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 domingo, 24 de agosto de 2003

Fue declarado ciudadano ilustre en mérito a su trayectoria profesional
Roldán distingue hoy a un médico por 45 años de dedicación a la comunidad
Tras el anuncio de su retiro, el pueblo agasajará a Fernando Cichitti con un gran almuerzo

Delcia Karamoschón / La Capital

Roldán. - La ciudad homenajeará hoy en un multitudinario almuerzo al médico Fernando Cichitti, quien anunció su retiro luego de 45 años de ejercicio profesional. Recientemente fue declarado ciudadano ilustre en mérito y reconocimiento a su trayectoria profesional y entrega como ser humano en beneficio de la comunidad.

El galeno fue director del hospital Rural N 61, miembro del comité ejecutivo del Samco y trabajó ad honórem como concurrente en la Unidad Sanitaria y de Acción Social. También se desempeñó como médico de policía, y de los gremios metalúrgico y ferroviario, especializándose en cardiología. Antes de su merecido homenaje, del que se espera una concurrencia cercana al millar de personas, dialogó con La Capital.

-¿Cómo se siente ante esta expresión de reconocimiento de la gente?

-Nunca pensé que podía terminar mis años de trabajo con una demostración de afecto y adhesión como la que estoy viviendo. Me siendo mimado, quizás sea porque he tratado de hacer mi función de una forma que pudo provocar sentimientos en la población. Ya tuve una prueba similar cuando pasé por una enfermedad maligna, palpé el cariño y la aflicción de muchas personas que rezaron por mí y en parte debo mi curación a eso. Atendí a varias generaciones y me duele tener que irme; cuando me dicen que lamentan mi retiro, siento como que los estoy abandonando.

-¿Cuándo empezó con la profesión?

-Antes de obtener el título trabajé en la guardia del Sanatorio Laprida. Los médicos decían que mis suturas eran las mejores del servicio. Tanto llamó la atención que cuando me recibí, el doctor Jaime Slullitel me ofreció una beca en Buenos Aires para aprender cirugía plástica y luego trabajar con ellos, pero como llevaba muchos años de novio, mi actual señora me dio el ultimátum para casarnos. Por ese entonces, ya examinaba bien a los pacientes, a veces encontraba cosas que no detectaban los médicos del sanatorio y lo agregaba a las historias clínicas. Cuando veían mis observaciones, siempre decían: Ojo que lo dijo Cichitti.

-¿Cómo fueron sus inicios en Roldán?

-El recordado y querido colega Jacobo Epelman me ofreció trabajar juntos y lo hicimos desde 1958 hasta que se jubiló en 1973, entonces puse mi consultorio. Por ese entonces el pueblo no llegaba a cinco mil habitantes. Epelman también era director del hospital local y yo médico ad honórem. Luego de su retiro me presenté a concurso para el cargo de médico director y ejercí esa función durante 21 años hasta 1994 cuando renuncié por razones ajenas a la medicina. En total fueron 36 años en el hospital.

-¿Cómo nace la primera clínica de la ciudad?

-Con los doctores Héctor Boubilá, Susana y Alberto Escalante y Omar Cichitti Reyes hicimos una sociedad que duró 25 años y que hoy continúa funcionando gracias al doctor Gustavo Gorini, su señora y otros médicos jóvenes. Nunca marqué diferencias entre la medicina pública y la privada; una de las cosas más caras al hombre es su dignidad y se respeta atendiendo por igual, cualquiera sea su condición económica o social, sin discriminaciones. El dinero nunca estuvo primero, siempre el paciente.

-¿Como médico generalista, usted es reconocido por sus acertados diagnósticos?

-Se nos formaba para eso y en una comunidad como Roldán estaba obligado a poner en práctica todo lo que aprendí en la facultad, la clave está en revisar bien al paciente. Nunca había atendido un parto antes de recibirme y llegué a atender cerca de mil. Es una de las tareas más exigentes de la medicina, había que estar horas con la parturienta. Fue el gobernador Víctor Reviglio, quien me ordenó suspender esa actividad porque dijo que no había infraestructura; hasta cierto punto tenía razón pero a pesar de eso nunca hubo problemas con los nacimientos.

-Seguramente ha pasado por situaciones complicadas.

-En los momentos difíciles uno invoca la ayuda de Dios, he vivido circunstancias donde el paciente se jugaba la vida, había poco margen de tiempo para actuar y a veces falta de claridad sobre la terapéutica a aplicar. Son situaciones de mucha ansiedad y estrés. También hay angustia porque se comparte el dolor o el problema. El médico necesita tener compasión, sentir como propio lo que padece el paciente.

-¿Cuál fue su experiencia más intensa?

-Hace unos treinta años, cuando nació un bebé con cinco meses de gestación y en esa época era inviable, había que terminar con la existencia de la criatura. Lo tuve en mis manos, su cabeza era del tamaño de una mandarina pero lloraba y estaba formado. Le dije a la madre que no tenía el coraje para hacerlo y que lo mandaríamos al servicio de pediatría del Hospital Centenario. Era invierno y le hicimos una especie de nido caliente con una bolsa de agua y una caja de zapatos. Allá tampoco nadie se animó a hacer lo que correspondía y hoy está vivo.

-¿Cómo es ser médico en una comunidad pequeña?

-Cuando empecé Roldán no tenía pavimento, había que saber manejar en el barro y para ir al campo usaba sulki o carro. Sentía que estaba llenando una función necesaria. A veces se sabe lo que tienen los pacientes antes de que entren al consultorio, porque los conoces, como también sus antecedentes familiares. Es la ventaja de trabajar en una pequeña comunidad.

-¿Por qué eligió Roldán para ejercer?

-Me gustan los pueblos, incluso les decía a mis amigos que iría a trabajar a La Salada porque es más chico aún. Tuve propuestas para integrar cuerpos médicos en Rosario pero no me gustan las ciudades. Si debería comenzar nuevamente elegiría un lugar del interior donde no haya médico, quizás me iría al sur porque siempre me ha gustado.

-¿En qué piensa ocupar sus horas?

-Como citó Víctor Hugo "cuando todo se cae a tu alrededor si todavía sigues siendo útil no entrás en el desespero". A mi señora se le ocurrió que podríamos abrir una librería, siempre me gustó la lectura aunque me es imposible leer porque a cada rato llega alguien. Los clientes vienen a leer o a charlar conmigo y yo les sirvo café. A veces termino con los pies dolidos aún más que antes.

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El doctor Cichitti anuncia su retiro.

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