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 sábado, 27 de diciembre de 2003

En un año de expansión, el sector se propone renovadas metas para el futuro
Las nuevas fronteras del campo argentino
Infraestructura, cadenas de valor, biotecnología y desarrollo rural son los desafíos que se vienen

Sandra Cicaré / La Capital

Las exportaciones agroindustriales al final de 2003 sumarán unos 16.300 millones de dólares como resultado de una actividad que invirtió 13 mil millones de pesos para el desarrollo de la campaña agrícola y aportó otros 6.000 millones en materia tributaria, según estimaciones de las entidades del sector.

Estas cifras que revelan el impulso que la devaluación en el plano local le otorgó al campo argentino, sumado a su propia competitividad, se dio en un contexto internacional en el que los países en desarrollo le marcaron la cancha a las potencias de la Unión Europea y a Estados Unidos, al reclamar con insistencia la eliminación de los subsidios a la agricultura en la fracasada cumbre de Cancún en la OMC.

El sector agropecuario adquirió un rol protagónico en el año que termina y como tal agendó líneas de acción que, aunque representan un impulso para su desarrollo interno, también lo son para el resto de la economía argentina.

Así, con las 100 millones de toneladas como meta tomaron fuerza los proyectos de infraestructura para lograr este objetivo. Se anunció la licitación del ferrocarril de cargas Belgrano, que permitirá acercar a los puertos la mercadería de las nuevas zonas agrícolas. A eso se le suman además, el lobby que sigue realizando el sector para la profundización del dragado del río Paraná a 36 pies en la zona comprendida entre Puerto General San Martín y el Oceáno y el acondicionamiento del tramo norte de la hidrovía. Como corolario del año, el Congreso de la Nación dio media sanción al proyecto de circunvalar de Rosario, el anillo vial que permite un ingreso más rápido a los puertos

Desde las entidades empresarias se estima que para alcanzar los 100 millones de toneladas se necesitará una inversión de aproximadamente 8 mil millones de dólares en todo concepto. Esta rueda comenzó a moverse con fuerza este año, con el anuncio de nuevas inversiones en plantas aceiteras en el cordón rosarino ("Una planta por campaña", es lo que dicen que hace falta para procesar una cosecha de soja qu e en breve podría llegar a 45 millones de toneladas) y de acopios y centros de transferencia en toda la campaña.

El boom agropecuario impulsó a toda la actividad económica. Las fábricas de maquinaria agrícola cerraron un año histórico, con ventas que superaron incluso las del ciclo expansivo de los años 96/97. Ese incremento impulsa también una nueva ola de inversiones en el sector fierrero.

Si el campo avanza hacia nuevas fronteras físicas, también va en busca de nuevos horizontes de conocimiento, valor y organización. Este año las agrupaciones empresarias del sector comenzaron a tomar a vuelo para posicionarse como referentes de las distintas cadenas de valor, acompañando así a las tradicionales entidades gremiales del campo pero con un perfil más técnico y de negocios.

Así, desde su seno surgieron experiencias que buscaron y lograron instalar a la biotecnología como una herramienta indispensable para el desarrollo del sector agropecuario. Productores agropecuarios pioneros pasaron así a convertirse en empresarios de la biotecnología. El caso más emblemático fue el convenio del Inta y la empresa Bioceres para la generación de nuevas semillas de trigo. Aunque también en la rama animal la empresa Biosidus logró demostrar el éxito de su proyecto de terneras clonadas para su aplicación a la medicina: se obtuvo así leche que provee hormonas de crecimiento y que será destinada al uso humano.


Vuelta al campo
El dinamismo del sector, que a pesar de la crisis económica del año pasado mantuvo un volumen de producción de 70 millones de toneladas de granos y conservó -con su complejo sojero- la condición de principal exportador mundial de aceite, se manifestó también en la reactivación económica del interior del país, que se reivindicó este año como el nuevo centro de poder económico.

Pero en el campo, y en la sociedad en general, hay todavía muchos temas por debatir y resolver. A la meta de 100 millones de toneladas, la Federación Agraria Argentina le sumó su propio objetivo de contar con un millón de productores agropecuarios en la próxima década, revirtiendo la tendencia a la desaparición de empresas registrada en el último censo agropecuario. Para ello, lanzó el sugerente proyecto de recrear un Instituto de Colonización que promueve el desarrollo del interior, con soja pero también con gente.

La fortaleza del sector se exhibió en los stands llenos de las dos grandes megaexposiciones a campo que, en forma inédita, se realizaron casi simultáneamente este año.

Actualmente, las estimaciones del sector privado indican que entre actividades agropecuarias específicas e industrias involucradas el sector ocupa a 1,6 millón de personas.


Soja, carne y sustentabilidad
Pese a las retenciones y a la modificación de la tributación en ganancias, dos temas que en distintas oportunidades paralizaron el mercado granario, la soja siguió siendo la estrella del campo y la predilecta por los productores a la hora de armar su esquema de negocios. Los inmejorables precios internacionales y los bajos costos de implante, fueron determinantes en esta actitud.

Frente a esto y a lo que se vislumbra como la amenaza del monocultivo y sus consecuencias para la tierra, desde el mismo sector agropecuario comenzaron a prenderse las luces de alerta y a discutir el tema de la sustentabilidad. Desde el propio Inta surgió un documento muy crítico advirtiendo sobre los riesgos de no diversificar la producción. Aquí, aún está todo en discusión.

En cambio, el año termina con todo dicho sobre la cuota Hilton, los cortes de alta calidad que la industria frigorífica exporta a la Unión Europea. Después de una dura crítica del sector al último reparto, plagado de medidas judiciales, la Secretaría de Agricultura modificó el criterio de reparto e incorporó la regionalidad en la distribución.

La decisión le pega duro a la provincia de Santa Fe, que hasta ahora concentraba la mitad de este cupo por la presencia de la mayoría de empresas exportadoras radicadas en su territorio.

Pese al pataleo de los privados y a la intervención del gobierno provincial, 2004 amanecerá con una nueva reglamentación que desmonopoliza esta distribución.

Simultáneamente, en el plano internacional, el reclamo por los subsidios agrícolas que aplican los países más desarrollados encendió este año una luz amarilla para las grandes potencias europeas y Estados Unidos luego del fracaso de la reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que se realizó en septiembre en Cancún.

El G-20, liderado por Brasil, Argentina, India, China y Sudáfrica, luego de Cancún, fue consolidando una aceptable fuerza, cambió el tenor y las características del reclamo. El Mercosur, y otros agroexportadores de Latinoamérica se despegaron así del encasillamiento que les generaba la oposición a los subsidios dentro del Grupo Cairns, por formar parte de este nucleamiento Canadá y Australia, y canalizaron a través del G-20 un reclamo más acorde a sus necesidades de economías en desarrollo.

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La industria aceitera deberá invertir en una planta por campaña.

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