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 domingo, 28 de marzo de 2004

Perspectivas. A 22 años del conflicto en el Atlántico Sur
Malvinas y las ironías de la historia
La guerra que dio aire a la dictadura militar termino por sepultarla. El reconocimiento a los soldados sigue pendiente

Mario Glück

El 2 de abril de 1982, el régimen militar, capitaneado por el general Leopoldo Galtieri, tomó una de las decisiones políticas más grotescas y trágicas de la historia argentina: ordenó la ocupación del territorio de Malvinas. Por si esto fuera poco el gobierno y sus corifeos periodísticos, especularon con que Inglaterra no reaccionaría militarmente, el argumento, hoy por hoy parece inverosímil: había mucha distancia física entre aquel país y el nuestro... Sin embargo, y como cualquier cálculo de probabilidades serio podía prever, el antiguo Imperio colonial reaccionó, y a partir de ese momento tuvimos una guerra.

Un discurso patriotero y chauvinista, impulsado desde el régimen militar, invadió todos los campos de la esfera pública. Los medios de comunicación masiva, las escuelas, los clubes de fútbol y los partidos políticos se plegaron al clima nacionalista. Así el gobierno prohibió la música en inglés en los medios, y se empezó a escuchar en todas partes el himno a Malvinas; los políticos y sindicalistas opositores, en su gran mayoría, apoyaron la decisión; en las escuelas se organizaron actos, charlas alusivas y concursos sobre el tema. Nadie quiso faltar a la cita, hasta los lugares de esparcimiento y comercios se plegaron, cambiando sus nombres ingleses por su traducción al español o por otros que aludieran a lo que muchos estaban considerando una "gesta". De paso, un inesperado populismo se apoderó de Galtieri: salió al balcón de la Casa Rosada, ante el pueblo congregado en la plaza de mayo. Quizás, su trasnochado sueño fue repetir lo que Juan Domingo Perón había generado el 17 de octubre de 1945.

La ciudad de Rosario también fue presa de ese discurso, y el 3 de abril hubo una manifestación multitudinaria en la plaza 25 de Mayo. La Cámara de Empresarios del Transporte Urbano de Pasajeros cedió colectivos gratuitos para que la gente fuera a la plaza, las organizaciones gremiales y vecinales también se movilizaron ante la convocatoria. "Los grupos portaban banderas argentinas de gran tamaño y coreaban, entusiastas, cánticos alusivos al momento de exaltación que se vivía", narraba un cronista de La Capital.

Gerardo Cabrera, dirigente de las 62 Organizaciones peronistas, estuvo en el acto y declaró: "Queremos estar de algún modo presentes en esta hora decisiva para el país". Grupos de estudiantes cantaban estribillos y gritos patrióticos pidiendo al Intendente que saliera al balcón, y Alberto Natale saludó a los jóvenes congregados que le devolvieron el saludo con muestras de simpatía. Los diarios se poblaron de solicitadas y comunicados de todas las fuerzas políticas, desde las más condescendientes con el Proceso, hasta los partidos de izquierda, como el Partido Comunista Revolucionario y el Partido Socialista de los Trabajadores, todos ellos apoyando la "Gesta patriótica".

La municipalidad de Rosario organizó un concurso de monografías cuyos temas eran: "Defensa de los derechos argentinos sobre las islas Malvinas ante los organismos internacionales" y "Sentido histórico de la solidaridad americana". Algunos comercios de la ciudad no quisieron estar ausentes, y el antiguo bar Londres, cambió su nombre por el de Malvinas Argentinas, y la confitería Lord Jack mutó en "El viejo Galeón". También desde el municipio se centralizó la recaudación para el luego tristemente célebre "Fondo Patriótico"" que tuvo su impacto mediático, con momentos de melodrama, en un programa televisivo conducido en la ciudad por Pinky y Cacho Fontana.

Al mismo tiempo la euforia permitía una apertura hasta entonces inédita: los proscriptos culturales, políticos y sociales salieron a la luz en el espacio público, y se colaron, entre los intersticios de un nacionalismo infantil, los mensajes contestatarios del rock nacional, el teatro independiente y la literatura prohibida.

Luego de la derrota de Malvinas el general Galtieri fue derrocado y en su reemplazo asumió el general Reynaldo Bignone, cuya misión fue la de administrar la bancarrota del "Proceso de Reorganización Nacional", mientras preparaba el camino para la apertura democrática. El intendente de Rosario, Alberto Natale, renunció a fines de 1982 y fue relevado por un hombre de la Bolsa de Comercio, Víctor Cabanellas.

La toma de Malvinas había auxiliado a un régimen que ya estaba en crisis; la derrota convirtió a la guerra en un salvavidas de plomo. Las ironías de la historia hicieron que el apoyo inicial que había logrado la decisión del gobierno se transformara en repudio a la dictadura militar, y en la generalización de los reclamos democráticos.

Los soldados pasaron de ser "Héroes de una Gesta Patriótica" a convertirse en los mártires inconscientes del derrumbe definitivo no sólo de un régimen político sino también del lugar social privilegiado que tenían los militares en la Argentina. Este papel que tuvieron los muertos y sobrevivientes de la guerra no fue aún reconocido suficientemente por una sociedad que los aplaudió primero y, después de la derrota, prefirió ignorarlos, olvidarlos o directamente marginarlos.

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Cacho Fontana y Pinky recaudaron dinero para el Fondo Patriótico.

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