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 domingo, 28 de septiembre de 2003

Ping pong con Eduardo Fernández Lasnier, gerente de Trapiche

-Con un mercado interno complicado, ¿cómo hizo la industria de los vinos para crecer?

-En el caso de Bodegas Trapiche se juntaron varios factores. Por un lado optimizamos nuestras estrategias de producto, precios y de comunicación, además de que potenciamos nuestra política de comunicación, con el lanzamiento de nuevos productos y presentaciones. Además pusimos todo el foco en el core business de los vinos, dejando de lado las distribuciones de aguas minerales italianas y cavas europeas.

-Tratándose de vinos finos, ¿influyó el hecho de estar direccionado hacia un segmento de público de mejores recursos?

-Cuando uno mira los productos se observa que no todos tuvieron la misma performance, y es cierto que el segmento de vinos finos resistió mejor, pero en rigor fueron las sinergias de todas las acciones las que nos permitieron sobrellevar la crisis y crecer. Por ejemplo el año pasado crecimos en el segmento de vinos de 5 a 8 pesos, cuando el resultado para la industria vitivinícola en general fue de una caída, lo cual nos permitió afirmar nuestro liderazgo.

-¿Qué sustenta este boom de los vinos finos?

-El vino se impone como un producto de arraigo cultural y los consumidores argentinos cada vez saben más sobre el producto. Ello ocurrió en medio de una fuerte evolución de cierta actitud gourmet de sectores de clase media y alta, con un mayor refinamiento de las actitudes hacia las comidas y las bebidas. Ese contexto es un gran caldo de cultivo para la industria vitivinícola del país.

-¿Qué perspectivas tienen para este año y el que viene?

-Venimos de cuatro años de crecimiento consecutivo y aspiramos a seguir haciéndolo. En 2002 facturamos 54 millones de pesos y este año prevemos llegar a los 64.

-¿Y en Rosario?

-En las plazas del interior, entre ellas Rosario, pensamos que vamos a crecer por encima del promedio, con un 25 por ciento. Para nosotros es una plaza muy importante por su magnitud y por la existencia de un público conocedor y por ende exigente.

-¿Qué expectativas tienen para el mercado externo?

-Destinamos un 50 por ciento de la producción al mercado externo, con llegada a más de 40 países. En 2002 exportamos cinco millones y medio de botellas y también estimamos un crecimiento de la producción del 20 por ciento para el presente año.

-Qué países son los que demandan vinos argentinos?

-Estados Unidos y Canadá son los principales mercados. Y después les siguen Dinamarca, Suecia, Suiza, Irlanda, Gran Bretaña, Alemania, Japón, Brasil. Y también en nuestra listas de importadores aparecen otros destinos más exóticos como la India, malasia, Filipinas, Singapur, Corea del Sur y Hong Kong.

-¿Cómo se crece con un producto de valor agregado en el exterior?

-Es un proceso largo, a nosotros nos ayuda el hecho de estar en el exterior desde los 70, porque no es fácil penetrar y ganar posiciones en mercados muy conservadores como por ejemplo el de Japón. Hay que trabajar a largo plazo porque es necesario ir sumando prestigio, para la bodega en particular como para el país. Existe un gran terreno por recorrer. Argentina pertenece al lote de los países del llamado Nuevo Mundo en el negocio vitivinícola, pero apenas tiene el uno por ciento de las exportaciones.

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