Año CXXXVII Nº 48263
La Ciudad
Política
Información Gral
La Región
Opinión
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Educación 10/01
Campo 10/01
Salud 07/01
Autos 07/01


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 11 de enero de 2004

Paz interior: Perdonar y perdonarse

A la luz de los últimos hallazgos de la medicina, ya nadie discute que las emociones negativas pueden enfermarnos. Deshacerse de ellas, entonces, es una prioridad. El esfuerzo por superar los rencores tiene un doble beneficio: vivir más años con paz interior.

Que nos enfermamos, la mayoría de las veces, por sentimientos y emociones que no sabemos manejar es algo bien sabido. Pero la ciencia acaba de poner a nuestra disposición una revelación muy importante sobre el tema: las emociones positivas como el perdón pueden ayudarnos.

"Puesto que nada de lo que nos proponemos puede ser impecable, y nada de lo que intentamos carece de errores, y nada de lo que logramos adolece de cierto grado de limitación y falibilidad, nos salvamos mediante el perdón. Hay una maravillosa aura que circunda el verbo perdonar. Es una palabra que sugiere: dejarse llevar, liberar, una acción que tiene el poder de calmar, de curar, de reunir y de volver a crear. Perdonar a los demás, por muy difícil que eso pueda ser, es sólo una parte del problema, a menudo es igualmente difícil perdonarnos a nosotros mismos".

Con esta claridad de conceptos, Leo Buscaglia define claramente el poder que tiene el perdón no sólo para la vida emocional sino para la salud física. Porque todos sabemos cuánto mal hace guardar rencor, pero pocos cuánto incide esto en el bienestar y la calidad de vida. Igual que si tomáramos una cucharadita diaria de un poderoso veneno, el rencor va minando lentamente nuestra salud. Por eso, perdonar no es hacerle un beneficio al otro, sino invertir en nuestra propia salud.

Numerosos estudios demostraron que las personas que en lugar de perdonar y perdonarse, acumulan resentimiento, tienen cinco veces más posibilidades de sufrir un ataque cardíaco. Son más proclives a contraer cáncer, sufrir de alta presión arterial y colesterol y tienen la puerta abierta a las enfermedades crónicas.

El origen de esta predisposición a los problemas de salud entre los rencorosos, se basa en que este sentimiento negativo produce un fatal desencadenamiento hormonal a causa del estrés que acelera el ritmo cardíaco, baja la guardia inmunológica y estimula la formación de coágulos de sangre. Durante estos mismos sondeos, las personas que tenían desarrollada la capacidad del perdón evidenciaron una autoestima más alta, equilibrio en la presión arterial y el ritmo cardíaco e, incluso, mejor descanso y sueño nocturno.

Dentro del marco estrictamente emocional, también se registran claras consecuencias. Un estudio tomó un grupo de personas a las que se midió un año antes y después de haber perdonado, y se comprobó que aquellos que lo habían hecho consiguieron eliminar la ansiedad y la depresión.

Perdonarse a sí mismo significa poder entenderse y conocerse, averiguar el origen del error cometido, ganar experiencia y proponerse transitar por caminos distintos. Del mismo modo ocurre en nuestra relación con los demás, no se trata de ser bondadosos con nosotros mismos, sino de aprender para mejorar, entendiendo que somos falibles y que el error es también una parte de la maravillosa aventura de vivir.

Ada Lamboy

Master en yoga científico y educacional

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados