Año CXXXVII Nº 48255
La Ciudad
Política
Economía
Información Gral
La Región
Opinión
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Educación
Campo
Escenario


suplementos
ediciones anteriores
Salud 31/12
Autos 31/12
Turismo 28/12
Mujer 28/12
Economía 28/12
Señales 28/12


contacto

servicios

Institucional

 sábado, 03 de enero de 2004

En profundidad. El escritor atacó la "ceguera argentina"
Marcos Aguinis: "Este gobierno genera ruido pero nadie sabe dónde están las nueces"
El intelectual tomó distancia de la corriente progresista que celebra el "estilo K" y dijo que la izquierda es conservadora

Mauricio Maronna / La Capital

Marcos Aguinis, como el salmón, nada contra la corriente. Mientras las capillas intelectuales porteñas caen subyugadas ante el "estilo K", el escritor traza una cruda descripción sobre la realidad y considera que en la gestión del santacruceño "hay mucho ruido y pocas nueces".

En una extensa entrevista con La Capital (con la excusa de la presentación de su libro "Las raíces del odio"), el intelectual que en los últimos comicios apoyó a Ricardo López Murphy cargó contra la falta de seguridad jurídica, el desempleo, "el conservadurismo" de la izquierda y la utilización del populismo como anzuelo para capturar a los sectores más diezmados: "Esta es la ceguera nacional: pedimos una cosa y hacemos lo opuesto. Queremos un modelo de país que se parezca a España, pero en realidad estamos tendiendo a ser Venezuela o algún país africano".

-En su último libro se habla mucho de una franja que va desde la intolerancia hasta el odio. ¿Cuánto de eso hay en la realidad argentina?

-Hay dos factores que incrementan el odio y que llevan a una situación muy peligrosa: por un lado, exclusión, hambre, desempleo, frustraciones en serie. Y por otro,el aumento de la anomia, ni más ni menos que la ausencia de normas, que no solamente están marcadas por la ley sino por los hábitos. Cuando esto aumenta y no se sabe cuáles son los límites significa como un permiso para seguir avanzando. El ejemplo más claro sucedió en la ex Yugoslavia, que terminó en un genocidio. Muchos serbios consideraban que era un derecho asesinar bosnios y viceversa. Acá se considera que es un derecho violar normas y reglas que afectan cada vez con más fuerza a la convivencia. La protesta y el derecho a peticionar debe ser preservado, pero también la Constitución establece que hay derechos cívicos e individuales. No tiene que haber coronita para nadie. En la década del 90 hubo coronita para los ricos y famosos, para la farándula, para los que estaban vinculados con el poder. Ahora esta corriente se desplazó a los sectores desempleados y excluidos, arrastrados a actos de violencia.

-¿Usted plantea criminalizar la protesta?

-Eso es una tergiversación burda del lenguaje. La protesta no puede ni debe ser criminalizada, pero ciertos dirigentes criminalizan a los pobres, que son empujados a la violencia. Las víctimas de la desocupación saben que la cuestión de fondo pasa por la creación de empleo, que tiene como hilo conductor los puestos de trabajo, que se darán en tanto y en cuanto haya inversión genuina. Pero cuando hay violencia no hay inversión genuina. El país que recibe la mayor cantidad de inversiones es China, que tiene dos cualidades que nosotros carecemos: hay seguridad jurídica y no hay violencia. Todo lo demás lo tenemos, y mejor que China, porque existe la democracia.

-Es curiosa la volatibilidad de la clase media porteña: hace dos años cantaban "piquete y cacerola la lucha es una sola" y ahora victimizan a los piqueteros.

-Hay una carga emocional que impide ver con lógica lo que ocurre. Cuando se pedía que se vayan todos no se admitía un mensaje prudente, pero finalmente la sociedad votó por los mismos que estuvieron antes o, incluso, por los peores. Esta es la ceguera argentina: pedimos una cosa y hacemos lo opuesto. Queremos un modelo de país que se parezca a España, Irlanda, Nueva Zelanda o Canadá, pero en realidad estamos tendiendo a ser lo que es Venezuela o algún país africano. Nuestra sociedad está muy confundida. Kirchner no nos dijo cuál es su proyecto nacional: trabaja en el día a día y construye su poder.

-En el periodismo argentino parece existir una sobrecarga de "oficialismo adolescente". Pero en el campo intelectual también existen algunos desvaríos y sin embargo no florece el debate. Sin ir más lejos, José Pablo Feinmann comparó a Kirchner con Jean Paul Sartre.

-(Lanza la carcajada). No sabía esto de Feinmann, es asombroso.

-Está escrito en la contratapa de un matutino porteño.

-Deseo de corazón que Feinmann no tenga que arrepentirse llorando de lo que ha dicho. La Argentina tiene una gran oportunidad, hay un crecimiento económico, los productos que exportamos están muy altos y esto puede ser el comienzo de una nueva etapa nacional. Pero temo que, como no se presta atención a la seguridad jurídica, no haya grandes inversiones. Así no puede durar más de un año y medio, después estaremos como hoy o peor. Lamentaría que se vuelva a perder otra oportunidad.

--La oposición argentina está en default. La derecha parece una pyme...

--Lo de derecha e izquierda es una ecuación caduca. En los únicos lugares en los que se generan dirigentes trotskystas es en la Argentina y en las universidades norteamericanas... En la Argentina se elogia a Sartre y yo recuerdo un periódico francés que expresaba que prefería equivocarse con Sartre a tener razón con Raymond Aron, lo que demuestra la ceguera ideológica... De Sartre se pueden aceptar algunas cosas, pero jamás su adhesión al modelo soviético. La izquierda argentina es extremadamente conservadora, está ahora con el statu quo. No quiere que nada cambie, prefiere que siga el asistencialismo, el subsidio prebendario, los ñoquis, la burocracia, la ineficiencia. No pretende que el país sea lanzado al desarrollo genuino como España. ¿Cuál es el progresismo de la izquierda argentina? Sus banderas coinciden simplemente en manifestarse antiamericanos y en atacar a lo que se considera de derecha. Reivindican las ideas del 70, que han fracasado y no se aplican en ninguna parte. ¿Quién reivindica hoy a la Constitución de 1853, liberal y progresista?

-Bueno, pero cuando se produjo el corralito, la clase media alta llegó a tumbar a un gobierno constitucional...

-Pero no se asocia eso con la propiedad privada. Acá seguimos considerando que la propiedad privada es reaccionaria. En cambio, cuando nos meten las manos en los bolsillos decimos que es la economía y no la propiedad privada.

-Pero la clase media alta que bramó con el corralito ahora está encantada con la centroizquierda.

-Sí, es una contradicción. Pero no se olvide cómo cayó la popularidad de (Fernando) de la Rúa. Acá no habrá mejora en serio si persisten el desempleo y la anomia. El nivel de inseguridad que se vive en la Capital Federal me hace sospechar que esas encuestas sobre la imagen del gobierno no son exactas.

-¿El desempleo y la desocupación no son un acicate para el clientelismo político?

-Esa es la cara perversa del populismo. El populismo deriva de una noble palabra que es "pueblo", pero no está al servicio del pueblo. Manipula al pueblo para que sirva al líder de turno. Le hace creer que ese líder está trabajando para el pueblo. Ese líder seduce y soborna con regalos, llámese asistencialismo o burocracia. Con un régimen populista, al pueblo jamás se le permitiría enriquecerse. El que prospera no necesita dádivas. No hay régimen populista en el mundo que esté acompañado por un pueblo rico. Los regímenes populistas (tipo Chávez en Venezuela) estimulan el odio social, porque eso lo hace imprescindible.

-La oposición cayó en el infantilismo de dividirse por el lugar que le toca a cada dirigente en la marquesina.

-Ahora vendrá un enfriamiento de la lucha política. Eso podría servir para esclarecer al país sobre lo que pasa, y en esto será fundamental el rol de la oposición. ¿Qué país queremos? ¿Qué es este gobierno? Hasta ahora no sabemos qué es esta administración que encabeza Kirchner. Provoca mucho ruido, pero nadie sabe dónde están las nueces. Este gobierno está muy lejos de Lula, quien en Brasil demostró mucha más visión al definir sus posiciones. La adherencia casi ciega que se le hace al oficialismo de parte de los intelectuales llevará a que tengan que meter violín en bolsa y comiencen a silenciarse si no se solucionan los problemas de inseguridad, desempleo y anomia.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
"Las ideas de los 70 han fracasado y no se aplican en ninguna parte".

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados