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 domingo, 28 de marzo de 2004

Análisis
Encarnizada puja distributiva por una porción del escaso gas

Daniel Montamat (*)

En 2003 la producción de gas natural alcanzó un récord histórico: casi 50 millones de metros cúbicos equivalentes de petróleo. Un 85 por ciento destinado al mercado interno, cuya demanda, también récord, creció un 9 por ciento respecto al año anterior. Pero las reservas de gas siguen cayendo en picada y el coeficiente que las relaciona con la producción se acerca al peligroso límite de 12 años.

El desencuentro entre una demanda que sigue creciendo y una oferta que no repone reservas ni amplía infraestructura, augura en el camino crecientes pujas distributivas e inevitables reajustes de precios y tarifas.

El desencuentro entre la oferta y la demanda de gas natural es consecuencia directa de la indefinición de reglas de juego y de las nuevas señales de precios de la canasta energética derivadas de la megadevaluación.

El consumidor residencial de un metro cúbico de gas natural hoy debería pagar siete veces más para consumir las calorías equivalentes si quisiera pasarse al gas licuado en garrafas. El consumidor industrial de gas natural debe pagar entre cuatro y cinco veces más las calorías equivalentes de fuel o gasoil.

El consumidor de GNC debe pagar entre cuatro y seis veces más según consuma gasoil o nafta. Sin embargo, muchos pobres que no tienen acceso a las redes, y algunas provincias no atravesadas por caños, no tienen opción: deben consumir sustitutos del gas natural mucho más caros.

La puja por el gas escaso se da entre los que tienen acceso a las redes de suministro: familias y comercios, industrias grandes y chicas, usinas eléctricas, y estaciones de servicio que expenden GNC. Durante el año, en promedio, la demanda de GNC insume un 10 por ciento del total y cada uno de los otros consumos se reparte un 30 por ciento.

En invierno, como las familias y los comercios incrementan el consumo para calefacción, se le corta por contrato el suministro a las usinas y a las industrias que tienen servicio interrumpible.

El problema este año es que todavía no ha empezado el otoño y ya hay cortes de gas para empresas que esperaban la interrupción para unos pocos días fríos de invierno. Si en verano no hay capacidad en los caños para satisfacer toda la demanda, imaginemos lo que puede pasar cuando venga la demanda pico estacional de invierno.


El estado de situación
Con reglas a discutir y precios que no recuperan costos, se sobreexplotaron las reservas y la capacidad existente, reduciéndose las inversiones. La actividad gasífera comprometía unas 100 perforaciones por año antes de la devaluación (exploración, avanzada, explotación); en los últimos dos años el nivel de actividad descendió a la mitad. Las inversiones en ampliación de capacidad están paralizadas.

El gobierno anunció la construcción de un nuevo gasoducto troncal para el 2006 y dispuso el ajuste de precios de gas para el segmento de consumo industrial y usinas (el precio del gas en boca de pozo les va a subir entre un 30 y un 45 por ciento).

También ha intentado desalentar el ritmo de conversión a GNC, con aumentos provisorios, y la creación de la categoría de GNC interrumpible. Para las nuevas ampliaciones se promueve la constitución de fondos fiduciarios. Todas medidas que están lejos de recrear las condiciones financieras y de inversión que despejen el escenario de crisis.

Mientras haya que convivir con una demanda insatisfecha, los consumos interrumpibles dependerán más días de los combustibles sustitutos, pero hasta los consumos firmes -como la provisión de GNC- pueden quedar sujetos a cortes.

Las grandes industrias han comenzado a asegurarse el suministro renegociando precios para arriba, y las centrales generadoras a gas han sido incentivadas por las autoridades a hacer lo mismo; pero las pequeñas y medianas empresas no tienen peso negociador ni consumo suficiente para asegurar sus demandas.

La puja por el gas escaso enfrentará a productores que aseguraron su suministro, con productores pymes que quedan librados a la existencia de excedentes; a consumos con transporte en firme, con los consumos sujetos a interrupción; a usuarios de GNC con usuarios que lo requieren como insumo productivo; y, finalmente, a consumidores domésticos con consumidores externos.

Mientras se administra la crisis, urge definir reglas y priorizar algunas inversiones de corto plazo (gasoductos regionales). El proceso de recomposición de precios y tarifas debe ser ordenado y pautado, porque en condiciones de escasez puede transformarse en anárquico.

(*) Ex secretario de Energía de la Nación.

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