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 sábado, 13 de marzo de 2004

Se busca difundir por qué es el continente de la ciencia y la paz
Un proyecto educativo quiere acercar la Antártida a los chicos y a la comunidad
La principal preocupación es el presupuesto, dice el director del Instituto Antártico Argentino, Mariano Memolli

Marcela Isaías / La Capital (Enviada especial)

"Es muy difícil hacer ciencia en la Argentina, pero así y todo se producen trabajos de buena calidad, porque siempre los científicos argentinos se las ingenian de la mejor manera para hacer con poco". La opinión es de Mariano Memolli el actual director del Instituto Antártico Argentino (IAA), un organismo dedicado a la ciencia, la técnica y el intercambio científico en el continente blanco. El investigador fue uno de los invitados a la inauguración del ciclo lectivo que tuvo lugar el miércoles pasado en la Base Vicecomodoro Marambio (Antártida Argentina). De la iniciativa que encabezó el ministro de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, Daniel Filmus, participaron alumnos de distintas regiones del país.

Durante el vuelo transcurrido en el Hércules de la Fuerza Aerea Argentina, que trasladó a los alumnos e invitados, Memolli dialogó con La Capital y se explayó sobre su tarea al frente del IAA. También acerca de la necesidad que esta experiencia de "conocer la Antártida" llegue a todos con una propuesta educativa y científica (ver aparte), sobre todo porque es el continente considerado como "reserva natural dedicado a la paz y a la ciencia".

Memolli está en el cargo desde septiembre de 2003, tiene 41 años de edad y lleva 15 en la actividad científica en la Antártida. Entre esos años se suman dos como jefe de la Base Militar Jubany, una de las seis permanentes instaladas en la región austral.

El joven científico por sobre todo es un gran optimista. Por eso al tiempo que confiesa que el presupuesto para la actividad que realizan siempre es tema de preocupación, también que lo que sobran son ganas y voluntad por hacer. "Entiendo que esto es prioritario, pero también lo son la salud, la educación y atender a la falta de trabajo", agrega.

Cuando asumió a cargo del IAA el único pedido que le hizo el canciller Rafael Bielsa -el organismo depende del Ministerio de Relaciones Exteriores- fue "que realizara una buena gestión". "Eso -concluye Memolli- exige responsabilidad y mucha libertad para hacer. Nos compromete a trabajar más en la actividad". También señala que se percibe un cambio muy importante para este sector de la ciencia a nivel gubernamental: "Que el presidente haya declarado el 2004 como el año de la Antártida Argentina resulta de un gran apoyo". Y a la hora de definir cuál es la meta al frente del IAA apunta a que por sobre todo "el instituto tenga autonomía intelectual".


Primeros pasos
Y el trabajo de ser científico en la Antártida no es sencillo. A las inclemencias del tiempo (es habitual trabajar en temperaturas que superan los 20 grados bajo cero), se suma la distancia de vivir lejos de su familia durante tiempos prolongados. Memolli es bonaerense, casado y tiene dos hijos pequeños. "Ellos aceptan este trabajo y me acompañan", dice.

Tal como recuerda llegó a la Antártida por un aviso en el diario: "Estaba en un bar, leí que buscaban médicos para la base Jubany, me presenté, gané el concurso y llegué como jefe de la base". Mariano Memolli es médico especializado en inmunología, por eso su función principal además de la gestión política al frente del IAA, es la de hacer sanitarismo en la Antártida.

"Cuando llegué supe que nada sería sencillo y así fue", dice al relatar cómo se inició hace 15 años en la actividad científica en la Antártida y de manera inmediata las anécdotas se suceden. "Todo se aprende en terreno, desde la logística, hasta las relaciones internacionales", agrega.


Un poco de historia
El Instituto Antártico Argentino fue creado en 1951, por Hernán Pujato, para que de manera permanente oriente, controle, dirija y ejecute las investigaciones de carácter técnico y científico vinculados a la región. Su actual director lo define como "el brazo científico - político" de la Dirección Nacional del Antártico (de donde depende el IAA). Esta dirección nacional, además es la encargada de organizar las campañas a la Antártida y preservar el ambiente en la región.

Alrededor del organismo nacional se mueven -explica Memolli- tres tipos de programas científicos: los cofinanciados con universidades, ONGs y organizaciones de otros países. Por ejemplo aquellos destinados a preservar el medioambiente. Y para ser ilustrativo relata que a su cargo tienen por ejemplo, contabilizar peces y controlar la fauna antártica. "Eso nos permite proyectar a futuro riesgos para el ambiente", comenta. "Pero además buscamos apuntar al desarrollo tecnológico necesario, por ejemplo impulsar el uso de energías alternativas, como es la eólica".

"El presupuesto -resalta- siempre es un tema que preocupa a los científicos. Pero otra también de gran importancia es que la organización antártica pueda ser vista como una actividad nacional, con un programa único. En fin, que sea una política de Estado porque sino sólo hay muchas buenas intenciones pero que a largo plazo se traducen en esfuerzos esporádicos".

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El director del Instituto Antártico Argentino, Mariano Memolli.

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