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 domingo, 30 de noviembre de 2003

Golpe a comerciantes que ya demandaron a la provincia por los atracos
Pesadilla en un salón de ventas de Colón y Cerrito: sufrieron 17 robos
Ayer tres jóvenes armados maniataron a dos empleados y llevaron dinero y tarjetas magnéticas por 1.500 pesos

Estela Cipriani estaba muy exaltada ayer a la tarde. Difícilmente puedan reprocharle sus motivos: tres horas antes había sufrido el robo número 17 en su salón de ventas de Cerrito y Colón. Junto a su socia y a un grupo de vecinos se mostraban impotentes por la ola de atracos que azota al barrio. Y al mismo tiempo indignados porque están convencidos de que viven en una zona propicia para el hampa: aseguran que la policía brilla por su ausencia y cuestionan que las autoridades provinciales no implementen una política de seguridad que les permita estar a resguardo de los ilícitos. "No queremos mano dura, ni que pongan un policía por cuadra. Sólo queremos que el gobierno se ponga del lado de la gente", exclamó Cipriani.

Ayer a la tarde, Estela Cipriani y Ana María Carmen Blanco, las dos propietarias del minishop y librería ubicado en el cruce de Cerrito y Colón, padecieron otro robo a mano armada. A las 14.10, tres muchachos de entre 25 y 30 años y bien vestidos llegaron al comercio como aparentes clientes. Pidieron una golosina y cuando se las entregaron los ladrones desenfundaron tres armas.

A punta de pistola, llevaron a la cajera y al empleado de limpieza a un patio ubicado en la parte posterior del local, donde los inmovilizaron, entrelazando sus manos y sus pies con cintas de embalaje.

Los maleantes recogieron entonces el dinero y una cantidad importante de tarjetas magnéticas y se marcharon sin que los empleados advirtieran la dirección, ya que una cortina cubre el frente del local. Diez minutos después del robo, Ana María denunció el atraco a un operador del Comando Radioeléctrico, pero nadie de esa fuerza de calle acudió al comercio. Sí lo hizo una patrulla de la comisaría 4ª.

Los ladrones cosecharon un monto cercano a los 1.500 pesos sumando el efectivo y las tarjetas de colectivos. Estela también se lamentaba por esta pérdida. "Nosotros no ganamos nada por la venta de tarjetas. Lo tenemos como un servicio para la gente y es dinero que no podemos recuperar", se quejó.

La catarata de robos desde que las dos mujeres abrieron el quiosco hace seis años parece no detenerse. Con el de ayer son 17. En el año 2000, las dos comerciantes presentaron una denuncia penal con la intención de que el gobierno provincial les otorgue una indemnización por el daño económico que sufrieron por los ilícitos. "A mí el Estado me está debiendo 17 mil dólares si sumo todos los robos", reclamó Estela.

Estela se quejaba por la falta de respuesta oficial a las condiciones de inseguridad en que se desarrolla la vida cotidiana en la ex República de la Sexta. "Reutemann ya se va. Entonces nos preguntamos que harán Obeid y la vicegobernadora (María Eugenia Bielsa) que vive a la vuelta. Si nos van a dar una solución porque nosotros no podemos seguir trabajando en estas condiciones", dijo Cipriani.

La mujer también demandó a las futuras autoridades de la provincia una solución visible frente al delito. "Queremos que el dinero que se recauda por los impuestos se invierta en seguridad, en trabajo y en educación en un proyecto político serio en el que todos podamos salir adelante", casi gritó ante la mirada de sus vecinos.

A unos pocos metros, una joven mujer que se había sumado al grupo de vecinos que se reunió en forma espontánea en la esquina de Colón y Cerrito también hizo oír su voz de protesta. "Los arrebatos son constantes en el barrio, nunca pasa ni un policía ni tampoco se hacen cargo de responder ante los robos" , aseguró.

Estela parece creer más en la capacidad de organización de los vecinos que en el monopolio de la fuerza que deben ejercer el gobierno provincial y las fuerzas de seguridad. "Empezaremos a ver cómo nos defendemos y cuidamos entre nosotros. Esto no se aguanta más", dice.

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Los robos en el salón de ventas, casi una rutina.

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