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 domingo, 12 de octubre de 2003

Sabores del mundo: Arroz con canela en Lisboa

Enrique Andreini / La Capital

Alguien supo decir sabiamente "quien conoce Portugal, lo ama". Es que se trata de un país que mira sobrio y orgulloso su pasado histórico y cultural con fuertes contrastes socioculturales y gran carisma.

Lisboa, su principal ciudad, capital del país y de la región homónima, está situada en el oeste de Portugal, a orillas del río Tajo. Según la tradición Ulises fundó la ciudad y le dio su primitivo nombre Ulissipo. Los fenicios ocuparon la región hacia el año 1200 a.C; los sucedieron los romanos y árabes. Pero es recién en el 1147 cuando Alfonso Henriques conquistó la ciudad a los moros y comenzó a consolidarse lo que sería el gran imperio portugués.

En Lisboa todavía se respira ese aire señorial con fuerte personalidad. Los viejos tranvías recorren la ciudad, la que se encuentra enmarcada por siete colinas, al igual que Roma. Amplias avenidas bordeadas por modernos edificios revelan una urbe plena de contrastes. Salpican el tejido urbano antiguas casonas con frentes pintados de alegres y cálidos colores. Centenarias iglesias atesoran en sus muros innumerables historias plenas de religiosidad.


Más que recuerdos
Todo Lisboa remite a "saudades", palabra que define algo más que recuerdos que jamás se van a perder. Es casi un estado de ánimo permanente que refleja la pasión de sus pobladores, sencillos y hospitalarios.

La Lisboa antigua se hace presente en el popular barrio de Alfama, el único lugar de la ciudad que resistió el terremoto de 1755. Ropa tendida sobre estrechas callejuelas, mujeres de piel canela y profundos ojos oscuros, niños de rasgos agitanados y hombres morenos de pelo ensortijado son sus habitantes. El turista, a pesar de sentirse cómodo y bienvenido, no dejará, vaya a saber uno el porqué, de percibir la sensación de sentirse como un intruso en ese lugar.

El museo de arte Calouste Gulbenkian, uno de los más importantes del mundo, reúne más de 5.000 piezas fruto de la búsqueda de quien lleva su nombre y un incansable equipo de expertos que supieron reunir en un solo lugar, pinturas, cerámicas, cristales tallados, esculturas, marfiles y porcelanas, recolectadas a lo largo del mundo.


Bodegones
Para disfrutar de la gastronomía de Lisboa hay que dejarse guiar por los instintos, los que sin dudarlo, lo llevarán a visitar los viejos bodegones en Alfama y los lujosos restaurantes del centro.

La cocina portuguesa es variada, densa y suculenta. Y a pesar que la influencia española ha sido -digamos- bastante superficial en la gastronomía de Portugal, hay bastantes coincidencias en materia alimentaria. Un ejemplo de ello lo vemos en el uso del arroz, que aparece inevitablemente sobre los manteles portugueses como acompañamiento de platos de carne y de pescado, incluso en forma de postre, con leche o huevos y azúcar, perfumado con vainilla, canela o corteza de limón.

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