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 domingo, 14 de septiembre de 2003

VARIACIONES EN NEGRO
Secretos que son públicos

Osvaldo Aguirre / La Capital

El motín de detenidos en la alcaidía de la ex Jefatura de Policía sacó a la luz el funcionamiento de un penal VIP. Nadie negó las denuncias que hicieron primero personas hartas de sufrir la voracidad de coimeros y después unos presos que pedían recibir alimentación y atención médica mientras veían que otros disfrutaban beneficios regulados por una rigurosa lista de precios. El que calla, dice el refrán, otorga.

Quizás el silencio se explica por otra razón. Las denuncias no provocaron mayor sorpresa, porque la existencia del penal VIP era un secreto a voces. La conocían abogados, policías y funcionarios judiciales. En diciembre, la misma alcaidía había sido escenario de dos fugas inverosímiles. Sin embargo, fue necesario que los hechos se difundieran a través de los medios para que se iniciara una investigación. La historia se repite: lo mismo ocurrió con los casinos clandestinos en el departamento Constitución y con las cajas negras abiertas fugazmente en abril de 2000.

Las redes policiales de recaudación ilegal vienen siendo denunciadas en Rosario desde hace más de seis años. Los responsables cambian, pero las respuestas son las mismas: "no me consta", "vamos a dejar que investigue la Justicia" y otras frases hechas que vuelven a pronunciarse en estos días. El presunto proxenetismo de agentes de Moralidad Pública, que hoy vuelve a ser puesto en foco, fue denunciado ya en 1997, en las puertas mismas de los Tribunales, con un acto en que el Colectivo Arco Iris identificó a los recaudadores.

La pregunta que se abre es en torno a cómo son investigados estos episodios. En la alcaidía no parecía haber demasiada preocupación por la publicidad de la noticia: uno de los policías acusados dijo que los celulares pagados por los presos iba a ser retirados "hasta que pase la bronca", según testimoniaron los denunciantes. Alguien que dice ese tipo de frases está acostumbrado a la impunidad.

El director del Servicio Penitenciario, al hacerse cargo de la alcaidía, advirtió que habría premios y castigos para los presos. Nadie dijo nada, en cambio, respecto a los policías que se encontraban en ese penal y que fueron señalados como explotadores de los internos con dinero. La mecánica que quedó al descubierto sugiere la existencia de una práctica consolidada en el tiempo, donde el hecho corrupto no es la excepción sino la norma. Es ingenuo pensar que en una institución como la policía alguien puede cometer durante mucho tiempo un hecho de estas características sin que el jefe inmediato esté al tanto. Ahora surge el interrogante respecto a qué podrá lograr la investigación del penal VIP. Si se consideran los antecedentes, si se recuerda el destino de otras causas, es difícil tener expectativas.

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