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 domingo, 28 de marzo de 2004

Ahora se sabe por qué el sol brilla y da calor

Hace pocos años que sabemos con certeza qué es lo que hace brillar al sol. La respuesta definitiva se logró desde un observatorio de Canadá, que constató la existencia de neutrinos, unas particulas de gran brillo y poder calórico, con capacidad para conservar las propiedades hasta el confín galáctico. En la búsqueda colaboró el físico argentino Salvador Gil, quien narró la historia del descubrimiento en una charla abierta en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Salvador Gil, físico argentino que da clases en la UBA y en la Universidad de San Martín, explicó que "el Sol nos regala 1,34 kw por cada metro cuadrado de tierra. A los argentinos, por ejemplo, que tenemos cuatro millones de kilómetros cuadrados, el subsidio solar alcanza los cuatro billones de kw, lo que a precios de mercado equivale a 15.000 dólares diarios por cada habitante. Afortunadamente es gratis, por ahora."

El científico dictó una conferencia y contó la experiencia realizada en el laboratorio del que forma parte, que permitieron aislar las partículas generadoras de la energía solar. En 1905 Albert Einstein propuso que la materia se podía convertir en energía según una sencilla fórmula de conversión: E=mc2, que explica que pequeñas porciones de materia puedan convertirse en formidables cantidades de energía, tal como ocurre con el astro.

"En el sol hay muy poca variedad de elementos, fundamentalmente hidrógeno y helio. La reacción que se genera se llama protón-protón (p-p) y consiste en la fusión de cuatro protones (los núcleos del hidrógeno) para formar una partícula alfa (el núcleo del helio). La masa de todos los insumos es mayor que la masa de los productos, por lo que la diferencia se transforma en energía", aclaró Gil.

Precisamente, esta es la reacción que el genio humano logró reproducir en la Tierra, conocida como la bomba H o la bomba de fusión, que fue explotada en el Pacífico, en 1952. Su poder destructivo fue 700 veces superior a las bombas de fisión de Nagasaki e Hiroshima y no es nada más que una mínima fracción de lo que ocurre en el horno Solar, pero de la misma naturaleza.

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