Año CXXXVI Nº 48202
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Educación 08/11
Campo 08/11
Salud 05/11
Autos 05/11


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 09 de noviembre de 2003

Envejecimiento cutáneo: Pieles estresadas

Desde hace algunos años, el estrés es uno de los temas médicos más difundidos. Reconocer sus signos y síntomas permitirá prever y atenuar sus efectos.

¿Cómo influye el estrés sobre la piel? Por ser el órgano de mayor exposición, la piel es uno de los marcadores más específicos de los mecanismos que se ponen en marcha cuando un individuo es sometido al estrés.

El mecanismo íntimo de daño orgánico es un fenómeno oxidativo. Esto se traduce en un desgaste rápido de las funciones celulares, lo que trae como consecuencia alteraciones que van desde la disminución en su actividad a la pérdida o muerte de las mismas.

Casi sin que nos enteremos, todo nuestro cuerpo va perdiendo capacidades de defensa ante traumas habituales.

Renovación celular

En el caso específico de la piel, podríamos mencionar como traumas, aquellos tan simples como la exposición solar, la polución en las grandes ciudades, los cambios climáticos, ciertas ropas o cosméticos, hasta aquellos vinculados con los gérmenes (hongos, bacterias, parásitos o virus).

Para reconocer los signos, es necesario pensar en las funciones de la piel, que son:

* Protección: es la primera barrera de defensa.

* Termorregulación, es decir difundir o retener calor.

* Sostén de las capas más profundas gracias a un entramado fibroso compuesto fundamentalmente por colágeno y elastina.

Como protectora, la piel debe ser capaz de renovar sus células en un tiempo determinado para que cumplan con sus funciones. Si esto se altera, por ejemplo se acorta, podrían verse signos tales como descamación. Si en cambio se alarga, veríamos acumulación de capas con la consecuente alteración en la textura.

Cuando el cambio se produce en el número de células presentes, tal el caso del aumento o disminución de los melanocitos, podemos ver manchas más oscuras o con ausencia de pigmento.

Los mecanismos más importantes en la termorregulación, son retener o difundir el calor. Esto se logra con la secreción sebácea y la sudoración. Particularmente en el caso del estrés, se produce un aumento de estas funciones. Suelen ser un motivo frecuente de consulta, la sudoración profusa o hiperhidrosis y la seborrea.

La discapacidad de la piel para retener agua por falta de aportes o mal uso del mismo, se evidencia como sequedad cutánea o xerosis.

En síntesis, en el estrés se evidencia la interacción entre el medio ambiente y la emoción que nos provoca. Será nuestra capacidad de adaptación, la que se traducirá en un movimiento hormonal, responsable final de las acciones que se producen en el organismo.

Para disminuir los efectos, primero debemos reconocer nuestra respuesta frente al estrés, aportar los nutrientes imprescindibles, tales como agua, vitaminas frescas y de laboratorio, aceites esenciales, proteínas, minerales y, exactamente en el mismo nivel de importancia, eliminar toxinas a través del ejercicio físico adecuado, el descanso reparador, la actividad recreativa y evitar fumar o beber en exceso.

Existen hoy gran cantidad de tratamientos destinados a mejorar funciones celulares, a partir del estudio de las necesidades de la piel frente al estrés.

Durante años, los dermatólogos indican la utilización de diferentes tratamientos tendientes a regularizar o estimular la renovación de las capas celulares. Los peelings, que recién ahora han sido incorporados en la conciencia popular como de gran utilidad, pueden ser químicos (diferentes sustancias) o físicos (dermoabrasión con piedra o láser).

A partir de la luz intensa pulsada comienza una nueva etapa en la estimulación de las funciones celulares, donde mejora textura, color y brillo, sin necesidad de "decapar" la piel. Este tratamiento tiene el inconveniente de ser sólo conveniente en estaciones con poco sol, ya que de otro modo las células tendrían una sobrestimulación.

Lo nuevo es aportar, en forma de "shock", los elementos básicos que se consumen. El más completo de estos tratamientos incorpora al oro rumano junto al cobre y magnesio, proteínas animales y vegetales (fundamentalmente soja), imprescindibles como reguladores de las funciones celulares. Puede hacerse en cualquier época del año y es altamente recomendable, cuando es necesario revitalizar y tensar la piel, otorgarle suavidad, luminosidad y brillo, con la ventaja de ser un método sin contraindicaciones ni postoperatorios.

La función energizante y desestresante del oro fue recuperada como casi todas las herramientas terapéuticas, de antiquísimas recetas utilizadas por los egipcios.

Nora Romero

Dermatóloga

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto


Notas Relacionadas
Mascarillas naturales


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados