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 sábado, 24 de enero de 2004

"En la murga sos un payaso de barrio, nunca hay que creérsela"
Falta y Resto regresa a la sala Lavardén con su nuevo espectáculo
Raúl Castro, el líder de la agrupación uruguaya, dijo que lo esencial es no romper el vínculo con la gente de la calle

Carolina Taffoni / La Capital

Después del éxito en septiembre pasado en la sala Lavardén, Falta y Resto vuelve hoy, a las 21.30, al teatro de Sarmiento y Mendoza para presentar su nuevo espectáculo, "La Supermurga". Con 24 años de carrera, "la Falta", como le dicen sus integrantes, muestra con orgullo todos sus laureles. Es la primera murga que actuó en Europa y la primera en dar un ciclo de recitales en la calle Corrientes de Buenos Aires, entre otros logros. En charla con La Capital, desde Montevideo, el líder de la agrupación, Raúl Castro, admitió que nunca llegó a vivir de la murga y aseguró que un murguero es "un payaso de barrio".

-¿La definición de murga cambió mucho con el tiempo?

-Sí. Creo que se le ha adjuntado una cierta pátina, un cierto roce con clases de las cuales no proviene y que todavía no ha conquistado pero está en vías de conquistar. Me refiero a la clase media. Entonces pierde un poco de inocencia, y eso no siempre es bueno. En un principio la murga tenía extracción social de las clases más marginadas. Después se fue extendiendo el fenómeno a raíz del propio carnaval montevideano. Ahí creció la murga y se incorporó otra gente, se coló toda una clase social.

-¿Cuándo empezaron a vivir de la murga, a ganar plata?

-No todos vivimos de la murga desde el punto de vista económico. Yo no vivo de la murga. Empezamos a ganar plata desde el momento en que arrancamos, porque en el carnaval uruguayo cuando bajás del tablado está tu dinero. Por suerte siempre tuvimos mucho trabajo. Pero cuando hablamos de la cantidad de veces que actuamos la gente se debe creer que somos todos ricos y tenemos casa con piscina. Y no es así. Yo además trabajo en publicidad, y antes vendía pintura. Otros integrantes de la Falta, como El Mono, viven de la murga. Se vive humildemente pero con mucha dignidad.

-¿Qué los distingue de las demás murgas uruguayas?

-Es difícil decir eso. Creo que Falta y Resto es pura calidad. Calidad es la del zurdo puntero izquierdo que la agarra de bolea y la mete en el ángulo. Eso para mí es la Falta. Con el humor también tratamos de buscar un caminito nuevo. O tratamos de adaptar a lo murguero caminos ya trillados. En ese sentido hay huellas notables. Ustedes los argentinos tienen tipos increíbles, desde Les Luthiers hasta (Alberto) Olmedo, pasando por Pepe Iglesias o el maravilloso Pepe Arias, que nunca fue considerado como debía. También está (Alejandro) Dolina y el humor que puede haber en algún tango. Es un humor que busca ser rioplatense y quiere tener esa cosa de vodevil uruguayo-argentino. Eso es lo que hacemos nosotros.

-¿Hay mucha competencia entre las murgas?

-Sí, por suerte. Lamentablemente a veces está exacerbada en lugares donde debería ser un poco más tranquila. Es difícil no competir, porque hay mucha tradición. Acá la gente es hincha de las murgas como de los cuadros de fútbol.

-¿Cómo recordás la gira europea de 1992?

-Como una experiencia alucinante. No estábamos supercontratados por los mejores hoteles (risas). Alquilamos tres camionetas y dimos la vuelta tocando, en algunas ciudades en teatros, y en otras en las calles y las plazas. Pasábamos la gorra. Los uruguayos que nos veían lloraban, porque es una cosa muy nuestra. A los que no entendían el idioma también les parecía muy atractivo, nuevo, interesante.

-¿A qué se debe el actual revival de la música uruguaya?

-A Falta y Resto (risas). Creo que es un momento coincidente de lo cultural con lo político. No lo político de los grandes salones sino lo político de verdad. La gente está dándose cuenta de que hay que mirar para el costadito, para la región. A nosotros también nos pasa que no nos damos cuenta de lo que tenemos al lado por estar demasiado invadidos con lo que viene de arriba. Uruguay tiene mucho para decir.

-Grupos de rock como Los Piojos y Bersuit Vergarabat toman elementos de la murga, ¿qué te parecen?

-Me parecen espectaculares. Siempre los escucho. Con ellos estamos recorriendo un camino común. Los siento muy cerquita.

-¿Qué les queda pendiente?

-Un millón de cosas. Acabo de sacar un libro que se llama "Carnaval del Uruguay", que son 18 poemas que cuentan el carnaval desde el principio. Eso va a ser la base del nuevo espectáculo de la murga, que estrenaremos a mediados de este año. También tenemos planes para grabar dos discos. Lo más lindo de la murga es que si te la creés sos boleta. En la murga sos un payaso de barrio, nada más, nunca hay que creérsela. Y tenés que ser consciente de la belleza que significa ser un payaso de barrio. Si vos no sos lo suficientemente abierto como para que un taximetrista te diga "flaco, la erraron", si vos al tipo lo desacreditás, ese es el momento en donde te la creíste. Y no hay que romper ese vínculo. Ese es el delgado hilo que te mantiene atado con el taximetrista, con el mozo, con el muchacho de la esquina.

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