Año CXXXVII Nº 48284
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Señales
Economía
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Campo 31/01
Salud 28/01
Autos 28/01


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 01 de febrero de 2004

En profundidad
José Enrique Miguens: "A la gente no la empaquetan más"
Sostiene que la sociedad está mucho más alerta y que el político que no lo entienda así, quedará en el camino

Daniel Leñini / La Capital

José Enrique Miguens es abogado y sociólogo, pero sobre todo pensador y apasionado humanista. Febril estudioso, ha aportado textos valiosos a la ensayística argentina, como sus últimas obras "Desafío a la política neoliberal" y "Política sin pueblo. Platón y la conspiración antidemocrática".

Como tantos intelectuales en Capital Federal, Miguens se siente atraído por el presidente Néstor Kirchner, pero no desde el enfoque de tanta prensa adicta y comentaristas de los mass media, a los que en general descalifica. A los economistas (y en especial liberales, parecería) los defenestra más.

Señala que los analistas juzgan los actos políticos con parámetros de varias décadas atrás, y que la misma categoría ("en desuso") debería corresponderles a los conceptos "izquierda" y "derecha", tan de moda en la Argentina.

-En sus artículos del último año sostuvo que se venía una nueva manera de gobernar y que quien no lo entendiera iría al fracaso. ¿Reafirma su tesis?

-Totalmente. Debía aparecer un nuevo estilo de gobierno con muchas de las características que, al menos hasta ahora, aprecio en el actual. En terminología del filósofo norteamericano John Dewey, diremos que es el piecemeal approach, es decir "solucionar los problemas uno por uno y gradualmente", y que él recomienda para gobernar en las democracias. Han desaparecido los viejos modos políticos, las declamaciones, los planes estratégicos, adhesiones a modelo y dogmatismos. El gobernante debe concentrarse en los problemas de la gente, y veo claramente al ministro Lavagna en este camino: hacer las cosas paso a paso y no anunciar grandes proyectos ni reformas. Cuando le preguntaron cuál era el paquete económico, respondió: "No soy hombre de paquetes". Fue la respuesta más acertada. Tantos chantas economistas han criticado al presidente porque no presentaba un plan económico, y mire cómo ha ido resolviendo problemas sin anunciar nada. Esas cuestiones típicas del país, "el proyecto nacional", "la estrategia nacional", representan grandes disparates que nunca se hacen. Los problemas se arreglan como usted con el organismo, a medida que aparecen los síntomas. Hay mucho verso entre nosotros, y los intelectuales son terribles: viven equivocándose; y los economistas, los peores.

-¿Por qué?

-Porque nuestros analistas políticos y económicos no se han hecho cargo de la situación y siguen manejándose con conceptos del pasado. No se han dado cuenta del aprendizaje que experimentó la sociedad y creen que la deben regir, orientar, decirle lo correcto. Hay un desfasaje total entre los comentaristas que creen interpretar la realidad y el público que la vive.

-¿Podría citar un ejemplo?

-Cuándo debaten acerca de las "intenciones hegemónicas" del presidente; si Kirchner es hegemónico o no. ¿A quién le interesa? Una pérdida de tiempo, un desgaste fútil de energías. Son psicologistas: analizan si el presidente, o sus actos, son buenos o malos cuando hace ya 40 años empezó a revertirse la manera de encarar lo social, lo político y lo económico. Las categorías para interpretar los hechos políticos son la persona humana y el desarrollo social, no las recónditas intenciones de los gobernantes ni si las obras de gobierno son de derecha o de izquierda y, una vez etiquetadas, descargarles las andanadas. Ni tampoco discutir lo que dijeron o dejaron de decir los funcionarios públicos. ¿A quién le interesa?

-¿Y para usted derecha e izquierda no sirven más que para orientar el tránsito?

-Limpiar el Pami, que es una vergüenza, ¿es de derecha o izquierda? No sé. ¿Arreglar la Corte? Puede haber sí una orientación general, unos que ponen el acento más en los pobres y otros que miran más a los ricos, pero en todo caso se dividirían entre progresistas y conservadores. Pero después todo ese mamarracho, la centroderecha, la centroizquierda, ¿qué significa? Nos han envuelto en una estupidez y mucha gente se ha matado, peleado por ello.

-Usted señaló que tanto los militares como Alfonsín, Menem y De la Rúa pensaron de la misma forma lo político: configurar las sociedades desde arriba. ¿Por qué define eso como una política esquizoide?

-Porque la realidad pasa por abajo y la gente no se ajusta a ese plano. Las sociedades no son edificios para levantar de acuerdo a un plano, entonces los individuos se las ingenian por zafar, escapar, moverse a través de la informalidad. Planteaban una política racional que planeaba sobre el vacío; no tenían en cuenta que vivíamos en una sociedad desintegrada, facciosa, revuelta, confundida.

-O sea que si el día de mañana viene Kirchner y dice: "Vengo a presentar el plan quinquenal" usted sale corriendo.

-Disparando. Otra cosa que le critican otros idiotas es que Kirchner no reúne al gabinete. ¿Para qué? Basta que hable con cada ministro para solucionar los problemas del área. ¿Por qué deberían juntarse a decir pavadas?

-¿Y cómo le suena esta frase que les habría pronunciado a empresarios españoles: "No atiendan tanto mis ideas, miren cómo actúo"?

-Espectacular. Hay otra cuestión idiota que desmenuza bien Stiglitz en su último libro, "Los felices 90", eso de "la confianza de los inversores". Qué confianza ni confianza, los inversores invierten cuando las cosas andan bien y son serias. Este hombre va y les dice: "Bueno muchachos, llegó el momento de invertir; si ustedes invierten, les aumento las tarifas". Así de simple, qué confianza ni confianza. ¿Qué vamos a esperar, que descienda como una cosa mística? Ridículo.

-Si usted entiende que la gente aprendió tanto, debe ser optimista con relación al futuro.

-Totalmente. Soy optimista y un apasionado del proceso político argentino porque como sociólogo me fijo más en la sociedad que en los gobiernos. Y la sociedad me devuelve la imagen de estar mucho más alerta, que no se deja robar tan fácilmente, exige cosas concretas y no la empaquetan más ni la envuelven con ideologías y vaguedades. El político que no ausculte permanentemente qué quiere la gente estará perdido. La sociedad ha sabido salir adelante con sus propias iniciativas y mejor que nadie se lo adjudique.

-Algo parecido dijo recientemente Guy Sorman en La Nación refiriéndose a Argentina: "Estoy impresionado por la gente del sector agrícola; conocen el mercado, saben moverse, son abiertos al mundo y demuestran fortaleza en los negocios. El problema es la política y los políticos".

-¿No ve? Déjenla a la gente, ya la han tratado como idiota mucho tiempo. Soy optimista pero porque la sociedad está cambiando de una manera increíble; está muy sabia, centrada, sensata. Y si alguien quiere hacer grandes planes desde el Sillón Presidencial, está loco.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
"Los intelectuales son terribles, viven equivocándose".

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados