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 miércoles, 26 de noviembre de 2003

La nueva pandemia
Cada vez son más los niños con sobrepeso
Cardiopatías y diabetes pueden prevenirse desde los primeros años

María Laura Favarel / La Capital

"El sobrepeso es la nueva pandemia. En Estados Unidos un 25% de la población infantil tiene sobrepeso o es obesa. En nuestro país ésto comenzó a constituirse en un problema de salud pública", aseguró el doctor Leonardo Federico, miembro del servicio de Nutrición del Hospital de Niños Víctor J. Vilela.

Ya no se puede decir que un niño gordito sea sano. Enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes y las cardiopatías comienzan a desarrollarse silenciosamente a partir de la obesidad infantil, la nueva pandemia que afecta al mundo occidental. Paradójicamente, en este momento conviven la desnutrición, las anemias y el sobrepeso, verdaderos desafíos para la sociedad. "En esta era antibiótica, las infecciones están controladas. Pero otras enfermedades crónicas no contagiosas aumentan considerablemente y se pueden prevenir desde pequeños", explicó Federico.

Las enfermedades crónicas que se desatan en adultos jóvenes (menores de 55) llevan años de desarrollo. La obesidad, la diabetes no insulino dependiente, el colesterol y la hipertensión son consecuencias del tabaquismo, el alcoholismo, el consumo de grasas saturadas, las dietas con azúcares de fácil absorción y el consumo excesivo de sal en los niños. Con los años estos factores se potencian. El diagnóstico es decisivo si además se suman antecedentes familiares.


Mala nutrición
El sobrepeso indica que hay un exceso de grasas y un defecto de otros nutrientes. Ese niño se alimenta, pero no se nutre. "Esto no tiene que ver con la clase social, aclaró el especialista, pero la suma de factores es importante en los sectores más desprotegidos de la sociedad".

Los hábitos fueron modificando la alimentación: las comidas rápidas, la escasez de tiempo para sentarse a comer, la cada vez más esporádica mesa familiar y el alto consumo de azúcares de fácil absorción y las grasas constituyen costumbres que finalmente repercuten en la salud.

"Nuestra dieta es desproporcionada en el consumo de grasas, y esto se relaciona directamente con el desarrollo de enfermedades como la hipertensión, arterioesclerosis y las patologías coronarias tempranas", apuntó el especialista. Para evitar males mayores hay que comenzar cambiando hábitos desde la infancia.

La prevención debería iniciarse en la escuela. También el pediatra "debería ocuparse de qué come el niño y qué hábitos puede modificar, además de conversar con la mamá sobre la elaboración de los alimentos", señaló el especialista. "Los médicos pueden motivar a los niños para que realicen actividad física y eviten otro factor de riesgo como el sedentarismo", agregó Federico. Sin embargo, esto no ocurre, ya que la atención médica suele estar centrada en la enfermedad.

También desde el hogar se puede hacer prevención. Entre otras prácticas, retomando la mesa familiar como lugar de charla y reunión, hoy amenazada por la televisión o la falta de horarios. Además, este hábito exige la elaboración de alimentos con mayor cuidado y se ingieren más frutas, cereales y verduras.

Las políticas de salud pública también tienen un rol fundamental en el control de la calidad de los alimentos consumidos. "Deberían generar conciencia y tomar partido por la comunidad", apuntó el médico. Asimismo, subrayó que la desnutrición materna constituye una situación de graves consecuencias sobre la salud infantil, dado que los nutrientes que no se consiguieron durante la gestación no podrán ser sustituidos luego.

Las escuelas también deberían educar en ese sentido. "¿Qué se compra un chico en el kiosco cuando tiene un peso en el bolsillo?", cuestionó el médico.


La desnutrición que no se ve
Por su parte el doctor Humberto Faín, miembro del servicio de Nutrición del Vilela dijo que es muy frecuente ver casos de "desnutrición oculta". Esta no presenta rasgos físicos, porque los pacientes tienen buen peso y altura pero les faltan los nutrientes principales: zinc, vitaminas A, D y C, y hierro. La falta de micronutrientes afecta al desarrollo del cerebro. Sólo lo previene una alimentación equilibrada", dijo.

Desde este servicio desaconsejan hablar de "dietas" para los niños, ya que las restricciones en este campo pueden ser contraproducentes. "Ponemos el énfasis en que realicen actividad física, consuman lácteos y alimentos nutritivos", resaltó Federico. Además los médicos del servicio participan activamente de la educación de los pediatras en formación y en los programas que desarrolla la Municipalidad en Educación Alimentaria. Asimismo, ofrecen charlas informativas en las salas de espera.

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