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 miércoles, 14 de enero de 2004

Editorial
Absurda ofensa a la ciudad

Las declaraciones realizadas a La Capital por la vicepresidenta de la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Arte Oriental, Elsie de Rivero Haedo, en torno del inminente traslado de la entidad a Rosario, resultaron insólitas por el tono despectivo con que se aludió a la ciudad y merecieron en su momento duras respuestas por parte de referentes de la cultura local. Sin embargo el tema dista de estar agotado, ya que los grupos que operan desde la Capital Federal suelen disponer de más poder que el recomendable y resulta claro que en este caso pujarán hasta último momento y con todas sus fuerzas para impedir la mudanza del museo a orillas del Paraná.

"No será perjudicial, será fatal: será el fin del museo"; "A Rosario no va a ir ningún diplomático a menos que lo lleve de la oreja"; "Usted no va a poner un museo de estancias en el puerto de Buenos Aires o un museo de arte en medio de una estación petrolera"; "¿Qué orientalistas tienen ustedes en Rosario?"; "Rosario, que dejó quemar un museo fantástico como el de Ciencias Naturales, ¿puede garantizar la seguridad de este?"; "A los museos rosarinos les falta plata a gritos". Todo ese repertorio de conceptos cargados de desprecio y teñidos de arbitrariedad, más otras frases de similar tenor que se excluyen por razones de espacio, fue vertido por Rivero Haedo durante el transcurso de su diálogo con este diario. El estupor inicial de quienes leían la nota fue dejando paso a una lamentable certeza: la visión unitaria de la cultura no ha desaparecido, por el contrario, forma parte activa del paisaje nacional y opera con impunidad lindante, en este caso, con la alevosía.

No se justifica una réplica editorial a los dichos de Rivero Haedo, dado su nulo relieve intelectual, pero sí una reflexión en torno de lo que sugieren o explícitamente sostienen, la presencia de un "lobby" dispuesto a perjudicar los intereses de la ciudad -reafirmada incluso por una frase de significado inequívoco: "(Si el museo se mudara) no nos quedaríamos, trabajaríamos por otro lado"-. Más allá de la confirmación del traslado brindada ayer en persona por el secretario de Cultura nacional al intendente Lifschitz, la atención de las fuerzas vivas locales no debe decaer hasta la definitiva concreción del hecho.

No es que desde esta columna se intente propalar el localismo ciego, ni mucho menos ignorar los problemas que afectan a Rosario, sino simplemente refrescar la elemental noción de que sin una profundización del federalismo el destino del país no se separará del fracaso. Los males que el centralismo porteño ha provocado a la Nación son demasiado notorios como para permanecer indiferentes ante su descarnada fundamentación ideológica.

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