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 domingo, 15 de febrero de 2004

Panorama político
¿Obeid tendrá coraje para romper con el pacto secreto?

Jorge Levit / La Capital

La reciente visita del presidente Néstor Kirchner a San Nicolás, pese al triple viaje frustrado a Rafaela, es un empujón político que el gobierno de la provincia no debería dejar pasar por alto. Obeid se cruzó de provincia para ver de primera mano al tren K. Una formación que arrancó con mucha fuerza, todavía mantiene su velocidad crucero y por eso la gente lo respalda. Claro que viaja por la Argentina, un país donde el final siempre está abierto y a juzgar por las experiencias del último medio siglo las llegadas suelen tener muchas complicaciones.

Kirchner comenzó su mandato con cirugía mayor en las Fuerzas Armadas y en la Corte Suprema, con la rescisión de contratos a empresas concesionarias de peaje, con un límite digno ante los organismos internacionales de crédito pero con temerarias acusaciones a los tenedores de bonos del Estado, miles de los cuales son pequeños ahorristas argentinos.

El presidente tiene un lenguaje a veces excesivamente populista que, con el control total del poder durante al menos los próximos cuatro años, puede convertirse en peligroso si no le pone freno. Sobre todo si hay intentos de formar grupos juveniles de respaldo incondicional u organizar actos políticos en plazas históricas. Ya se sabe cómo termina todo esto. Pero al menos es uno de los pocos dirigentes argentinos que hasta ahora dice lo que piensa y que, con equivocaciones o no, toma decisiones y las hace ejecutar. Sólo basta el recuerdo de De la Rúa para notar la diferencia.

Nada de esto ha pasado en esta provincia durante más de una década. Una nefasta asociación entre los dos partidos mayoritarios, instrumentada a través de Carlos Reutemann y Horacio Usandizaga, ha hecho de la política un juego perverso de ocultamientos y verdades a medias con beneficios personales y para el círculo íntimo.

Desde el visto bueno de Usandizaga para aprobar la tramposa ley de lemas que posibilitó que Reutemann accediera a su primer mandato, hasta la situación actual, se cobijaron innumerables arreglos políticos y concesiones mutuas. Pero ninguno de ellos sirvió para evitar que esta provincia, una de las más ricas del país, tenga niveles de indigencia similares a los de las más pobres del norte, cuyos mayores recursos son las transferencias del Estado nacional.

Las áreas de mayor concentración de la miseria en Rosario y Santa Fe parecen una aproximación a la endémica pobreza del Africa subsahariana o a la del sudeste asiático. Así lo dijo con crudeza una vez una polifuncionaria y ahora legisladora reutemista -siempre beneficiada con estos pactos de estructuras- al describir como "Bangladesh" a la zona donde se levantó el edificio del Distrito Oeste de Rosario. Claro que lo decía más preocupada por castigar al gobierno municipal de entonces que interesada por saber cómo era posible mejorar la calidad de vida de esa gente.

El pacto no escrito entre Reutemann y Usandizaga permitió durante todos estos años el reparto de cuotas de poder en la Justicia, en las Cámaras legislativas y en distintas áreas de gobierno. Y terminó con el beneficio personal para quienes lo implementaron. La vergonzante designación de Usandizaga en el Enress, el ente que debería controlar la concesión de Aguas Provinciales, se inscribió en ese marco. Reutemann mandó el pliego a la Legislatura y se aprobó. Así fue siempre en los últimos años, todo se arregló entre dos.

Usandizaga, un dirigente radical de la ciudad que no hizo una mala intendencia y luego representó a la provincia en el Senado nacional, termina sus días políticos aferrándose al carguito y a los buenos pesos de un sueldo jugoso. Se parece a los grandes jugadores de fútbol que acaban su carrera deportiva en equipos del ascenso. Es un cuadro patético y típico del subdesarrollo de la política santafesina, que ha causado décadas de postración.

Obeid tiene ahora la posibilidad de llamar a las cosas por su nombre y romper con esta alianza que nada bien le hizo a la provincia. En estos dos meses de gobierno se ha referido a la gestión de Reutemann con tibieza y cuidado, como si no hubiera nada que revisar.

Reutemann exprimió a los docentes con el famoso presentismo de unos miserables 80 pesos que obliga a los maestros, aun enfermos, a ir a dar clase y terminan contagiando a los alumnos para que no les descuenten ese dinero. Echó a un ministro de Educación cuando traspasó el umbral de meterse en serio con el costo de la educación privada y terminó su gobierno con uno que admitió sumisión a los obispos.

Reutemann prometía en privado, antes de asumir su segundo mandato, que modificaría la Constitución provincial para terminar con las jubilaciones de privilegio. No lo hizo y el déficit millonario de la Caja, que por ahora paga la Nación, volverá a salir pronto de las arcas del Tesoro provincial. También toleró la estructura sindical estatal santafesina que maneja poder y dinero. Ni qué hablar de las famosas cajas negras policiales, de las que todos saben que existen pero nadie se anima a tocarlas. Y la lista podría seguir.

Obeid conoce todas estas cosas a la perfección porque fueron acuñadas en el marco de la asociación Reutemann-Usandizaga, de la que él también se benefició porque la ley de lemas le permitió ser gobernador dos veces. Pese a su discurso, no parece que tenga voluntad de modificar o derogar la polémica ley electoral. Con sólo enviar un proyecto a la Legislatura el gobernador no ha salvado su pellejo político. Tiene que hablar claro, decir quiénes no quieren cambiarla y si se descubre que son su propio partido o los beneficiarios del pacto peronista-radical, salir a denunciarlo.

Obeid tiene cuatro años difíciles por delante y una estructura partidaria que todavía no controla, pese a que el mes próximo asumirá como presidente del peronismo santafesino. Pero tampoco la dominará si quiere gobernar haciendo concesiones a la vieja política.

La mejor manera de romper con ella y con el pacto es desenmascararlos y contarles a todos los santafesinos qué es lo que ha pasado durante los últimos años en esta provincia. Ese es el modelo que parece le están reclamando desde la Nación. Todos esperan ver si Obeid tendrá el coraje de ponerlo en marcha.

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