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 domingo, 05 de octubre de 2003

Variaciones en negro
Historias que se ocultan detrás de los titulares
Un fallo por un caso de abusos mostró una mirada distinta para comprender lo que parece inexplicable

Hernán Lascano / La Capital

A cada episodio que se narra a diario en la sección policiales nada de lo humano le es ajeno. En la superficie de los textos aparecen los hechos que se consignan en las páginas: robos, homicidios, defraudaciones, agresiones físicas, rebeliones. Pero debajo de ellos late un subsuelo rico en motivaciones e historias que hacen surgir esos hechos y los convierten en publicables.

Sobre el acceso y registro de esas motivaciones el periodismo -o los periodistas- suelen tener complicaciones. Esas dificultades no son menores porque la motivación es lo que da sentido al episodio narrado. El asalto a un almacén, el motín en una comisaría o una pelea a puñaladas suelen presentarse como algo puramente dado y naturalizado. Cuando en realidad la condición para que tales situaciones se produzcan -y por lo tanto para entenderlas- no tiene nada que ver con la naturaleza, sino con la historia material de quienes los protagonizan.

En cuanto se incursiona en esas historias, las posibilidades de comprensión de fenómenos que se viven como anómalos, como la transgresión o el delito, se acrecientan. Las personas no sólo pueden atarle un sentido a lo percibido sino considerar que hasta los hechos más oscuros o irritantes son, en definitiva, no monstruosos sino humanos. Pueden incluso, en otras palabras, decir: "si yo hubiera tenido ese pasado, o si me hubieran colocado en esa situación, ahora me estarían juzgando a mí". Comprender eso sirve no sólo para no prejuzgar desde la irritación, sino para ser más piadosos con quienes no conocemos.

El cine suele ayudar a mostrar como se juzga desde el malentendido. "Héroe accidental", una sátira de Stephen Frears de 1992, cuenta la historia de Bernie La Plante, un vagabundo que rescata a una mujer, reportera de TV, de un avión accidentado cuando en realidad había entrado a rapiñar los objetos de los pasajeros. La reportera contará la historia y se empeñará en reencontrarse con su salvador. La Plante (Dustin Hoffmann), que no quiere nada de eso, sólo reacciona cuando ofrecen una recompensa para que aparezca el héroe. Pero como tiene que lidiar con una situación de divorcio y asuntos turbios de su vida de estafador convence a un conocido para que tome su lugar.

La Manzana, una película iraní de Samira Makhmalbaf, relata la historia real de dos gemelas de 12 años para quienes el mundo termina en la puerta de calle. Los vecinos denuncian a las autoridades que las nenas viven encerradas. Una asistente social obliga al padre, un estricto seguidor del Corán, a socializar a las pequeñas. Como los protagonistas del filme son los mismos de la historia real, la complejidad del caso estalla al exhibirse la trama doméstica: el padre es un hombre inofensivo, pobre y sin instrucción que vive con una mujer ciega, adora a sus mellizas y las encierra porque procura protegerlas. Los vecinos lo aborrecen porque advierten el puro hecho -que fue lo que divulgó la prensa iraní- de que confina a sus hijas. "Usted no entiende -le dirá llorando a la asistente- que todo lo que hago cuando las dejo es ir a trabajar para alimentarlas y que estén bien".

Lo que se presenta como hecho en bruto es más comprensible cuando comparecen las historias de sus protagonistas. Esta semana se divulgó la condena a 3 años de prisión a un docente de una escuela del centro rosarino que, hace tres años, acarició y besó a nenas de 10 años en una clase, lo que en el momento casi provocó su linchamiento y ahora generó llamados irritados en algunas radios. Los estudios psicológicos mostraron que el maestro tenía una conducta inmadura, no agresiva, que lo hacía incapaz de ejercer el cargo. Terminado el proceso y definida la condena, quien invocó al cine fue el juez que dictó sentencia. Admitió que varias veces, durante el juicio, sintió haber estado frente al protagonista de "Hable con ella".

Se refería, en esta película de Pedro Almodóvar, al personaje de Javier Cámara. Benigno, un muchacho aniñado, secretamente enamorado de una joven que tras un accidente ingresa en coma profundo. Dedicando su vida, Benigno cuida a la joven como enfermero. Consagrado por su inmenso amor, una noche Benigno duerme con la muchacha. Cuando se advierte el embarazo él, inseparable de ella, no niega ser el responsable. Benigno es juzgado y condenado.

El juez Antonio Ramos nunca vaciló en que la conducta del docente rosarino merecía reproche y además de condenarlo lo inhabilitó para dictar clase. Pero eso no le impidió destinar una mirada humana hacia ese maestro en el que reconoció, durante el juicio, comportamientos infantiles y cualidades merecedoras, pese a la condena impuesta, del sentimiento de piedad. Como enseña el cine, es bueno asomarse a las cosas que respiran detrás de lo dado. Para reconocer que en las conductas aún más incomprensibles pervive una historia humana que puede hacerlas tolerables y volvernos tolerantes a nosotros.

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