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 miércoles, 08 de octubre de 2003

Editorial
La pobreza en el mundo

Mil millones de personas en el mundo viven en condiciones precarias en los barrios más pobres. Así lo revela un estremecedor informe de la ONU que pone en cifras las desigualdades visibles de la sociedad moderna. Un sexto de la población mundial padece una situación que no se condice con la dignidad humana. Tan pavoroso como la descripción de este presente es el diagnóstico de cara al futuro: si no se toman medidas inmediatas para revertir esta realidad, en 30 años esa cifra podría llegar a duplicarse.

El programa de Naciones Unidas para los Establecimientos Humanos da cuenta, además, que este proceso de degradación se ha acrecentado en la última década. En ese período, el número de villas miserias en el mundo aumentó un 36 por ciento.

Si bien la pobreza no reconoce fronteras, es obvio que son las naciones más atrasadas las que sufren este flagelo en toda su dimensión. El 43% de la población urbana en los países en vías de desarrollo vive en barrios precarios, mientras que en los desarrollados ese índice se reduce al 6 por ciento. Asia es el continente con mayor cantidad de habitantes en villas de emergencia: 550 millones. En América latina hay 128 millones.

La ONU resalta además que los esfuerzos por contrarrestar la pobreza en el mundo han sido débiles e incoherentes y recomienda programas de empleo y mejoramiento de los barrios existentes, antes que apostar a la reubicación de sus habitantes.

En la Argentina millones de compatriotas han sido empujados a la miseria y la marginalidad; la incipiente reactivación que se observa deberá hacerse más pronunciada y perdurar en el tiempo para revertir años de degradación social y creciente desigualdad. La demanda de mano de obra sirve para alentar la esperanza de que, aunque sea lentamente, muchos argentinos puedan volver a insertarse en el mercado laboral. La tarea será trabajosa y seguramente con vaivenes, pero profundizarla no solamente es un deber sino también una obligación moral con quienes han sido víctimas inocentes de un proceso injusto.

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