Año CXXXVII Nº 48275
La Ciudad
Política
Economía
Información Gral
El Mundo
Opinión
Escenario
La Región
Educación
Policiales
Arte
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Campo


suplementos
ediciones anteriores
Salud 21/01
Autos 21/01
Turismo 18/01
Mujer 18/01
Economía 18/01
Señales 18/01
Campo 17/01


contacto

servicios

Institucional

 sábado, 24 de enero de 2004

Charlas en el Café del Bajo

-Dejemos las cuestiones políticas y demos descanso a nuestra mente. Inyectémosle un poco de sosiego, de esperanza. Usted preguntará, mi querido Inocencio: ¿cómo hacerlo en un mundo que día tras día nos presenta mil y un personajes portando mil y una circunstancias que nos agobian, nos apenan y hasta nos deprimen, neutralizando todas nuestras fuerzas físicas y espirituales?

-Ciertamente, eso le pregunto, porque no es fácil remontar este barrilete, Candi. Se acuerda que cuando éranos chicos decíamos de los cometas que no volaban, que estaban "empachados", que tenían mucho engrudo. Pues a nosotros aquellos que tienen la misión de conducirnos supuestamente hacia una sociedad sino feliz al menos con cierta dignidad, nos han llenado de engrudo. No podemos remontar ni vuelo material ni vuelo mental, porque nos cansan y enfermen el físico, nos agobian la mente, que -como bien usted dice- con frecuencia termina deprimida.

-Pues bien, el secreto está en desplegar esa fuerza extra que tenemos los seres humanos (creados a imagen y semejanza de Dios) para al menos sobrellevar esta pesada carga que nos han impuesto los egoístas, los corruptos y los ineptos. No es fácil, lo sé, pero uno no puede conformarse y resignarse al "no se puede". Sí se puede, aunque tal vez no sea justo que debamos apelar a esa fuerza plus que tenemos para tolerar este trance. Tal vez alguien podrá decir, y con justa razón, que esa fuerza plus Dios la dio para que la aprovecharáramos en otras cosas, como el crecimiento espiritual, por ejemplo, y no deberíamos emplearla en morigerar trastornos que producen los irresponsables conductores del orden social. Y esto es muy cierto, pero no nos queda otra alternativa que resistir a través del empleo de esta fuerza hasta que se produzca un cambio en el orden planetario y, en consecuencia, en el orden nacional. Por el momento somos aquellos soldados franceses que en el frente y durante la guerra recibían desde los aeroplanos unos papelitos que decían: "Resistan". Muchos miles de soldados murieron en ese frente, muchos franceses creyeron que estaba todo perdido. Sin embargo algunos, como De Gaulle y los hombres de la "Resistencia", creían que todo podía ganarse, y al fin se ganó porque el que resiste con la fe inquebrantable del triunfo no puede sino vencer.

-¿Y cuál es esa fuerza extra que demos desplegar, Candi?

-Sabemos que los líderes sociales del orbe en general no se ocupan de aplicar el principio del altruismo. Poco importa a estos líderes (sean gobernantes, o grandes dirigentes empresarios que orientan corporaciones y holdings) el destino de la humanidad, ni en lo material y menos aún en lo espiritual. Poco importa que cientos de miles de niños mueran de hambre, como tampoco interesa que más niños adolescentes y adultos jamás vayan a tener acceso a la educación o se involucren en un desarrollo de carácter espiritual. Poco importa a esta clase el hambre, la enfermedad, la desocupación, la falta de educación, etcétera. Hombres como Martín Luther King, la Madre Teresa, Mahatma Gandhi, o como Maurice de Hirsch, de quien alguna vez hablaremos, no son fáciles de hallar en estos tiempos. Fueron desplazados de la conducción de la humanidad y no por casualidad. Es decir, el oscurantismo contrapuesto al amor y la luz se alza sobre el planeta y podríamos hablar de esto en otra oportunidad. Sin embargo, esto no significa que nos demos por vencidos; al contrario, es imprescindible, es un deber de todos aquellos que deseamos una vida mejor, trabajar desde nuestro pequeño puesto de batalla para que al fin se imponga aquello que todos anhelamos: una vida digna de ser vivida. ¿De qué forma luchar?

-Eso,¿cómo?

-A veces con una palabra. Días pasados en una cena que tuve con jóvenes entre quienes estaban amigos de mi hijo, éste dijo algo que me hizo meditar sobre cuál es el sentimiento de nuestra juventud pensante: "Esto (todas las insensateces a las que nos tienen acostumbrados los líderes) no va a cambiar más". Mi respuesta fue rápida y terminante: sí va a cambiar, claro que va a cambiar. Habrá un cambio en el orden internacional porque Dios no soportará por mucho tiempo tanta injusticia. Pero Dios nos ayudará si le ayudamos sembrando en cada lugar, en cada momento la semilla del amor.

Candi II

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados