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 domingo, 28 de septiembre de 2003

Lula apuesta al agro y los transgénicos
El brasileño desautorizó a sus antiguos aliados Sin Tierra y aceptó la soja genéticamente modificada

Jorge Svartzman

Brasilia. - El presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva encontró en el campo el principal desafío en sus nueve meses de gestión, con el agronegocio convertido en el sector más dinámico de la economía brasileña y los campesinos Sin Tierra (MST) movilizados para recordarle sus promesas de reforma agraria.

En aras del crecimiento del campo y de su pacificación, el presidente tuvo que tomar actitudes pragmáticas, a contrapelo de las posiciones del Partido de los Trabajadores (PT): desautorizó en particular las ocupaciones de tierras y aceptó la plantación de soja transgénica (lo que causó la protesta de su ministra de Medio Ambiente junto a los militantes del MST).

La agricultura fue además la bandera enarbolada por la diplomacia brasileña en la conferencia de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Cancún para denunciar las subvenciones de los países desarrollados, que frenan el crecimiento de los emergentes.

Los agronegocios brasileños generaron 424.320 millones de reales (unos 141. 400 millones de dólares) en el 2002, y alcanzarían 447.000 millones (+5,3%) en el 2003, según la Confederación Nacional de Agricultura (CNA).

En una economía que este año debería registrar un escaso 0,5% de crecimiento, la parte de la agricultura en el PBI trepará del 29% al 31%, de acuerdo con las mismas proyecciones.

Las exportaciones del sector totalizaron 20.300 millones de dólares en 2002 y llegarán a 28.000 millones este año, gracias al aumento de precios en los mercados y al cambio favorable.

También habrá un récord en la cosecha de granos, con 22 millones de toneladas (+26,5% respecto a 2002), gracias a la profesionalización de las actividades y a las condiciones climáticas, indicó la Compañía Nacional de Abastecimiento (CONAB).

Los beneficiarios de esa prosperidad saben sin embargo que el crecimiento en las condiciones actuales está tocando el techo. De ahí el apoyo de los productores al programa Hambre Cero y a la lucha contra los subsidios agrícolas, las dos cruzadas lanzadas por Lula desde que asumió en enero pasado.

"La agricultura puede crecer dentro de los límites del crecimiento de nuestro reparto de la renta, y Brasil tiene de 50 a 70 millones de consumidores sin recursos", afirmó el presidente de la CNA, Antonio Ernesto de Salvo.


Amplias desigualdades sociales
Además, "si no se derrota al proteccionismo (de los países ricos), Brasil no tendrá para dónde crecer, porque no habrá quién compre", añadió el dirigente empresarial. Pero el campo, pese a su dinamismo, es también ejemplo de desigualdades sociales: 60% de las 390 millones de hectáreas cultivables está en manos de 3% de los propietarios, según el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA), dependiente del ministerio de Desarrollo Agrario.

Lula llegó al poder como candidato del PT, identificado desde siempre con la lucha del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), organizador de ocupaciones de propiedades consideradas improductivas pero que sus dueños están decididos a defender armas en mano. En lo que va de este año, 44 personas murieron en enfrentamientos por la tierra entre militantes Sin Tierra y terratenientes y sus ejércitos privados.

El gobierno tuvo que reducir sus promesas de instalación de familias campesinas y trata de que el FMI entienda su problema, pidiéndole que las inversiones por la reforma agraria no se contabilicen en los resultados fiscales (Brasil se comprometió a un superávit fiscal primario de 4,25% del PBI para pagar los intereses de la deuda).

"Por el acuerdo con el FMI se limitaron drásticamente las inversiones del Estado en el proceso de expropiación de tierras", destacó Félix Sánchez, cientista político de la Pontificia Universidad de San Pablo. "Nuestra economía crece hacia afuera, con las exportaciones, pero todos los sectores que miran hacia adentro están deprimidos", lamentó el sociólogo.

Sectores del MST y nucleamientos de pequeños agricultores se sumaron además a la lucha contra la legalización de los cultivos transgénicos y Lula tuvo que criticar a sus "amigos del MST", que esta semana dañaron la puerta del Ministerio de Agricultura, favorable a la legalización de la soja genéticamente modificada. Que finalmente se autorizó, aunque limitadamente. (AFP)

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