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 sábado, 27 de septiembre de 2003

Charlas en el Café del Bajo

-¿Qué me dice, Candi, de esta joven que no quiere realizarse un autotrasplante. ¡Qué caso! Y fíjese que aun sin ser religiosa practicante ni pertenecer a los Testigos de Jehová, que se niegan a recibir transfusiones, la chica se niega. ¿Por qué será?

-Desconozco los motivos que pueda tener la joven T. para no querer someterse a esta intervención. Así que no es posible, ni se debe, abrir un juicio de valor sobre su actitud. Puede ser que tenga temor, puede ser que la profunda depresión en la que seguramente se encuentra no le permita tener una clara visión de las circunstancias y hasta podría ser una cuestión de conciencia mística, porque no es necesario ser practicante de una religión para adoptar un principio de fe basado en una suerte de dogma propio. Sin embargo, a mí me gustaría con respeto y humildad enviarle un mensaje a partir de una frase que, según la crónica periodística, ella ha pronunciado: "Si Dios me tiene que llevar lo va a hacer".

-Sí, eso parece haber dicho y suena a una frase que deja librado a Dios el destino de su vida.

-Sí, pero yo quisiera decirle a T. que piense por un momento que tal vez Dios desea que, con su guía, ella luche con todos y por todos los medios por su vida y hasta es posible que le esté requiriendo que lo haga sin su intervención "determinante" para después presentarle un rol trascendente en la vida. Yo puedo comprender perfectamente a T., puedo casi tener una idea bastante clara de su angustia. Muchos de los que hoy nos leen también la comprenderán. Podrán entender a T. aquellos que saben lo que es sufrir hasta el límite de la fuerza humana, cuando parece que todo está a punto de desmoronarse, hasta el propio "yo". Podrán comprender a T. aquellos que, en la soledad de las noches, cuando todo parece estar perdido, irrumpen en un llanto sólo observado por Dios. Pueden comprender a T. también aquellos que pueden dar testimonio de la misteriosa actuación de Dios en nuestras vidas.

-Siga con su mensaje a T., yo lo escucharé.

-Le digo a T. que tal vez no sea justo poner en mano de Dios "todo" el presente y futuro de su vida, cuando acaso el propio Dios le está diciendo: "Mirá que pongo todo ante vos para que resuelvas este problema, porque luego de «tu» victoria te necesitaré para una empresa mayor". Le digo a T. que Dios le concedió a todo ser humano el libre albedrío y la libertad y eso significa que no nos podemos desligar de nuestro compromiso con la vida poniendo "todo" en manos de Aquel que nos la da. Con mucha frecuencia Dios espera que sepamos discernir correctamente su voluntad y que tengamos iniciativa.

-Pero es posible que ella crea que si es la voluntad de Dios se salvará sin la ayuda del autotrasplante.

-Eso sería un gran error, porque en muy pocas ocasiones Dios actúa en forma directa, lo hace a través de los seres, de los hombres y entonces podríamos razonar con toda lógica que Dios, a través de ciertas personas, de los médicos y de cuantos le están aconsejando en este momento le esté diciendo: "Quiero que te salves y para eso conduzco cada palabra, cada acción, cada acto de la ciencia y conduciré el instrumento del médico que te someterá a la intervención".

-¡Qué momento para el juez Rodolfo Bruch! Mire lo que le toca resolver.

-Creo que en este caso el juez sólo será una herramienta de la voluntad de Dios y hasta espero que no resuelva nada.

-¡¿Cómo?!

-Sí, espero que T. pueda comprender que Dios seguramente desea que pase cuanto antes todo este trance, que se someta a este autotrasplante y que luego revise y descubra el rol que la vida, consecuencia del amor de Dios, le tiene reservado. Hoy tenía pensado hablar de otro tema, Inocencio, pero la existencia es una cuestión trascendente, así que termino esta charla diciéndole a T, que por favor reflexione, que no se equivoque sobre la voluntad de Dios y que aunque yo sé que todo está confuso para ella y que siente que su "yo" está muy agobiado y que ya no da más, que de su corazón nazca un "sí". Muchos, y especialmente El, lo aguarda.

Candi II

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