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 domingo, 09 de noviembre de 2003

Educación: La maestra caracol

Marcela Isaías / La Capital

Las historias que guardan las escuelas suelen ser apasionantes, algunas por tratarse de verdaderos testimonios de vida, otras por haber marcado un rumbo distinto en la educación, aun en las condiciones de trabajo más adversas. Entre esos relatos que marcan diferencias en el campo educativo se inscribe la tarea de Angela Peralta Pino, una maestra rural que trabajó 22 años en el monte santafesino, enseñando a los hijos de los hacheros. Lo singular es que lo hacía en una escuela que funcionaba en una casa rodante, tirada por un tractor. Por eso también se la conoce como la maestra "caracol". Su trabajo no pasó inadvertido, a tal punto que la fecha de su natalicio, el 9 de noviembre, fue instituida como el día de los maestros rurales.

La historia de Angela fue rescatada por el fotógrafo profesional santafesino Fernando Ráber en un libro editado por Amsafé: "Angela Peralta Pino. La historia de una pasión". "Lo que aparece como muy claro es que Angela Peralta Pino (1901-1991) y su escuela rodante fueron y son un hito fundamental en la historia de la educación santafesina y, en particular, en lo que refiere a la educación rural", señala Ráber en su obra.

La maestra se hizo cargo de esta escuela (la Nº 942) en 1940, cuando tenía 39 años. Allí trabajó hasta 1962. Hacía de directora y maestra de grado al mismo tiempo, en la casa rodante, que en realidad era un vagón ferroviario reacondicionado para poder trasladarse por distintos destinos del norte provincial; una zona caracterizada por el monte de algarrobo y quebracho, devastado por las compañías extranjeras y donde todavía se sentía el paso de La Forestal. Basta imaginar semejante panorama para predecir las condiciones infrahumanas de vida de quienes fueron sus alumnos.

A lo largo de 22 años, Angela recorrió los obrajes de Los Guasunchos, Los Quebrachales e Itapé; las zonas rurales de Santa Margarita, Los Guanacos, Las Cuatro Bocas y El Mate. También estuvo en zonas conocidas como La Avanzada, La Carreta y La Hiedra. Durante todo ese tiempo la maestra recogió -algo poco común para ese momento- testimonios de sus clases y de la vida de sus alumnos a través de la imagen: con una cámara elemental tomó 250 fotos (como la que ilustra la nota) que ahora conforman parte de un legado educativo inigualable.


Casa-escuela
El vagón donde dictaba sus clases era, además de aula, dirección escolar, biblioteca y vivienda. La forma en que se distribuían los asientos alcanzaba para albergar a 32 alumnos. "Todo es pequeño, austero. Sólo lo necesario y suficiente. Nada es accesorio", describe Ráber en su libro para dar cuenta de que el espacio era aprovechado al máximo a la hora de enseñar.

Las clases de Angela ponían la nota a los cambios pedagógicos del momento y que, a decir verdad, la escuela todavía reclama. Según recuerda el autor del libro editado por Amsafé, la época en que le tocó actuar la encontró en un país signado por permanentes convulsiones internas y golpes de Estado. Pero Angelita -tal como la llama Ráber- no era ajena a esos acontecimientos, estaba enterada por las cartas que le enviaba su madre junto a recortes de periódicos. Esas noticias las compartía con sus alumnos para que no permanecieran alejados de la realidad.

La población con la que trabajaba era inestable. Se movía en función de su trabajo. Por eso Angela se traslada de obraje en obraje. En ningún momento pensaba que por ser tan pobres y vivir en ínfimas condiciones debía retacearles el derecho a aprender. Basta leer las actas que dejaban los inspectores, después de cada visita por la escuela, para comprobar los resultados de su trabajo. "La señorita maestra ha logrado encauzar la enseñanza por la senda del éxito, ya que los conocimientos se transmiten por medio de la observación y de las comprobaciones tangibles... Los niños son ordenados y trabajan con seguridad y aplomo, hecho que demuestra que la enseñanza ha sido debidamente dosificada", dice una de las conclusiones a las que arribó un inspector de escuela después de evaluar a los alumnos de la zona rural de Santa Margarita.

El mismo funcionario había resaltado otros logros, como el de la lectura, la comprensión matemática y el acercamiento a la comunidad que había conseguido la maestra.

Cuando Angela pasó a retiro, la escuela rodante quedó abandonada durante 20 años. Recién en 1983 fue rescatada y restaurada. Ahora se la puede ver en el Museo Histórico de Tostado y recordar entonces una de las primeras palabras de la maestra "caracol": "Estoy encantada con mi nuevo cargo. Siento un poco de emoción al pensar que llevaré los beneficios de la escuela al interior de los montes, donde hay niños que esperan la voz educadora del maestro".

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