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 domingo, 14 de septiembre de 2003

A más de un año y medio de su despedida, habló con Ovacion sobre su vida alejado de las canchas
Saldaña: "Me sentía mal en el fútbol"

Luis Castro / La Capital

El 30 de marzo de 2002 fue un día que Julio César Saldaña jamás olvidará. Era un jueves y de manera intempestiva había tomado una de las decisiones más difíciles de su vida: decirle adiós al fútbol, cuando aún pensaba que en su carretel aún existía una cierta cantidad de hilo para continuar gastando en una cancha. Pero ciertos manejos que no le cayeron bien adelantaron su despedida transformándola en infeliz. "Ante Chacarita iba a ser titular, pero después en la charla técnica (de Julio Zamora) me entero que iba al banco. No soy un pibe para que me traten así", declaraba en ese momento luego de la determinación adoptada, de la cual dice no arrepentirse.

Después de aquel momento Saldaña nunca más habló. Se apoyó en su familia, trató de hacer una vida totalmente diferente, lejos del fútbol, y se dedicó a administrar los campos que posee en su Arrecifes natal y a la apicultura, su nuevo hobby. "Tal vez se extraña la actividad que tenía de ir a trabajar todos los días, pero les pasa a todos los jugadores porque tenés mucho tiempo libre. No sé si es el drama, pero sí la cuestión a solucionar", cuenta Larry en el inicio de la charla que mantuvo con Ovacion, después de haber enfrentado a Edgardo Bauza en un partido de tenis, su nuevo deporte.

-¿Cómo fue el día después al no tener que ir a entrenar?

-Lo que pasa es que el último tiempo como futbolista no era agradable. No era que me costaba, pero había muchos problemas, poca motivación, inconvenientes con los técnicos. Hubo dos o tres que me quisieron dejar de lado. Llegó un momento que me cansé de todo eso, no del fútbol sino de lo que hay alrededor. Un día después de la práctica dije basta y no retorné más. Tuve propuestas para volver, me llamaron de Racing, que iba a jugar la Libertadores, de Tiro Federal, gente de afuera, pero estaba mal con el fútbol, con Newell's y no acepté.

Larry se mantiene en forma, pero ni por asomo piensa en un posible retorno a la actividad. La marcha de la bronca iniciada tiempo atrás está intacta, al igual que la gratitud hacia su club. "A Newell's le estoy muy agradecido por todo lo que me dio. Soy alguien gracias al fútbol y a la institución. Un poco caliente como todos los jugadores que se fueron por terminar así. Me hubiese gustado un día decir «me voy porque no quiero jugar más» y no que te pongan piedras en el camino para irte así, por la puerta de atrás", expresa el volante, que arribó al Parque con 17 años y vivió durante algún tiempo en una pensión del macrocentro, mientras en su Arrecifes había quedado su esposa con su primer hijo.

-¿Por qué muchas figuras se tienen que ir por la puerta de atrás?

-Pasa por el manejo de la dirigencia, que no reconoce lo que hizo la gente por el club. Hoy Newell's no está bien en inferiores, también en primera, aunque ahora se ha reforzado y tal vez se pueda aspirar a algo. Pero siempre mal, armando sobre la marcha y no como se hacía antes recurriendo a los jugadores de abajo y con un técnico que uno lo conocía. De esa manera se ganaron cosas.

-¿Te sorprende que se contraten muchos refuerzos?

-Hoy Newell's está apresurado de éxito, tiene que conseguir algo rápido y va probando sobre la marcha. Esto había sucedido con Zanabria y no se consiguió nada. Ahora se hizo lo mismo. Siempre armándose e improvisando un poco, no como antes que había una etapa de crecimiento y cuando llegabas a primera estaba todo formado. Hoy llega un pibe que no se sabe parar en la cancha. Por eso juega el que se sobrepone a todas esas cosas.

-Fuiste compañero y amigo de algunos de los técnicos que tuviste, pero parece que no encajabas.

-Sí, nunca tuve una charla, pero no sé el motivo de eso. Problemas no tuve, yo sólo peleaba mi puesto y ellos me decían otra cosa. Estaba convencido de que podía jugar y alguna declaración fuerte generaba algún inconveniente. No era que no entrenaba o que le tiraba el equipo para atrás, porque cada vez que me querían sacar rendía bien en la cancha. Nunca entendí si les molestaba u otra cosa. Nunca me lo dijeron. A Llop y Zamora, con quienes habíamos compartido cosas, les aclaraba que no tenían compromiso de nada porque si había otro jugador que andaba mejor no iba a tener problemas en ir al banco y pelear el puesto. Ellos se querían apoyar en mí, por ahí sin querer hacía cosas que no les gustaban o no actuaba como querían. Pero siempre aporté lo mío y trabajé bien.

-En una oportunidad Llop dijo que no podías jugar y eso generó un conflicto.

-Lo que sucede es que no quería que quedara en la gente que era el conflictivo haciendo declaraciones y haciendo quedar mal al técnico. Pero había momentos que tenía que hablar, porque Llop decía que no estaba bien físicamente, cuando en realidad yo estaba bien. O me inventaban una lesión. La gente iba a decir "que se retire". Esos fueron los problemas, de no manejarse bien. En vez de encarar a la prensa y decirle "Saldaña no juega por bajos rendimientos" tendría que habérmelo dicho a mí. Pasó con Zamora, que me decía «vas a jugar de titular» y después en la charla técnica no estaba en el equipo.

-Eso pasó ante Chacarita.

-Sí, y fue el último partido que jugué. En ese momento estaba jugando de delantero, pero me daba cuenta de que no le servía al equipo. Por eso le aclaré que si tenía a otro que lo pusiera, pero me dijo que me iba a poner más atrás. Resulta que después no estaba en el equipo. Dijo delante del grupo que había hablado conmigo y no era así. Eso no me gustó. Luego venía el partido con River y dio una charla técnica de la cual no participé. Entonces si no lo hacía cuando el equipo venía a los tumbos para qué estaba. Me encontraba con cinco chicos en el gimnasio. No aportaba nada así. Me fui a mi casa y no volví más.

-¿La gente se olvidó rápido de vos? ¿Tenés bronca por eso?

-Sí y no. El fútbol es así. Te da bronca pero esto siempre sucede. A Martino también le pasó, es más ídolo, ganó muchas cosas, es un símbolo y se fue en silencio. Entonces porqué iban a despedirme de manera diferente a mí que hice menos cosas. Por eso pensé que iba a pasar, aunque uno esperaba otra cosa. En la calle hay un respeto bárbaro.

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Larry no se sentía a gusto en los últimos tiempos.

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