Año CXXXVII Nº 48284
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Señales
Economía
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Campo 31/01
Salud 28/01
Autos 28/01


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 01 de febrero de 2004

Para beber: El más caro

Gabriela Gasparini

El decir popular afirma que hay un mundo mejor pero que es carísimo. Ciertos detalles relacionados con el vino parecen confirmarlo, por lo menos la parte que asegura que para formar parte de él hay que tener más efectivo del imaginado. Nos referimos al ejemplo concreto del Chateau Petrus.

Aquí se plantea la encrucijada de hablar o no sobre el tema porque en un punto parece obsceno que se paguen cifras tan descolgadas por unos caldos por muy buenos que estos sean, pero es una realidad que existe, lejos nuestro, pero existe, y como una pizca de frivolidad tampoco va a matarnos, lo mejor es pensarlo como una muestra más del interminable anecdotario vinícola.

Difícilmente podríamos nosotros comunes mortales concurrir a nuestro restaurante preferido y acompañar el plato elegido con este famoso vino del Pomerol ya que para hacerlo deberíamos tener una tarjeta sin límite de compra. Nadie anda por ahí con tanto cash en el bolsillo, cosa de poder pagar el promedio de 750 dólares que cuesta la botella más barata. Y si nos empecináramos con un ejemplar de la cosecha 1961 ya tendríamos que pensar en desembolsar entre 12.000 y 15.000 dólares por una botella magnun. No en vano muchos sostienen que es el vino más caro del mundo.

Nativo del Pomerol, una diminuta región ubicada veintinueve kilómetros al este de Burdeos compuesta por pequeñas propiedades con una bien ganada reputación con respecto a sus caldos, aunque a veces resulte un tanto desmesurada porque aunque no vamos a decir que no sean excelentes ya que obviamente no los hemos probado, y quizás nunca lo haremos si tenemos en cuenta que para asistir a una cata de ocho cosechas diferentes hay que desembolsar 495 dólares. Lo cierto es que no parece que todas sus bondades justifiquen que el precio de este Merlot haya trepado hasta alcanzar estas cifras siderales.

No es suficiente pensar que la razón podría ser que la ubicación del Chateau es considerada la mejor de la región, y que el secreto de sus vinos reside en su geología arcillosa junto a un excelente drenaje natural unido a la máxima exposición al sol, conjunción que le proporciona la particular identidad de su perfil. Las mejores propiedades están situadas en el denominado Pomerol-Figeac, y da la casualidad de que el Chateau Petrus se encuentra en el centro de esta formación geológica única. La composición de los viñedos que en los comienzos era de 70 % Merlot y 30 % Cabernet Franc se convirtió con los años en una proporción del 95-5 % que es lo necesario para la elaboración del supremo.

Llegado a este punto hay que develar el misterio de tanto éxito, es que como en otras reconocidas bodegas la historia del esplendor del Petrus nació de la mano de una mujer, Madame Loubat, la visionaria esposa del dueño del Hotel Loubat en Libourne, quien cuando la familia Arnaud, primeros titulares de la propiedad fundaron la Asociación Civile du Chateau Petrus abriendo al público la participación en la misma, no dudó en adquirir un porcentaje que fue incrementando con el paso del tiempo hasta que llegó a ser la titular del domaine. Por supuesto trabajó duramente para conseguir que sus vinos alcanzaran el magno reconocimiento del que gozan en la actualidad entre los más exquisitos bebedores, y aunque a su muerte su familia haya vendido una parte de la empresa y sean otros quienes la administran y se encargan de la elaboración de los vinos, nadie olvida sus logros.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados