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 miércoles, 21 de enero de 2004

En busca del gen perdido

En el laboratorio del Departamento de Ortopedia de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensylvania, se realizan desde 1992 investigaciones básicas clínicas sobre fibrodisplasia osificante progresiva (FOP), que han permitido ubicar el cromosoma en el cual se hallaría el gen que al mutar da origen a la enfermedad.

Las investigaciones, que son dirigidas por el doctor Frederick Kaplan -uno de los pocos especialistas mundiales en la materia- lograron avances importantes en el conocimiento de los procesos celulares que desencadenan la enfermedad. Sin embargo, todavía no se logró ubicar el gen afectado, que constituye una de las metas principales, dado que este conocimiento permitiría el desarrollo de un tratamiento efectivo para el control y, eventualmente, la cura.

Para poder encontrar el gen es necesario el análisis de las muestras de sangre de familias afectadas, dado que las mutaciones responsables de la mayoría de las enfermedades genéticas son identificadas a partir de rastrear los modelos hereditarios de partes de DNA (polimorfismos) a través de grandes familias multigeneracionales.

A partir de las escasas familias conocidas con estas características se pudo establecer que el gen causante de FOP se encontraría ubicado en el cromosoma 4, pero para poder estrechar la búsqueda hasta encontrarlo, se necesitarán más familias multigeneracionales.


Familias multigeneracionales
La extraña enfermedad, cuyo rasgo característico en el recién nacido es el acortamiento y malformación del dedo gordo del pie puede llevar a la inmovilidad, con los tejidos blandos convertidos en hueso. La fibrodisplasia osificante progresiva (FOP) es una enfermedad genética dominante, que se caracteriza por la progresiva fabricación de hueso donde no debe haberlo. Hasta hoy no existen terapias efectivas porque aunque se sabe que proviene de una alteración en el cromosoma 4, no se ha identificado aún el gen o los genes que la generan.

Carmen De Cunto, médica reumatóloga infantil del Hospital Italiano de Buenos Aires, dijo al respecto que "en general es mal diagnosticada porque los médicos no la conocen debido que se presentan muy pocos casos".

En la Argentina se estima que existen 20 afectados por este mal, de los cuales sólo 11 están identificados.

"Hasta tanto no se identifique al gen que la produce, el tratamiento es sólo sintomático y basado más que nada en la prevención. Se usan corticoides que se toman en el inicio de un brote para frenar la solidificación", afirmó De Cunto.

La enfermedad podría deberse a la mutación, no ya de un gen, sino de varios, y el rasgo característico en el nacimiento es la malformación de ambos dedos grandes del pie. "Los primeros síntomas -bultos dolorosos, con aspecto tumoral, en el tejido blando conectivo, incluyendo tendones, ligamentos y músculos- aparecen generalmente en la primera década de vida y a veces en la segunda, de forma espontánea o a causa de golpes y caídas", explicó De Cunto.

Episodios progresivos de osificación conducen primero a anquilosar las principales articulaciones del cuello y el tronco, y luego de brazos y piernas, volviendo imposibles los movimientos. Muchos pacientes son confinados en plena juventud a una silla de ruedas.

"Cualquier golpe, como una cirugía para la remoción de huesos heterotópicos, biopsias, inyecciones intramusculares o trabajos dentales, pueden conducir a nuevos crecimientos de hueso", explicó la profesional.

Hasta la década del •70 esta enfermedad era conocida como myositis osificante progresiva, pero luego, tras reconocerse que la totalidad del tejido conectivo, incluyendo ligamentos, tendones y músculos, se convertía en hueso, el nombre fue modificado.

Aunque los primeros registros de esta enfermedad datan de 1693, su escasa incidencia -estimada en un caso cada dos millones de personas- la hace desconocida, aún para la comunidad médica.

Los investigadores confían en encontrar familias multigeneracionales afectadas, ya que éstas podrían constituir la llave para hallar el gen que la produce y lograr su tratamiento.

En 1988 se creó la International FOP Association (Ifopa), una red mundial de personas que padecen la enfermedad, familiares y médicos, que se unieron para movilizar recursos para la investigación, difundir conocimientos sobre la enfermedad y dar contención a familias afectadas.

En octubre de 2003, tras el Primer Encuentro Latinoamericano en San Pablo, Brasil, se conformó la Agrupación Latinoamericana de Fibrodisplasia Osificante Progresiva (Alafop) que cuenta con la especialista argentina Carmen De Cunto como colaboradora del doctor Kaplan para América Latina.

Mayor información sobre esta red puede consultarse en la página www.ifopa.org, y en el e-mail: [email protected]. Para contactarse telefónicamente con la doctora De Cunto llamar al Hospital Italiano de Buenos Aires, al (011) 49590200, interno 8731.

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Las familias afectadas deben colaborar con la investigación.

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