguir de cerca los proyectos.

-Lo que abriría otra instancia de participación...

-Claro. Porque con estas cosas hay un gravísimo problema, que es crear expectativas y no cumplirlas. Eso no te deja en el mismo punto en el que arrancaste, te deja peor que antes. Si, por ejemplo, una vecinal se pone a trabajar para hacer un proyecto sobre bicisendas en el distrito y se ponen de acuerdo, lo arman, lo escriben, sacan fotocopias, eso dignifica todo un esfuerzo. Y si lo hacen, lo exponen y después no tienen ni noticias, este grupo no queda igual que antes, queda peor. Y al Concejo le pasaría esto: no saldría inmune. Entonces si la idea es acercarse a los vecinos, que lo hagan en serio. Que las reuniones tengan regularidad, que la información circule y que existan reglas mínimas para garantizar un piso de igualdad en la participación.

-Las sesiones en el Palacio Vasallo son públicas y muy pocas veces se ven las gradas ocupadas por los vecinos. ¿La decisión de llevar las reuniones a los barrios garantizaría por sí sola la participación de los ciudadanos?

-Hay cosas que yo he visto en mi trabajo de campo que indican que la distancia física sí importa. En algunos casos el radio de acción cotidiana, de interés por lo público y de ocupación por los asuntos comunes se limita al barrio. Entonces que el Concejo se acerque al distrito implica un acercamiento geográfico, pero también puede significar un acercamiento mayor a nivel de los intereses, de las demandas.

-¿Esta iniciativa ayudaría a alejar la desconfianza que se teje sobre los cuerpos legislativos?

-Este tema no es nuevo y no es un problema exclusivamente argentino. Ya en la década del 20 Marx Weber o Hans Kelsen, autores conocidos en el derecho y la sociología, hablaban de esta distancia entre representantes y representados. Mirá el ejemplo del padre de Axel Blumberg cuando sale de la comisión parlamentaria diciendo "acá hablan mucho, hay que discutir menos y hacer". Ahí hay diversos problemas mezclados. Uno es que efectivamente los legisladores, por el mismo funcionamiento del cuerpo reglamentario, se terminan mirando mucho el ombligo. Pero también me parece que hay un cierto déficit cultural que probablemente tenga que ver con que en Argentina la democracia siempre estuvo atada con alfileres. Porque en definitiva se trata de eso: de personas mayores de edad, en uso de su razón, que discuten y deciden juntas las cuestiones públicas. En esto, la apertura del espacio legislativo aumenta la sensibilidad, y no se si esta será efectivamente su consecuencia inmediata, pero es así.

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Ford considera que será importante que se pongan en marcha comisiones de vecinos.

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