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 miércoles, 31 de diciembre de 2003

Médica cubana no puede venir a Argentina para ver a sus nietos
La científica disidente confía en la mediación de la Cancillería para salir de la isla

Una prestigiosa médica cubana, que pasó de fundar uno de los centros médicos de avanzada del país a militar en la oposición, expresó ayer su confianza en que la mediación del gobierno de Argentina ante el presidente Fidel Castro le ayude a viajar a ese país a conocer a sus dos nietos.

"Vamos a ver, ojalá Dios nos ayude en esto. El gobierno cubano tiene ahora muy buenas relaciones con Argentina", dijo Hilda Molina, una neurocirujana que dirigió hasta 1994 el Centro Internacional de Restauración Neurológica (Ciren).

Molina lleva ocho años tratando de viajar a Argentina para conocer a los niños, que su único hijo, Roberto Quiñones, tuvo con su esposo argentino.

Sin embargo, el gobierno cubano, según denunció la mujer de 61 años, le ha negado sistemáticamente el permiso de salida.

"Me dijeron que yo no podía viajar porque era una científica muy importante y que mi cerebro era patrimonio del país y que viajaría cuando el gobierno lo decidiera", dijo Molina.

Para salir del país los cubanos necesitan solicitar a las autoridades un permiso de salida, que es más difícil de conseguir en el caso de algunos profesionales como los médicos, para evitar la fuga de cerebros.

"Yo rompí definitivamente con el sistema hace 10 años y ese día firmé mi sentencia de muerte", dijo Molina, quien también era parlamentaria.

Tras una serie de desilusiones con el sistema vigente en la isla, Molina abandonó su carrera médica y su condición de parlamentaria y se vinculó a un pequeño grupo disidente, el Comité cubano pro derechos humanos. El gobierno cubano considera a todos los disidentes como contrarrevolucionarios financiados por Estados Unidos.

En su desesperación por lograr que su madre conozca a sus nietos, Roberto Quiñones hizo gestiones ante la cancillería argentina para que, aprovechando las buenas relaciones del actual gobierno de Néstor Kirchner con Castro, intercediera para que Molina pudiera salir de Cuba. "Dicen que van a hacer todo lo posible", añadió Molina en su departamento de La Habana.

El gobierno nacional analiza en estos días solicitar a Cuba que le otorgue a Molina el permiso para abandonar temporariamente la isla para poder visitar a su único hijo Roberto, nacionalizado argentino en 1996, y a sus dos nietos, Roberto Carlos y Juan Pablo, de 8 y 2 años.

La representante especial para los Derechos Humanos de la Cancillería, Alicia Oliveira, recibió días atrás a Quiñones y le prometió "hacer todo lo posible" para lograr la reunificación familiar. La semana pasada elevó un informe al canciller Rafael Bielsa en el que recomienda hacer las gestiones correspondientes. "Este es un tema humanitario; yo no puedo aceptar que ocurra algo así", dijo Oliveira al diario La Nación, aunque aclaró que "ésta no es la única razón que el Estado va a considerar".

Quiñones sabe de esas razones y recuerda cómo anteriores administraciones le dieron la espalda por considerar que se trataba de un "problema interno" de Cuba. Pero a la vez destaca que en esta ocasión encontró mayor receptividad a su reclamo, por lo que sus esperanzas se renovaron.

Las gestiones en la Cancillería comenzaron después de que la Cámara de Diputados aprobó, en una de las últimas sesiones antes del recambio institucional, un proyecto de declaración por el cual se afirma que el cuerpo "vería con agrado" que el Poder Ejecutivo solicitara a Cuba la visa de salida temporaria para Molina. En los fundamentos se recuerda que la prestigiosa neurocirujana fue quien atendió, entre otros, al fallecido ex diputado César Jaroslavsky, que permaneció varios meses en la isla caribeña hasta que se recuperó de una afección que le impedía caminar. (Reuters)

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Hilda Molina, en su casa de Cuba.

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