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 domingo, 28 de septiembre de 2003

La banda sacudió el estadio cubierto de Newell's con un recital intenso
Los Piojos, ese ritual de lo habitual que crece, se repite y confirma una vigencia
El grupo demostró el actual estrellato del rock barrial

Carolina Taffoni / Escenario

"Esto para los pibes es una fiesta", comentaba un periodista con cara de resignado por cubrir otro recital de Los Piojos. Y sí. Este es el famoso ritual del que ellos hablan (el grupo y los fans), ese tipo de celebración rockera que nació en los 90, casi ocho mil personas entregadas a la fiesta, que se enloquecen cuando aparece Andrés Ciro sobre el escenario, y no importa si suenan los clásicos o los temas nuevos.

Y sí, también es el "ritual de lo habitual" (con permiso a Jane's Addiction): los cantitos (¿podrían ir cambiando el repertorio, no?), las banderas de todos los colores y lugares (desde Ramos Mejía hasta Mendoza, pasando por Rafaela, Santa Fe, Ezeiza, Pergamino, Tucumán y Catamarca), las remeras (los Redondos, La 25, Sumo, los Stones, Viejas Locas, el Che Guevara y cualquiera) y las bengalas (que encandilan el escenario pero parecen más importantes que la imagen del grupo mismo).

Sin embargo, este ritual que se repite a sí mismo, la noche del viernes tuvo otros encantos: Los Piojos adelantaron temas de su próximo disco, a editarse en octubre (un compacto cuyo contenido, sin exagerar, ya parece un secreto de Estado) y, con dos estadios cubiertos de Newell's llenos, terminaron por confirmar que el alguna vez llamado rock barrial todavía está vivito y coleando. Pasaron los 90, el uno a uno, el menemismo, el grunge, el brit pop y los cacerolazos, pero el rock barrial sigue ahí y además crece. Los Piojos son una de las dos bandas más convocantes del rock actual (compitiendo cuerpo a cuerpo con La Renga) y ahora se prepara para llegar a la cancha de River (el 20 de diciembre).

¿El secreto? El más visible estaba ahí, en el estadio de Newell's. Los Piojos se convirtieron en una banda superprofesional: suenan bárbaro en vivo, sus shows son prolijos, son una banda de rock and roll sin prejuicios y con matices, saben mantener el ritmo y controlan a una multitud que los adora pero también les demanda.

Después están las canciones, ese rock medio tiempo, seco y sensual a la vez (de ahí tanto público femenino), esas melodías a pura guitarra y esa armónica que siempre te deja con ganas de más. Como para echarlo en cara Los Piojos hicieron desde la ya prehistórica y contagiosa "Chactuchac" hasta la versión rockera de "Yira Yira", desde la calenchu "Ando ganas" hasta la muy Jaime Roos "Fijate", desde el reggae de "Extraña soledad" hasta el huracán guitarrero de "Morella". Tampoco faltaron la urgente y sexy "Labios de seda" o esa especie de bolero calipseado de "A veces".

Los Piojos no escatimaron ni hits ni clásicos, y la hinchada agradeció cantando a grito pelado los estribillos de "Desde lejos no se ve", "Taxi Boy", "Maradó" (electrizante versión), "El farolito" (rematado con "La rubia tarada"), "Todo pasa", "Llevatelo" y el irresistible encanto blusero de "Tan solo".

Entre los temas nuevos (que no fueron tantos como se esperaban) sorprendió la densidad rockera de "Spíritus", con guitarras filosas a full y solo de armónica; la pegadiza y más tranqui "Guadalupe" y el boogie para mover la patita de "Al desierto".

Pero lo que no se ve también es parte del fenómeno. Detrás del escenario Los Piojos construyeron una estructura independiente a prueba de balas, con tantos intermediarios, volteretas, demoras y exigencias que ya se parece más a una discográfica multinacional que a cualquier otra cosa. Verdaderos profesionales del "marketing del no marketing" que inventaron los Redonditos de Ricota, Los Piojos siguieron el camino de los platenses, lo mejoraron y lo potenciaron.

Para su público están en el escenario como en un altar: independientes, verdaderos, originales, coherentes, exitosos, solidarios, comprensivos. ¿Qué más se podría pedir, no? Pero los Piojos también son estrellas de rock, tan entrañables y males necesarios como son todas las estrellas de rock del planeta.

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Ciro pone el cuerpo y se roba el show.

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