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 domingo, 09 de noviembre de 2003

Variaciones en negro
El mensaje político de los Padres del Dolor

Hernán Lascano / La Capital

A los que estaban en la carpa se los distinguía ayer hablando con ademanes mansos debajo de la lluvia, mateando, acompañándose. Frente al edificio cerrado de los Tribunales, en medio del torrente que baldeaba el asfalto vacío, la presencia de ellos era lo único no anónimo de la calle y reverberaba como un pertinaz mensaje político. Un mensaje simple que apenas dice: "aquí estamos".

El "aquí estamos" de la carpa de los Padres del Dolor no quiere ser una presencia suplicante para que terceros actores, por sentido de la función cívica o por piedad, les gestionen algo que ellos no deberían ni reclamar, como es la garantía de investigaciones judiciales igualitarias y ecuánimes para las muertes de sus hijos, la mayoría en episodios de cruenta violencia policial. El "aquí estamos" es un voluntario estado de sintonía con el tiempo presente. Es advertir: "tenemos un propósito político que creemos justo y no lo delegamos, tenemos herramientas para conseguir nuestro propósito y nos vamos a hacer oír porque nadie nos responde y eso implica que el Estado no nos tiene por ciudadanos iguales".

Es notable lo que pasó en sólo 50 días. A mediados de setiembre, en una misma semana se supo que quedaban cerrados los casos de David Juárez, Andrés Velásquez y Walter Caballero, tres chicos muertos por policías. Los casos fueron llevados por el mismo juez, que sobreseyó a los policías implicados. El que intervino en la muerte de los dos últimos chicos incurrió en otras dos muertes. Luego otro juez archivaba la causa de Carlos Gauna, muerto en un baldío de barrio Ludueña por un agente del Comando Radioeléctrico, que fue desvinculado del episodio sin siquiera ser citado a declarar.

Esto se dijo antes y volverá a decirse. Quien examine los casos designados como de "gatillo fácil" encontrará secuencias calcadas: víctimas atravesadas por tiros que describen trayectorias de arriba hacia abajo, lo que desafía la idea del tiroteo. Dermotests negativos que sugieren que las víctimas no dispararon. Testigos que señalan a policías abriendo fuego al aire con posterioridad para montar la escena del enfrentamiento, o colocando armas en manos de víctimas para incriminarlas. Policías siempre controlando los sumarios donde hablan (previsiblemente) de cómo ocurrieron los hechos que los tienen como protagonistas.

El patrón de conducta del Poder Judicial es, casi siempre, el mismo: examen débil o ausente de las pruebas que incriminan a los policías, valoración positiva de los testimonios que los protegen y mínima contemplación de las voces que los complican. Este patrón, que implica parcialidad y vulnera la igualdad ante la ley, es lo que los Padres del Dolor empezaron a divulgar con una estrategia sencilla: no parar de hablar de eso. Y hacer que actores con voces autorizadas no pudieran sino pronunciarse también.

Que la política es eso y no un territorio reservado a especialistas quedó claro muy rápido. Tras un incidente en Tribunales que terminó en corridas y rotura de vidrios, un funcionario principal de la Secretaría de Justicia de la Nación, Eduardo Guarna, dijo que en Santa Fe se nota que el sistema judicial no da respuesta rápida a casos que salen de lo ordinario y que "existen circunstancias que son delito y que terminan impunes porque hay diferentes obligaciones o facturas entre la corporación policial y la corporación Justicia".

Poco después un fallo de la Cámara Penal obligó a reabrir la causa Gauna porque el juez actuante había ignorado un cúmulo de evidencias e investigado de modo insuficiente. El caso pasó a otro juez que, tras compulsar el expediente, solicitó que los policías envueltos en la muerte de Gauna queden presos. El viernes, el Ministerio de Justicia resolvió que Santa Fe era la provincia elegida para lanzar el llamado "Plan Antiimpunidad", para investigar las denuncias de delitos impunes y activar los procedimientos judiciales. Una semana antes, el Presidente de la Cámara Penal de Rosario, responsable de revocar el archivo de la causa Gauna, citó a los Padres del Dolor. Les aseguró que cada caso será compulsado y que serán recibidos por los jueces que los tienen.

Este tipo de respuesta de la Cámara Penal reconoce que, como mínimo, no hay arbitrariedad en el reclamo de los Padres del Dolor. En otras palabras: que no piden cualquier cosa. Este grupo expresó antes lo que la Cámara Penal dijo después: hay investigaciones deficientes. Y postula, también aunque tímidamente, que hay otro rumbo posible para el tratamiento judicial de estos casos.

Las consecuencias de persistir en el rumbo conocido, que entraña la declinación consiguiente del Poder Judicial a los ojos de los ciudadanos, serán cada vez más difundidas y tendrán cada vez más público. Ayer a la tarde en su carpa, debajo del agua torrencial, tomando mate y sin gestos fatuos, los Padres del Dolor parecían poner a circular ese mensaje político.

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