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 domingo, 07 de septiembre de 2003

El actor mostrará "El Perro que los parió" el jueves próximo en el Auditorio Fundación Astengo
Favio Posca: "La televisión de hoy me parece decadente"
Dijo que el teatro le ofrece la posibilidad de liberar a la gente de prejuicios y tabúes

Rodolfo Bella / La Capital

Favio Posca asegura que existe un "estilo Posca". Para describirlo habría que mencionar una forma de trabajo que coquetea con el vértigo de subvertir los códigos de las buenas costumbres, pero también con la marginalidad, la oscuridad, el humor y las tragedias cotidianas. "Ni provocador ni transgresor", prefiere definirse el actor que alterna regularmente trabajos en televisión con la interpretación de personajes creados para sus unipersonales "Lagarto blanco", actualmente en cartel en Buenos Aires, "Mamá está presa" o el emblemático "El Perro que los parió". Con esta última propuesta Posca desembarcará en el escenario del Auditorio Fundación Astengo el próximo jueves. El actor contó a La Capital cómo fue posible conservar su "estilo Posca", que en "Boster Kirlok" provocó la huida de algunos espectadores, en un medio homogeneizante como la televisión.

-¿Qué diferencia a "El perro que los parió" de "Lagarto blanco", "Boster Kirlok" o "Mamá está presa"?

-"El perro..." es en algún punto el más televisivo, el más digerible para distintas generaciones.

-¿Cuál es tu público?

-Mi público es netamente joven. Por una cuestión de forma de ser o de decir desde el arte, siempre mi discurso fue para gente joven, no porque me lo proponga sino porque es lo que sale. A mí el teatro en realidad me aburre. Trabajé en el San Martín, el Maipo, el Astral, todo el circuito de la calle Corrientes con espectáculos clásicos como obras de Goldoni y cosas así, por lo cual puedo decir qué es lo que me gusta y qué no. De hecho la gente que no va al teatro es la que me viene a ver a mí. Mi público es la gente que consume rock o exposiciones de pintura, pero que el teatro en esencia los aburre porque no se bancan la convención de la ficción con un tempo teatral, que creo que ya está caduco.

-También hay un teatro de ideas...

-Me parece bien el teatro de ideas y demás, pero creo que las verdaderas ideas es lo que hago yo, que hablo del aquí y ahora, de lo que le pasa a un adolescente, a un tipo de la villa, a una madre que no tiene qué darles de comer a sus hijos, de la marginación, de la homosexualidad, del sufrimiento y la incomprensión de la droga, y a la vez la diversión. Me parece que eso es una gran idea, mucho más que de última hacer un clásico. De última también hablo del amor.

-¿De dónde salen tus personajes?

-De un montón de lugares. Soy un observador de la cosa callejera, pero no lo callejero al pedo. Hubo un pibe que me fue a ver al camarín después de "Lagarto blanco" y me preguntó si había vivido en una villa porque de lo contrario no podía manejar esos códigos. En realidad, no tiene que ver con eso porque en un punto soy muy burgués. No es que soy un marginal. Me interesa hablar y rescatar la deformidad de la alienación de la marginalidad sin necesidad de ser marginal.

-Tus personajes hablan de marginalidad, pero hace diez años que estás en la calle Corrientes...

-Lo que pasa es que hoy uno podría preguntarse qué es lo marginal. Antes el croto de la esquina era marginal pero ahora en todas las esquinas hay crotos o hay cuetazos. La marginalidad y su opuesto se mezclaron. Hablando del submundo fashion, también hay cosas marginales y prohibidas que ya no son tan marginales. A mí me interesa rescatar desde el humor cosas que veo y de ahí nacen mis personajes. Mis personajes son todos gente que a mí me interesa, si no no los hago.

-¿Por qué si empezaste en un teatro prestigioso decidiste pasarte a la inestabilidad del under?

-Como artista necesité empezar a decir algo por mí mismo. Obviamente también tuve que ganarme un derecho de piso porque para acceder al complejo La Plaza tuve que tener mi tribu y tuvieron que darse cuenta de que podía meter gente a las doce de la noche en un teatro comercial, una hora en que todo fracasa.

-¿Cómo influyó en tu carrera Nicolás Repetto?

-Fue un intercambio de calidad. En todo caso yo quería estar con él. Me habían ofrecido hacer otras cosas, pero había preferido no hacer tele. Siempre lo respeté mucho porque me parece un tipo muy vanguardista desde los formatos televisivos.

-¿Cuál es tu deuda con él?

-Le debo fundamentalmente la confianza que tuvo en mí como para discutir con los directivos del canal que se preguntaban quién es ese chabón que hace de un tullido y que dice cosas raras. Lo que hacía era una deformidad inaccesible para Telefé y el pibe lo que hizo fue pelear porque se puso en la posición de que ese era su programa. Cuando empezó a pegar, cuando la señora gorda se cagaba de risa por más que no entendiera qué mierda decía el Perro, se dieron cuenta que vendía porque si no, me hubieran pegado una patada en el orto.

-¿A qué tuviste que renunciar de esa postura inicial hasta la serie de trabajos para Pol-ka?

-A nada. Yo siempre tuve la premisa de hacer televisión, pero respetando la esencia de mis personajes. Si no, prefería no hacerlos. Por eso pasó algo muy atípico: cuando se genera el fenómeno de llevar una tribu y que la gente te siga, cuando llegás a la tele medio que defraudás, pero a mí no me pasó. La gente me agradecía porque el código permanecía.

-Pero hay cosas que la televisión no permite...

-Obviamente que me adapto. Yo hablo de la esencia, pero también tenés que aprender el oficio de la tele. No podés decir la concha de tu madre porque te echan a la mierda. Entonces tenés que mediar entre la esencia y el límite de las palabras que no están permitidas por el establishment.

-¿Cómo encajan tus personajes de los unipersonales con los trabajos que hiciste en obras infantiles de Hugo Midón?

-Encajan perfectamente porque me adapto a las olas que entran. Es como el surfer: si viene muy alto se disfruta más, y si no, menos. Teniendo en cuenta dónde estás parado y teniendo talento, podés surfear, si no, terminás haciendo siempre lo mismo. También hay actores que hacen siempre lo mismo y son respetados. Allá ellos. Una de las cosas que más me gusta de mi profesión es poder darle a la gente calidad, pero también variedad.

-¿Componés la música de tus espectáculos?

-Sí, es algo que pocas veces la crítica tiene en cuenta. Tengo un disco arriba de cada escenario. "El Perro..." tiene doce temas y son todos míos. En vez de sacar los discos en Musimundo yo los estreno en La Plaza.

-¿Hay un límite para tus principios de artista?

-Por suerte a mí me va bien: meto 500 personas por función y estoy haciendo radio en Rock and Pop. Ser fiel a sí mismo, tener ideas y demás y no tener para un café, es lamentable.

-¿En este momento decidiste no hacer televisión o no te convocaron?

-En este momento estoy eligiendo no hacer tele. Después de "Los osos" me llamaron para conducir, pero ni en pedo, y una tira pedorra prefiero no hacerla. Me parece tan decadente la tele hoy en día que resigno en función de las ideas que tengo. Soy uno de los pocos actores que no tiene pantalla y llena igual. Lograr un nombre es lograr la fucking sensación de la fama, pero me parece que me estoy jugando a hacer otro camino.

-¿Te sentís un provocador?

-Soy un artista que ante todo me siento libre. Por eso elijo también vivir en mi país. Tuve oportunidades de irme y no lo hice. Me gusta Argentina y quiero quedarme en mi país. En el 2001 en Montevideo me censuraron casi como una persona no grata por hacer "El Perro que los parió", que es mi espectáculo más light. Hoy en día es medio raro decir provocador o transgresor, porque está todo hecho. Lo que sí siento es que como artista tengo la posibilidad de liberar a la gente de ciertos prejuicios, las dejo fantasear con todo lo más guarro.

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Posca estará el jueves en el Fundación Astengo.

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