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 domingo, 09 de noviembre de 2003

A dos meses del hallazgo del cuerpo calcinado de Olga Agüero
Un crimen sin pistas ni sospechosos
El cadáver apareció junto a la autopista Rosario-Córdoba. La policía agota sus posibilidades investigativas y la familia no quiere incriminar a nadie

Sergio M. Maymark / La Capital

¿Quién mató a Olga Agüero? ¿Por qué lo hizo? Estas dos preguntas siguen sin respuestas tanto para los investigadores como para los familiares de la mujer de 49 años cuyo cadáver calcinado fue hallado dos meses atrás a la vera de la autopista Rosario-Córdoba, en jurisdicción de Roldán. Hasta el momento, los policías tienen una sola idea cierta: el móvil del crimen fue pasional. Aunque los hijos de Olga no terminan de comprenderlo y aceptarlo.

La mañana del 8 de septiembre el cuerpo desnudo y calcinado de Olga apareció en la banquina sur de la autopista a Córdoba, a 1,5 kilómetros al oeste del cruce con la ruta A-012. Junto al cadáver no había ninguna pertenencia que permitiera su identificación y, además, tenía quemadas las huellas digitales y el rostro desfigurado por la descomposición. Pasaron tres días hasta que uno de sus hijos tuvo la difícil tarea de reconocerla en la morgue y entonces no quedaron dudas sobre su identidad.

Olga era madre de cuatro jóvenes. Estaba separada de su esposo, con quien "tenía una buena relación y permanente contacto", dijo Gustavo Quiroga, uno de sus hijos. La mujer era vendedora de una línea de cosméticos y militaba en una unidad básica que postulaba al farmacéutico Daniel Peressotti como candidato a gobernador de la provincia.

El 31 de agosto Olga dejó su casa de Superí 1447 como habitualmente lo hacía. Pero en esa ocasión fue para no volver más. Entonces, sus hijos presentaron una denuncia por averiguación de paradero. "Mamá solía irse algunos días de casa con su pareja pero siempre mantenía contacto con nosotros. Pero después de aquel día no se comunicó más", recordó Gustavo.

A dos meses del hecho, el muchacho -de 24 años- mantiene las mismas dudas y sospechas que entonces. Aunque ahora parece ganado por la resignación. "A mi mamá no me la devuelven, pero a mí siempre me va a quedar la duda de quién y por qué la mató", sostuvo.

Acerca de esos por qué, Gustavo se preguntó: "Si los investigadores de la policía no tienen idea ¿cómo querés que la tenga yo?". Y aclaró que para él, "hasta que el crimen no se aclare todos son sospechosos".

Al respecto, el jefe de la Brigada de Investigaciones de la Unidad Regional XVII, comisario inspector Hugo Colombo, manifestó que "desde que se conoció el hecho se hicieron todas las diligencias primarias posibles y ninguna de ellas dio resultado". En ese orden remarcó que "se entrevistó a todo el círculo familiar, de amistades, allegados laborales y políticos e incluso a cuatro hombres que mantuvieron relaciones sentimentales con la víctima, entre ellos uno de Buenos Aires, y nadie pudo aportar nada". Por eso, dijo el jefe policial, la pesquisa "cayó en un punto muerto".

El cuerpo de Olga no presentaba heridas de armas blanca o de fuego. Sólo un traumatismo intrapleural determinó que le habían aplicado un golpe en la cabeza. "Pero los forenses indicaron que la violencia del golpe no había sido mortal, por lo que se cree que se habría desmayado o perdido los signos vitales por algunos instantes y eso asustó al homicida, que decidió desligarse del cuerpo y borrar todo tipo de indicios quemándola", agregó el pesquisa.

El estado de descomposición del cuerpo y las graves quemaduras que presentaba impidió a los forenses llevar adelante extracciones de semen o fluídos que podrían haber orientado la investigación mediante algún análisis comparativo de ADN. Tampoco encontraron los investigadores una pista económica que los guíe. "Esta mujer vivía de la venta de cosméticos, no tenía depósitos ni seguros, ni un peso para que alguien la matara con la intención de quedarse con el dinero", dijo el vocero policial.

También trascendió a partir de testigos que la mujer había sido vista días antes de su muerte en compañía de un hombre en un hipermercado de la avenida de Circunvalación donde hicieron una gran compra que cargaron en un Volkswagen Pointer. "Detectamos a ese hombre, que es empleado de la EPE, lo indagamos y no surgió nada", dijeron los investigadores.

Entonces los caminos policiales se fueron cerrando. Ahora todas las esperanzas están depositadas en la respuesta de la empresa telefónica a la cual pertenecía el teléfono celular de Olga. "Pedimos el detalle de llamadas entrantes y salientes para seguir los últimos pasos de la víctima pero hace más de un mes que esperamos la respuesta", manifestó Colombo.

Desde que se inició la causa sólo dos datos engrosaron la carpeta de los investigadores. "Dos denuncias por agresiones con su ex esposo que estaban radicadas en la seccional 30ª y el relato poco serio de la concubina del ex marido de Olga que denunció en la comisaría 32ª haber sido amenazada desde un viejo Ford Taunus por un hombre que le dijo que le iba a pasar lo mismo que a la mujer", recordó un allegado a la pesquisa. Pero ambos hechos fueron investigados y desestimados por los policías.

"Yo no puedo incriminar a nadie y sé que hasta yo y mis hermanos somos sospechosos para los policías", dijo Gustavo y agregó: "A mí me gustaría colaborar y ponerme a buscar a la par de ellos (los investigadores) pero no puedo, estoy limitado. Tengo que seguir trabajando como mis hermanos para poder vivir. Sabemos que nadie nos devolverá a mamá pero ella dio todo por nosotros y quería que saliéramos adelante. Es lo que estamos tratando de hacer con ayuda de mi viejo y de psicólogos".

Para el final, Gustavo dejó su deseo de que "hoy, mañana, o quizá dentro de cinco años alguien descubra quién y por qué la mató", y confió que "recién ese día voy a estar tranquilo".



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Para el hijo de la víctima, todos son sospechosos.

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