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 domingo, 28 de diciembre de 2003

Surge más integración, pero el Alca se enfría

María Isabel Rivero / Cecilia Caminos

El año 2003 vio debilitarse el proyecto de integración continental conocido como Alca, al tiempo que se fortalecieron otras iniciativas de integración de menor alcance dentro de América.

Del Canal de Panamá hacia el norte, la iniciativa estuvo en manos de Estados Unidos, que este mes cumple la primera década del Tratado de Libre Comercio con Canadá y México (Tlcan).

La administración Bush acaba de terminar las negociaciones de libre comercio con Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala (Cafta), y todavía espera sumar a este acuerdo a Costa Rica.

Costa Rica quedó fuera del anuncio del tratado en Washington porque no logró llegar a un acuerdo con Estados Unidos en algunos de los temas, especialmente en la exigencia de que liberalicen el monopolio estatal sobre los seguros y las telecomunicaciones.

Estados Unidos espera sumar a República Dominicana a este mismo acuerdo, para lo cual está negociando en forma bilateral, y aspira a enviar al Congreso para su ratificación al Cafta junto con otro acuerdo bilateral de libre comercio con Panamá.

Pero Brasil no está dispuesto a ceder tan fácilmente sus aspiraciones de liderazgo sobre América latina.

El primer año de gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva fue un año de intensa competencia entre Brasilia y Washington por marcar la pauta de qué negociar en el Alca, cómo negociarlo, y cómo lidiar con las diferencias extremas en nivel de desarrollo entre los 34 países.

Brasil, con el respaldo del Mercosur; Argentina, Paraguay y Uruguay, logró este año un ambicioso acuerdo de libre comercio con la Comunidad Andina de Naciones (CAN), integrada por Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.

Más allá de impulsar en el cercano y mediano plazo un mayor intercambio de productos, la alianza Mercosur-CAN representa un paso fundamental para la creación de un poderoso bloque político que abarcaría prácticamente toda Sudamérica, considerando que Bolivia y Chile ya son países asociados al Mercosur.

Al comienzo de este año, Washington le respondió al presidente de Colombia, Alvaro Uribe, que no aceptaba lanzar negociaciones bilaterales de libre comercio con ese país porque había que esperar los resultados del Alca.

Todo cambió durante 2003 y para noviembre, justamente durante la reunión ministerial del Alca en Miami, el gobierno del presidente George W. Bush anunció que lanzaba negociaciones de libre comercio no sólo con Colombia, sino también con Bolivia, Perú y Ecuador.

Afuera quedó sólo Venezuela, cuyo gobierno del presidente Hugo Chávez está en las antípodas de lo que Washington quiere para su "patio trasero" o "barrio", nombres usados por la administración Bush para referirse a América Latina.

Lula da Silva y el presidente Néstor Kirchner, al igual que Chávez, pretenden un Alca que contemple las desventajas de los países de menores recursos o menor desarrollo y que incluya compensaciones para las naciones más atrasadas.

Para predicar con el ejemplo, el Mercosur aprobó durante el mes de diciembre un sistema de preferencias para compensar las asimetrías entre las economías de Brasil y Argentina y las de Paraguay y Uruguay, un sistema que fue antes exitosamente utilizado por la Unión Europea (UE) para estimular el desarrollo de miembros como España y Portugal.

El grupo liderado por Brasil pretende que Estados Unidos reduzca los subsidios a su producción agrícola y que se busquen formas de evitar que esos productos subsidiados invadan los mercados latinoamericanos y lleven a la ruina a masas de pequeños productores, como ocurrió en México con el Tlcan.

Washington se opone tajantemente a todas estas propuestas. Los subsidios sólo los negociará en la Organización Mundial de Comercio, advirtieron reiteradamente sus negociadores y jerarcas, y no habrá compensaciones para los países menos desarrollados del Alca como hubo en la UE.

Un buen acuerdo entre Washington y los andinos puede debilitar al Mercosur, tanto política como comercialmente, ya que deberá competir con los productos estadounidenses para entrar al mercado andino.

Por el contrario, si el Mercosur logra un buen acuerdo con la UE, su posición para negociar el Alca será más sólida y más sostenible. La participación del comisario de Comercio de la UE, Pascal Lamy, en la última cumbre del Mercosur en Montevideo indica que para el Viejo Continente, este acuerdo también es de su interés.

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