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 domingo, 24 de agosto de 2003

Análisis: El Proyecto K afronta su primer test

Mauricio Maronna / La Capital

Hoy se empieza a definir el futuro político mediato del presidente Néstor Kirchner. Las elecciones en la Capital Federal mostrarán hasta qué punto el Proyecto K, incubado en la mesa chica del laboratorio de Balcarce 50, será una realidad.

¿Qué se propone el Proyecto K? Arrasar con el "pejotismo", un término que el presidente acuñó con fuerza desde el mismo momento en que decidió pelear por la Presidencia de la Nación y que consiste en airear las asfixiantes estructuras del PJ encarando una nueva alianza con dirigentes, partidos y movimientos sociales de la centroizquierda.

Cuando supo que se calzaría la banda, Kirchner captó las piezas que podrían dividirle el voto progre a Aníbal Ibarra (Rafael Bielsa y Gustavo Beliz) y se llevó también a la Rosada al único funcionario que el frepasista podía mostrar como hacedor (Daniel Filmus). Es consciente de dos cosas: que el distrito porteño es el imán mediático más imponente y que Mauricio Macri resulta el dirigente más fácil de pegar al menemismo.

Elisa Carrió, quien critica por lo bajo a Ibarra tildándolo de "mediocre" y vinculándolo a la vieja política, también cerró filas con el ibarrismo. Beliz, quien presentó una batería de denuncias judiciales contra el ex fiscal por presuntos procedimientos reñidos con la legalidad, no dijo esta boca es mía y Bielsa olvidó sus furibundos ataques contra el hoy candidato del presidente. El pragmatismo no es de derecha ni de izquierda, es lisa y llanamente pragmatismo.

"Este pibe es el político más afortunado que conocí: le ganó a (Domingo) Cavallo cuando (Fernando) De la Rúa era para los porteños la nueva maravilla y ahora le va a ganar a Macri en el ballottage porque Kirchner tiene el 80% de imagen positiva. ¿Sabía que hace años se ganó el Prode? No me cree... Bueno, puede chequearlo. Si sumamos el apoyo de Chupete-Chacho en el mejor momento de la Alianza y del Lupo ahora, se lo ganó tres veces", se ríe de su propia ironía un operador político de la alta competencia. Y nobleza obliga: su referencia es acertada.

"Mauricio no puede más, ¿vio que esos ojazos celestes que tan bien les caen a las mujeres ahora le llegan a la altura de los talones? Yo le dije: «Te vas a tener que poner calzoncillos de hierro para la campaña». Veía el domingo el programa de (Jorge) Lanata y no era Día D, ¡era Día K!", grafica un dirigente que también está en campaña por estos días.

Si se tiene en cuenta que hasta noviembre habrá elecciones en más de la mitad de las provincias, Kirchner tiene una oportunidad histórica para seguir legitimando el poder que no pudo lograr el 18 de mayo pasado por el abandono de Carlos Menem.

En el peronismo santafesino la mayoría empieza a reconocer algo que desde esta columna se dijo cuando despuntaba la campaña: al presidente le caería más que bien un triunfo de Hermes Binner en las elecciones del 7 de septiembre. "La única verdad es la realidad... Le levantó la mano a Ibarra, a Felipe (por Solá), a (Gildo) Insfrán, pero por acá no aparece", admite un legislador justicialista que quiere diferenciar a la primera dama, quien sí pisará suelo santafesino para hacer proselitismo.

"Estos se dan cuenta ahora... Kirchner me quiere hacer mierda, por eso yo dije que me parecía bien que apoye a (Jorge) Obeid. Pero no aparece. Tal vez lo considere demasiado duhaldista...", dicen que dice el gobernador, quien tiene una apuesta personal que le evita las pesadillas recurrentes: ser el candidato mayormente legitimado en las urnas dentro de dos semanas.

"Me eligieron como blanco de campaña, la oposición me dijo de todo, ¿o no se acuerdan cuando algunos periodistas y dirigentes me increpaban y me exigían que reconociera que en Santa Fe había dos mil muertos debajo de las aguas? Bueno, vamos a ver qué dice la gente el 7 de septiembre. ¡Ah! Y no se olviden de guardar todas las encuestas que se publican", espolea el Lole en alguno de los pocos momentos que le quedan después de gastar suela en barrios, ciudades y comunas.

Todos se olvidan de algo que el intendente rosarino comentó como al pasar y a media voz: "¿Quién dijo que el presidente apoya a Obeid?". Si Binner triunfa, muchos recordarán como proféticas esas palabras, planteadas entre un moderado signo de interrogación.

"Kirchner anda matando mosquitos con una Itaka", dijo Elisa Carrió en otra de esas estupendas metáforas que, por su desfachatez, hacen a Lilita tan distinta al resto de la clase política.

El imponente apoyo que se abroquela con Ibarra (un gobernante ciertamente mediocre) convierte en misión dificilísima el triunfo de Macri en el ballottage. Pero la historia se escribe por capítulos, y el de hoy apenas es el primero en un proceso electoral capital.

Los encuestadores (esos nuevos fetiches de la política nacional) volvieron a dar un espectáculo patético: para no quedar en off side cuando se abran las urnas convinieron cerrar sus trabajos de campo diciendo que "existe un empate técnico" y que "cualquiera de los dos puede ganar".

La política es demasiado seria como para dejarla también en manos de algunos mamarrachos disfrazados de encuestólogos.

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