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 domingo, 28 de septiembre de 2003

El Flaco adelanta el show con el que presentará el álbum "Para los árboles" en Rosario
Spinetta: "En la Argentina nos comemos el hígado entre hermanos"
El músico, que actuará el próximo sábado en El Círculo, se quejó de la cruel realidad del país

Pedro Squillaci / Escenario

El Flaco Spinetta tiene esa rara y maravillosa virtud de saber desplegar sus alas sin despegar los pies de la tierra. Este ícono del rock nacional llegará con su banda el próximo sábado al teatro El Círculo a presentar "Para los árboles", su flamante disco, en la compañía de Claudio Cardone, Javier Malosetti, Manuel Wirtz, Nico Cota y Baltazar Comoto. Luis habla de la profundidad de la vida con una mística tal que si se lo saca de contexto parece el discurso de un militante religioso. Pero no, es el Spinetta más puro, el que puede filosofar el tiempo que se le pida cuando habla de sus temas, aunque al final sólo admita que "son simples canciones que podrían desaparecer como granos de arena". También le pega a la Argentina: "El camino de la corrupción es el camino de la destrucción de la identidad nacional". Y como cualquier mortal se babea con sus hijos y sus tres nietos.

Al Flaco Spinetta no le interesa estar en ese podio con Charly y Fito, aunque con el rosarino tiene algo especial y en esta nota adelanta que lanzará un segundo disco con Páez que ya tiene título y todo (ver aparte). Con sus 53 años a cuestas, se enganchó como si fuera un chico cuando se le propuso desmenuzar, de alguna manera, algunas de sus letras. Y ahí van, son parte del aire, y para los árboles.

-¿Tu disco está dedicado a los árboles o es una metáfora?

-No, es una metáfora. "Para los árboles" es para una especie de estructura de árbol de nuestro ser. No se lo dedico a los árboles, pero si se lo dedicáramos a los árboles tampoco está mal y también es metafórico. Está dedicado a una especie de fuego interior, castanedeano (por el escritor Carlos Castaneda), pero porque siempre exigió un fuego interior en forma de árbol, como un rizoma. Si analizamos nuestro sistema circulatorio en una transparencia de nuestro cuerpo, es como un árbol, bueno, algo de eso hay. Pero todo tratado desde simples canciones que podrían desaparecer en segundos, como granos de arena.

-¿Te parece que tus canciones pueden desaparecer tan rápido?

-Bueno, porque tampoco las podemos poner en un plano que no existan. Son canciones. Y si nos damos demasiada manija dejan de serlo y parecen objeto de una obsesión, no sé como explicarlo.

-En este disco te referís en varias canciones a las aves.

-La fauna alada.

-Bien, la fauna alada. ¿Pero es porque apuntás a volar como una propuesta de vida?

-No, pero el volar está alrededor de los árboles. "Para los árboles" también significa lo que rodea a los árboles, que somos nosotros, las aves, es la meadita de un perro (risas) que contribuye al árbol a su manera. Está la marca de los amantes en el árbol. Todo eso está obviado. Hemos puesto aquello que rodea a los árboles y aquello que los árboles también rodean, como ser un cisne, que no se posa en un árbol sino en el agua. Además las ramas altas de los árboles parecen alas que buscan el cielo, a veces, cuanto el viento las mece. Es una condición indispensable que haya alas en los árboles. La condición de un árbol es que haya siempre un pájaro.

-"Agua de la miseria" es un tema en el cual hacés como una declaración de principios al decir "si no se cambia hoy no se cambia más", y exhortás a una gestión del corazón. ¿Es una sentencia?

-No, es levemente contestatario y está dedicado a la Argentina específicamente. ¿Qué nos pasa que nos comemos el hígado entre hermanos? ¿Qué nos pasa?¿Cuál es la cuestión? Si no tenés fe en la gente de tu sangre, a la que amás y la traicionás, le robás, la aniquilás por tus decretos o por tus cuestiones políticas o lo que sea. Es el proceso argentino eterno y es un proceso del mundo, no es que esté ajeno al mundo.

-Es la canción más política del disco.

-Bueno, está encarnada ya desde el título. El agua de la miseria, me entendés, es media roedora la canción. Roe cosas, pero no nos olvidemos que es una canción, una canción de rock, tiene una especie de cosa que se repite para insistir sobre el punto sin saber que se pueda lograr algún cambio al respecto, ¿no? La intención es reiterarle en la cabeza a cierta gente que el camino de la corrupción, de la muerte, de la coima, del afano, del secuestro es el camino de la destrucción como identidad nacional.

-¿Y pensás que "el mundo ideal es un sueño fugaz" como lo decís en "Dos murciélagos".

-Convengamos que el mundo es ideal, porque si no no habría vida. Luego digo que es un sueño fugaz porque termina, y dure lo que dure para un murciélago, porque se lo va a morfar un búho a la madrugada, es sensacional. Y esa es la interpretación a vuelo de pájaro, o a vuelo de murciélago.

-Luis... (interrumpe).

-El sueño fugaz es porque es corto, y cuando te querés acordar "la vida es como un carrillón", como dice el tema, "y se enciende una nueva vez". Y es por el hecho de que aunque podemos desaparecer de la vida, porque nos cace un halcón o porque nos pise un 60, no se detiene la rueda de vivir. Por eso la experiencia de sentir, la gente se pelea y se enferma por mezquindades y por cosas de un valor insignificante toda su vida, cuando en realidad el milagro es tan maravilloso en sí que es ideal, y es un sueño fugaz porque cuando menos te quieras dar cuenta, tac, se terminó tu película.

-En "Néctar" decís que la vida te refusiló.

-(Risas) Sí, está buenísimo, es un refucilo.

-Es bastante contundente. ¿Sentís que es así, que te refusilaron?

-No, no, mi vida me refucila (así, con c) en el sentido que me provoca llegar a ese punto. Al punto de la lucha, a las tribulaciones del existir como diría Niesztche, la aventura permanente, el desafío. Yo pensé que me enfrentaba a algo que no podía superar, y en definitiva era mi propia vida la que me hacía la puesta en escena para que yo me garque y no quiera ir de frente a la tormenta esa. ¿Me explico?

-Sí, va mucho más allá de lo que imaginaba.

-Claro, no te olvides que después dice "no entiendo el despertar y te llevas el néctar". Esos eran sueños, devaneos, y al final alguien se llevó algo tuyo. Supongamos que fuera una abeja, una abeja china (risas), que también está en los árboles, hace sus nidos ahí. Todo gira en la extrañeza de ese amor perdido, pero que se encuentra con otro en el círculo del carrillón.

-El disco es muy conceptual.

-Sí, y si nos damos un poquito de manija podemos estar horas hablando de las letras (risas) y yo me entusiasmo porque nadie me pregunta esos detalles, y a veces es fácil aclararlos y otras te metés en un brete.

-Vayamos a la música entonces. ¿"Yo miro tu amor" es un guiño a la polenta de tu época en Pescado Rabioso?

-Es válido verlo así. Pero es un blues cuadrado de un solo tono, con algunas influencias medias jazzeras, pero que termina bien podrido. En los términos vulgares es un blues podrido con un toque fantástico. Es como una reminiscencia a esas épocas, es cierto, algo ciudadano. El problema con ese tipo de blues es que no se puede llegar a la perfección de "Avellaneda blues" (Manal) o de cosas así, pero lo mío es la intención de hacer un blues lento y muy poderoso, que en vivo es una aplanadora.

-En "Halo lunar" jugás con un scratch, ¿te sentís cómodo con esos sonidos, que hasta proponen un efecto gutural?

-Sí, bueno ese es Valentino Spinetta, que tocó el talk-box. ¿Te acordás que lo tocaba Peter Frampton? Ua, ua, ua. Ese estilo que mezcla lo gutural con lo electrónico lo hacía también Herbie Hancock, hace muchos años atrás. Y es una genialidad.

-¿Es la primera vez que toca tu hijo con vos?

-Sí, es la primera vez que toca un instrumento en algo mío, y es un capo como lo hizo, para mí es un orgullo. Es una muestra de su evolución musical , que es muy grande, a pesar de estar más tapado que su hermano Dante, que es otro balero increíble hermoso de la música y de las ideas. Y es muy gratificante para mí.

-En el tema "Yo miro a tu amor" decís que "la radio pone fuego a la lenta cumbia" ¿Es una expresión de deseo o una figura?

-Es una descripción de los autos esos que pasan tuc, tuc, tuc, tuc, tuc, y que no escuchás más que el giro y el fondo de los graves de un estéreo de alguien que está escuchando el estéreo con esa música y pasa ardiendo. Es una descripción de la realidad, ni fu, ni fa.

-En la presentación del disco en Buenos Aires decidiste no incluir clásicos ¿Qué va a pasar en Rosario?

-Armamos un show que es suficientemente divertido sin que aparezcan clásicos eternos. Yo lo hago así porque la crítica generalmente no advierte la cantidad de trabajos nuevos que uno está ingresando en su repertorio. Si tocás dos discos seguidos nuevos no se dan cuenta, creen que es lo que hiciste siempre y sólo reparan en la nueva versión de "Ana no duerme", cuando recurro mucho a los clásicos dicen que me duermo en los laureles, cosa que no es mi estilo. Yo también lo hago para desmitificar lo que diga la prensa, te juro. Así que cuando se me ocurra hacer una colección de los trabajos de toda mi carrera no voy a tocar ningún clásico (risas).

-¿Los clásicos te cansan?

-No, no, lo que pasa es que como logran una algarabía y una cosa diferente porque la gente los hace propios, para presentar "Para los árboles" los adorné con temas que me deslindan del disco, y utilicé algo de Los Beatles, uno de Fito, para que no sea Spinetta, Spinetta, Spinetta. Yo con un clásico arruino ese estilo de presentación. Pero, ojo, por ahí, en Rosario hacemos un desastre con cualquiera de los temas clásicos.

-¿Te sentís en ese podio del rock nacional que integran Nebbia, Charly, Fito y vos, o no llevás esa carga?

-No sé, pero yo sin Nebbia no existiría, con eso te digo todo. Otros te pueden decir lo mismo. Sin Miguel Abuelo, Moris, Javier Martínez, yo no existiría tampoco. Ellos me inspiraron mucho para que yo desde Almendra hasta ahora empezara a pensar de otra manera y cambiar las cosas. Ya Almendra lo llevaba implícito, porque ahí no existían esos genios, en las radios estaba Litto Nebbia, con Los Gatos, me acuerdo de "El rey lloró", eran maravillosos, eran demoledores. Hoy día te das cuenta que ese rock nacional nadie lo pudo superar. Y bueno, no sé, los podios no me interesan, porque los podios son para los deportistas, y esto es música, lírica, vivir en la Argentina, me encanta que la gente me distinga y me encanta distinguir yo a la gente. Y lo increíble es que pibes de 19 años me toman todavía como su guía, y a mí se me mueve la peluca cuando me pasa eso.

-¿Te molesta cuando escuchás "Spinetta me gusta pero no lo entiendo"?-Está bien, me parece fantástico, pero eso es categórico. No lo entiendo es no me gusta. Es claro. No lo entiendo es una excusa para no decir "no me gusta", porque por ahí queda mal decir que no te gusta Spinetta en un círculo de gente.

-¿No es un facilismo decir que no te entienden, cuando sabés que quizá nunca leyeron detenidamente una letra tuya?

-Bueno, el facilismo es simple de combatir, y se hace a partir de la elección de las cosas que uno se quiere rodear, que tengan el sentido que uno quiere, y no que sean una cagada, hablando mal y pronto.

-¿Qué viene después de "Para los árboles"?

-Ya tengo un disco nuevo. Es más, hay una canción dedicada a la ciudad de Santo Tomé, muy cerca de ahí, hay un amor a esa orilla, a esa gente. Las canciones ya están. Va a ser un disco más libre.

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El Flaco volverá a grabar con Fito Páez.

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