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 domingo, 15 de febrero de 2004

Jujuy: La antigua ruta de la sal
Una travesía de 120 kilómetros, que se realizará desde el 14 al 22 de abril, unirá Hornaditas y las salinas grandes

La vieja ruta de la sal, que los coyas transitaban hasta las salinas grandes de Jujuy para buscar bloques salados que la tierra prodigaba, será recreada a partir del mes de abril con el propósito de convertirla en un circuito turístico.

Unos cien habitantes de los poblados de la Puna acompañarán la travesía de 120 kilómetros, que se realizará desde el 14 al 22 de abril, cuando un arreo de burros cargados de trigo, maíz, habas, papas andinas y frutos de la quebrada de Huamahuaca parta del caserío de Hornaditas hacia las Salinas Grandes.

La propuesta apunta a rescatar y revitalizar una antigua tradición de la cultura nativa, pero también a generar una fuente de ingresos a través del turismo.

"La inquietud nació cuando la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad a la Quebrada", dijo Severiano Lamas, quien preside el Foro de Comunidades Aborígenes del departamento de Humahuaca.

"Fue entonces que reflexionamos y decidimos ocupar los lugares vacíos, entre ellos el turismo, porque nos dimos cuenta que rescatando antiguas tradiciones podíamos trabajar y beneficiarnos con la creciente llegada de viajeros", agregó.

La misma intención los guió hacia otros dos nuevos emprendimientos laborales, como los sombreros de lana de oveja que fabrican en Rodero y Juiri, y el desarrollo de una actividad ancestral de sus pueblos: las plantas medicinales.

Mientras tanto, con las comunidades guaraníes están proyectando realizar cabalgatas, como una manera de ir diversificando el incipiente negocio turístico.

Severiano tiene 54 años, 4 hijos, una carrera de abogacía por la mitad y mucho entusiasmo por el curso acelerado de promotor social que está realizando en la capital jujeña.

En el rico pasado de sus pueblos, él y los coyas puneños están conformando la ruta turística que podrá transitarse desde abril -cuando las lluvias amainan- hasta noviembre.

Afirma que "pudimos restablecer nuestros lazos con las comunidades de la quebrada y de las salinas, y que juntos salimos a relevar la antigua ruta de la sal -que apenas es un sendero angosto y pedregoso- por el que nuestros abuelos iban y venían".

La travesía tardará cuatro días para ir y otras tantos para volver, y sólo necesitarán otro más para trocar las mercancías por sal y disfrutar de la cálida compañía de los coyas salineros.

Los que aún viven cerca del enorme manto blanco de las Salinas Grandes son los descendientes de aquellos coyas que a principios del siglo pasado trabajaron en la explotación de la sal, cuando se asistía a la primera contienda bélica mundial.

En algunos tramos la ruta asciende a los 4 mil metros de altura, entre angostos senderitos donde la quebrada es el eje natural que divide las salinas del intrincado paisaje de yungas.

Por allí aparecen las "apachetas" de los caminos, lugares para reponer energías y coquear, de los que emana una sutíl espiritualidad. A ellas los caminantes se acercan llevando una piedrita que dejan en lo más alto del montículo.

"También nosotros -dijo Severiano- llevamos nuestras piedras y pedimos que la Pacha Mama nos ayude, ruegos que hacemos en voz alta, todos juntos, y también desde el silencio del corazón".


Comunidades indígenas
Severiano vive en Hornaditas, a 17 kilómetros de Humahuaca, un caserío de cuarenta familias que con los habitantes de los cerros llega a las 80, situado en las nacientes de los arroyos Mocotes y Chorrillo.

Es un sitio arqueológico donde se han hallado piezas de cerámica lisa, roja, negra y morada, y pequeñas puntas triangulares de obsidiana, en tanto que los petroglifos consisten en motivos hechos con puntos y figuras con forma de camélidos.

En estos días Hornaditas prepara el Segundo Encuentro de Comunidades Indígenas, que se realizará el 18 del corriente, y cuya primera edición se concretó en febrero de 2003.

El agua potable llegó a ese lugar hace apenas un mes, "con la ayuda de España, donde lanzamos nuestro proyecto apoyados por monseñor Olmedo, el cura de Huamahuaca", cuenta Severiano.

Y agregó: "el mismo día que llegó el dinero compramos los caños y nos pusimos a trabajar, por supuesto con mano de obra gratuita. El agua viene de Churqui Aguada y llega hasta la mesada, donde están los sembradíos. La celebración fue muy grande".

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