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 domingo, 05 de octubre de 2003

El espíritu de superación de Aurelia Alfonso

En la huerta La Esperanza trabajan Elsa, Silvia, Coca, Tita, Griselda, Antonia y Alberto, entre otras personas. Una de las mujeres, Aurelia Alfonso, es un ejemplo de superación personal y, tanto la ingeniera agrónoma, Alicia Gadda, como la asistente social, Viviana Falcón, valoran su esfuerzo por aprender día a día cómo ganarse la vida trabajando la tierra e incorporar conocimientos a través del plan de alfabetización.

Aurelia tiene 40 años, ocho hijos y las manos surcadas por viejas marcas producidas hace tiempo cuando cosechaba algodón y talaba árboles en su Chaco natal. Robusta, tímida pero locuaz, y de una sonrisa fácil que deja ver algunas carencias dentales, contó que llegó a Ibarlucea hace 20 años, que alternó la crianza de sus hijos con trabajar de ayudante de albañilería, y que vive a varios kilómetros del casco urbano junto a su marido, quien hoy se dedica a hacer changas como albañil.

"Estoy muy contenta con lo que me está pasando. Aprendí a cultivar y además me llaman para hacer trabajitos en las huertas y jardines. Pero lo más importante es que en la escuela estoy aprendiendo muchas cosas. Me gusta leer sobre la huerta, cómo se trabaja la tierra, cuidar las plantas que tanto esfuerzo nos cuesta. Es lindo que la ingeniera vea nuestro trabajo en la huerta", contó Aurelia. "Es una mujer muy laboriosa, con ganas de progresar. Un ejemplo de jefa de hogar y de mujer argentina", acotó con admiración Gadda.

"Me gusta leer temas de geografía, de historia, conocer algo que antes no sabía sobre la Tierra y de distintos lugares. Antes no comprendía muchas cosas. También me agrada sumar, restar y multiplicar, pero las divisiones me cuestan mucho. A veces la maestra me da deberes y no los entiendo, entonces ella se sienta a mi lado y me los explica. Una vez que le agarro la mano arranco para adelante de nuevo", explicó con la simpleza, la frescura de casi una niña.

"Esto me cambió la vida, me siento muy bien al poder llevar a mis hijos el pan de cada día. Eso es lo importante: tener un trabajo y poder enseñarles a ellos en la huerta de mi casa. Siempre les dije que se acostumbren a trabajar, que no anden en la calle ni que toquen las cosas que no son de ellos. Quiero que sean buena gente desde chicos, pobres pero honrados", resumió la orgullosa huertera.

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