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 domingo, 30 de noviembre de 2003

¿Te acordás hermano?... de Nicolás Di Marco, la Chancha
El ex arquero de Argentino en la década del 40 es un personaje del fútbol y cuenta su vida a los 84 años

Javier Parenti / La Capital

"Y... fui arquero porque era medio gordito y me gustaba poco correr", confesó con una sonrisa pícara la Chancha Di Marco, aquel que defendió los tres palos del gran equipo salaíto que estuvo a un paso de subir a primera división de la AFA cuando en 1945 se le escapó el único ascenso "por dos puntos, aunque demostramos que merecíamos subir. Era un equipo bárbaro y la muestra es que en la última fecha nos tocó jugar contra el campeón (sí, justo Tigre) en la cancha de Central y le metimos cinco goles (5 a 1)", recuerda Nicolás.

"Pesaba 95 kilos y medía uno ochenta y pico", dice como achicándose por el paso del almanaque, que hoy canta 84 años (26 de agosto del 19, en Peyrano) y de esos achaques que lo obligan a no despegarse del bastón y a caminar con cuidado para ir al patio a sacarse fotos.

"Salía bien a buscar todas las pelotas que caían de gotera, a agarrarlas, nada de puñetes. Además, terminé aquel torneo de ascenso con la valla menos vencida", sostiene La Chancha mientras lo demuestra con un par de revistas.

Pero así como cuenta las buenas no esconde las malas. Como esa decisión de dejar de jugar por culpa de los dolores del brazo: "Pasaba que cuando volaba y atajaba las pelotas después no sentía la mano y se me escapaban en forma increíble. Entonces dije basta".

De no creer, igual que como empezó en el fútbol. Sin proponérselo. Siguiendo el camino que le trazó la vida y los consejos de los amigos de la adolescencia, que por aquellos tiempos eran quizá más difíciles que ahora.

"Era caddie de golf y desde chico ya sabía todos los juegos por plata (el monte, el siete y medio, los dados), si hasta íbamos a la carretera y jugábamos los números de la chapa del auto que venía, poníamos 20 centavos cada uno. Hasta que nos mandaron a un cana. Entonces empezamos a jugar al fútbol, cuatro contra cuatro en un potrerito. Jugábamos por 5 guitas, una jesuita. Me tiraba para todos lados para no perder. Y ahí salí arquero, hasta los 13 o 14 años", dice mientras llega a la casa Romina, la tercera nieta (canalla y hermana de Carolina y Julián).

Pero el fútbol no lo enloquecía y dejó de jugar hasta los 17, cuando "formaron un cuadro en calle Iguazú, que se llamaba Castagnino, y necesitaban un arquero para la cuarta y un amigo me llevó. Pero el primer partido jugué muy mal y no volví a atajar. Hasta que me convencieron y fui al arco ante La Gloria, en Empalme Graneros. Ahí me tiré un partido tan lindo que hasta los rivales me aplaudieron. Y me gustó".

Entonces empezó a rendir en buen nivel y lo obligaron a probarse en Central y "en Newell's, pero cuando fui a la secretaría a buscar la orden para practicar no me gustó cómo me trató el entrenador".

-¿Qué pasó?

-Estaban Fabrini, Gómez y Guiribaldi, que se cagaban de risa como le había parado la chata al técnico cuando me preguntó si yo era bueno. Entonces le dije: «Si me ve condiciones me dice que vuelva, de lo contrario no me dice nada y listo». Pero de bronca después no fui.

Entonces apareció "el Panadero Rodríguez, que era de la comisión de Argentino, y me convenció que atajara para ellos. Y firmé. Jugué 6 partidos en la tercera y anduve bien. Y en la primera que todavía jugaba en la Rosarina jugué bien. Otros 6 partidos y me convocaron a la selección para jugar contra los uruguayos".

"Ellos jugaron con la base de los campeones del mundo del 50, los guapos del Maracaná, con aquella línea media que fue la mejor de la historia uruguaya, Gambetta, Obdulio Varela y Rodríguez. Allá nos ganaron 3 a 0, pero acá en Rosario ganamos nosotros 2 a 0, con un equipo en el que jugaban Casalini, Fogel, Milonga Heredia, Casagrande...", recuerda con orgullo, igual que cuando enfrentó al seleccionado porteño ingresando en el segundo tiempo "por pedido de los hinchas", cuando el equipo perdió 7 a 3 pero a él no le hicieron ningún gol. "Y eso que jugaban Pedernera, Masantonio, Moreno y el Chueco García".

Después llegó la afiliación de Argentino para jugar en la B de AFA en 1944 y el subcampeonato del 45 con esa formación que quedó en la historia grande del club que se había mudado entonces al barrio Sarmiento, con "los full backs Virginio y Anderé; una línea media excepcional que integraban Mujica, Maurino y Poletti, y adelante Negro, Trincheri, Casagrande, Cólere y López". ¿Y en el arco? Obvio, la Chancha Nicolás Di Marco. l

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Di Marco goza hoy de la casa que supo construir.

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