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 viernes, 14 de noviembre de 2003

Encapuchados robaron 13 mil pesos de una constructora
Tres cuartos de hora de labor hasta que cedió la caja fuerte
Tras atar a dos empleados, los ladrones usaron una amoladora para abrir el cofre

Un grupo de delincuentes encapuchados, armados con pistolas automáticas, irrumpió antenoche en una empresa constructora de la zona sur para llevarse 4 mil dólares y 1.300 pesos en efectivo, además de una motosierra, un equipo de música y varias cajas de cartuchos para escopeta. Conquistar el botín requirió de un afanoso despliegue de labores en el lugar: los bandidos tuvieron que maniatar a un empleado y a un sereno y transpirar durante más de 45 minutos con una amoladora para abrir una caja fuerte. Fue una demostración doble de profesionalismo porque, además de no maltratar a las víctimas, la banda llegó con un dato preciso: el dueño de la firma había retirado el dinero del banco esa misma tarde. Los ladrones, por tanto, fueron hacia los billetes sin dar muchos rodeos.

Sucedió cerca de las 22 del miércoles, en el pasaje 2133 al 3400, a la altura de Ovidio Lagos al 6400. Allí funciona la empresa de José Venturini, que consta de un inmenso galpón y depósito en la parte trasera, y una casa en sector trasero, donde funciona la administración. A esa hora, los únicos que estaban en el inmueble eran Carlos Laduz, empleado y sereno del lugar, y un hombre mayor de apellido Torres, que vive "de prestado" en una casilla situada en otra parte del predio. El resto de los empleados y los dueños ya hacía rato que se habían retirado.

Carlos contó a La Capital que lo primero que le llamó la atención fueron los perros. En un momento empezaron a ladrar en dirección al portón de ingreso de la empresa. "Salí a ver qué pasaba y cuando me volvía para adentro me encuentro con dos tipos armados y encapuchados. Me encañonaron y dijeron: quedate quieto que no te va a pasar nada". Tras cartón apareció un tercer delincuente que ya traía apuntado a Torres. Así, las dos víctimas fueron llevados hacia el interior del inmueble. Los colocaron boca abajo y les ataron las manos con unos cables.

Mientras tanto, uno de los maleantes abrió el portón para que pudiera acceder un vehículo. Algunas versiones extraoficiales indicaban que se trataría de un taxi, pero esto pudo ser confirmado. Lo cierto es que el coche ingresó hasta el interior del predio para facilitar el acarreamiento de las cosas.

Lo poco que pudo ver Carlos fue que los tres vestían prolijamente. Pantalones con remeras y buzos y cubrían sus rostros con gorras de lana. "No nos hicieron nada, dentro de todo nos trataron bien", contó el empleado. Ya con el territorio "despejado", el trío se puso manos a la obra y dividió tareas. Mientras uno vigilaba a las víctimas, otro revisaba palmo a palmo las instalaciones y el tercero iba en busca del dinero.


Dinero de una transacción
Según fuentes policiales, el dueño de la empresa, José Venturini, había realizado una transacción bancaria esa misma tarde. Eso fue confirmado a este diario por Yanina, hija del empresario, quien contó que su padre había retirado 4 mil dólares y más de mil pesos de un banco cooperativo varias horas antes del atraco. De acuerdo al relato del testigo, los hampones fueron directo a la caja fuerte que estaba depositada en un cuartito lleno de herramientas. Venturini había guardado los billetes justamente dentro del armatoste.

Carlos contó que uno de los maleantes tomó una amoladora y trabajó arduamente durante más de 45 minutos para abrir un tajo en el hierro. Así se apoderaron de los 4 mil dólares y 1.300 pesos en efectivo. Después cargaron un equipo de música y una motosierra en el coche. Pero antes de marcharse revolvieron cada centímetro de la oficina. "Dejaron todo completamente desparramado", contó Yanina. Así hallaron un par de cajas de municiones para escopeta calibre 16 que también se llevaron.

Laduz y Torres fueron colocados dentro un baño, desde donde escucharon cómo los maleantes le imprimieron velocidad al auto. Cuando se soltaron, las víctimas comprobaron que además lo habían dejado sin teléfono. Las fuentes consultadas ayer no descartaban que hubiesen participado más personas además de las que entraron al predio de Venturini. También estaban convencidas de que no fue típico atraco al "voleo". "Para nosotros hubo una entrega", arriesgó un investigador.

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Carlos Luduz, empleado de la casa junto a la caja.

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