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 domingo, 01 de febrero de 2004

El dictamen que eximió a Blair y hundió a la BBC recibe una lluvia de críticas
El caso derivó en una crisis sin precedentes de la emisora pública, que defiende su tradicional independencia

Londres. - El informe del juez Brian Hutton que el miércoles pasado exculpó a todos los integrantes del gobierno británico y castigó duramente a la radioemisora pública BBC en el caso del suicidio del experto David Kelly, provocó un sismo en la tradicional institución, con la dimisión de sus dos más altos cargos (a la que se sumó el viernes la del periodista involucrado en el caso, Andrew Gilligan).

Es un hecho sin precedentes en Europa, pero el dictamen es crecientemente denunciado por organizaciones de defensa de la libertad de prensa y por los medios británicos como una amenaza para el periodismo de investigación y la protección de las fuentes.

El presidente de la BBC, Gavyn Davies, cuando anunció su dimisión fue el primero en decir que las conclusiones del juez Brian Hutton sobre las circunstancias del suicidio de David Kelly, un experto en armamento del gobierno británico, son una "amenaza para la libertad de la prensa".

"Este informe es selectivo, groseramente parcial y supone una amenaza al futuro del periodismo de investigación", denunció Jeremy Dear, secretario general del Sindicato Nacional del Periodistas de Gran Bretaña. Hutton imputó directamente a la radiotelevisión pública del "error" de haber dejado a uno de sus periodistas estrella, Andrew Gilligan, acusar de manera "infundada" al gobierno de Tony Blair.

Gilligan aseguró, después de una entrevista con Kelly, que el gobierno había "hecho más sexy" un dossier de septiembre del 2002 sobre las armas de destrucción masiva iraquíes -que todavía no se han encontrado- para justificar la guerra en Irak.


"Gilligan tenía razón"
"Sobre el fondo, los hechos presentados por Gilligan eran ciertos. Es lo más importante y es lo que el gobierno quiere esconder", comenta por su parte Barry White, coordinador nacional de la Campaña por la Libertad de Prensa y de los Medios de Comunicación.

Y es que, lejos de ser imparcial, el juez ha "blanqueado al gobierno y crucificado a la BBC". Lo que es peor, "al dar la razón al gobierno y decir que el nombre de David Kelly habría terminado por ser conocido", el juez Hutton ha asestado un duro golpe a la protección de las fuentes. El informe de Hutton criticó muy suavemente al Ministerio de Defensa por haber entregado el nombre de Kelly a la prensa.

"Ello significa que nadie en la administración pública va a osar a partir de ahora denunciar la corrupción o el mal funcionamiento por miedo a verse expuesto de la misma manera" que el experto, quien trabajaba en el Ministerio de Defensa y terminó en la picota pública al saberse que fue el informante de Gilligan. Las presiones que sufrió desde ese momento lo que habrían llevado al suicidio pocos días después.


Blair, victorioso pero desgastado
Por otra parte, para Tony Blair esta fue una semana exitosa: confirmó su legendaria buena suerte al salir airoso de la investigación sobre Kelly, que se había convertido en un aguijón que envenenaba su futuro político desde hacía medio año (un ayudante suyo comentó entusiasmado: "Houdini lo hizo de nuevo"). Pero tendrá que conquistar de nuevo a una opinión pública desgastada por la crisis iraquí.

"Dejemos las habladurías cotidianas ir y venir. Estemos preparados para ser juzgados por la Historia", solía repetir Blair cuando se lo criticaba por haber participado en la guerra contra Irak al lado de Estados Unidos con el pretexto de que ese país albergaba armas de destrucción masiva que amenazaban la seguridad mundial y que todavía no han aparecido por ninguna parte.

El mismo miércoles en que Hutton dio a conocer su dictamen, Blair se presentó en el Parlamento y exigió disculpas a todos los que lo habían tratado de mentiroso. "Pido a los que afirmaron reiteradamente que he mentido sobre esto que retiren esta alegación completamente y sin equívocos", agregó. La BBC se apresuró a hacerlo incluso antes de que Blair se lo exigiera.

Pero este informe providencial no basta para recuperar la credibilidad de la opinión pública, ni el aura carismática que lo envolvía desde su llegada a Downing Street en 1997 y que le permitió convertirse en julio del 2003, con 50 años, en el jefe del gobierno laborista que más tiempo estuvo en el poder.

En un sondeo publicado por el Evening Standard, el 56% de los británicos considera que el informe Hutton "no es equitativo" y sólo el 36% lo califica de "convincente". En otra encuesta divulgada por el Daily Telegraph, la mayoría de los británicos, el 56%, consideran que el informe Hutton enterró el caso Kelly en provecho de Blair.

De personalidad compleja y reservada, este excelente orador de la eterna sonrisa que se ganaba a las masas en los púlpitos alegando principios morales, como ocurrió en el caso del conflicto del Kosovo (1999), perdió su capacidad de persuasión en el mucho menos defendible caso iraquí y tuvo que dirigir la crisis sin contar con el apoyo de la opinión pública.

Pero aparte del caso Kelly, esta semana deparó otras agradables sorpresas a Blair, ya que el martes logró que fuera aprobado su impopular proyecto de reforma de la financiación de las universidades. Aunque lo logró por sólo 5 votos, cuando la bancada laborista goza de amplia mayoría parlamentaria, lo que refleja el descontento creciente en un partido cuya ala izquierda no se ve reflejada en una política de centroderecha cada vez más alejada de los ideales reformistas del laborismo. "Blair ha perdido el contacto con el público", le reprochan los dirigentes sindicales, fieles aliados de su partido.

Y es que en lo sucesivo, el primer ministro tendrá que ganarse la confianza de su población, muy desgastada por la crisis iraquí y varios años de una política ambigua, que no se ajusta a los primeros discursos idealistas y prometedores del comienzo de su "reinado".

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