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 domingo, 12 de octubre de 2003

Central Córdoba perdió en el descuento
Los charrúas cayeron con Tristán Suárez con un gol de Lema en el segundo minuto adicionado

Gustavo Yarroch / Ovación

Córdoba tenía un hombre menos, había sobrevivido al penal que Cancelarich le tapó a Riveros y estaba sumando un punto valioso, el primero del campeonato como visitante, cuando sobrevino ese final de película que lo llenó de bronca, de impotencia, de frustración.

En el segundo de los cuatro minutos de descuento, Tristán Suárez abonó la teoría de que dos cabezazos en el área es gol y quebró la paridad a través de un frentazo de Lema. En la jugada siguiente, Guffanti consiguió el gol que hubiera significado el 1 a 1 pero Carlos Maglio lo anuló por un off side que no existió a instancias del asistente Gerardo Boquete (según mostró después la televisión, el delantero charrúa estaba en la misma línea que Riveros). Furioso por esa injusticia, Vella le dijo algo al árbitro y éste le sacó tarjeta roja directa.

Córdoba, que había jugado con uno menos desde los diez minutos de la etapa final por la doble amarilla recibida por Yocco, perdió sobre la hora un partido que mereció empatar y que hasta pudo haber ganado. Así, sumó su cuarta derrota en otras tantas salidas, un hándicap que un equipo con aspiraciones de ascenso no puede dar.

Eso sí: a diferencia de los anteriores partidos en los que salió de Rosario (ante Sarmiento, Talleres de Escalada y Atlanta), esta vez los charrúas mostraron una mejor cara, un funcionamiento colectivo que no habrá sido para descorchar champán pero sí invita más a una mirada optimista que a una mueca de preocupación.

Córdoba no se apichonó ni táctica ni espiritualmente. Sin ser un dechado de audacia, intentó que la discusión por la posesión de la pelota fuese lo más lejos posible de su arco. Y fue el que generó más y mejores chances de gol (ya sin Yocco en la cancha, Brandán y Farré dilapidaron sendas situaciones increíbles). Claro que Suárez también hizo lo suyo. Y, pese a que chocó varias veces contra Cancelarich, nunca dejó de buscar. Al final tuvo su recompensa, esa que castigó exageradamente el más que aceptable partido que hicieron los charrúas.

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El gol del empate de Guffanti fue mal anulado.

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